Llego
al edificio “Comcast Center” pasadas las doce de la noche. Me
siento como Cenicienta, bueno, una Cenicienta diferente, porque en
lugar de irme del baile, llego, y tampoco llevo zapatos de cristal,
los míos son unos Guess de color rojo sangre. Una de mis últimas
adquisiciones para estos menesteres. Entro en el ascensor y pulso el
botón número cincuenta y siete, que me llevará directamente al
ático donde hoy se celebra la reunión del “Lust”. Siempre soy
muy puntual en estas reuniones, en cambio hoy, he decidido llegar un
poco más tarde, esperando que la conquista que tengo en mente ya
esté allí.
Miro
mi reflejo en las paredes de espejo del ascensor. La camisola de raso
blanco, con el fajín rojo, me quedan muy sexy y me veo espectacular.
Si si, baja modesto que sube “La reina de corazones”. Me he
recogido mi larga melena morena en una trenza, en la que intercalado
una cinta de raso también en color rojo. A través del antifaz, mis
ojos azules pintados en tonos ahumados brillan de emoción ante lo
que me deparará esta noche. En mi cabeza un propósito, conocer a
“Jack Sparrow” y follármelo.
Las
puertas del ascensor se abren dándome paso directamente al vestíbulo
en penumbra del ático. En la puerta principal, dos esculturas
griegas de carne y hueso me dan la bienvenida. Tras los trámites de
rigor, entro en un enorme salón atestado de gente, la mayoría
vestidos con túnicas finas y elegantes. Camino erguida y con paso
firme, sin miar a nadie en particular. Llego a la barra y pido mi
bebida favorita, esa que solo me bebo cuando estoy aquí, metida en
el papel de una mujer que nada tiene que ver conmigo en el día a
día, ¿o si?
Con
la copa de balón en la mano, me dirijo a una columna de piedra
beige, me apoyo en ella y miro disimuladamente los rostros de la
gente, intentando distinguir entre el barullo a mi presa. Pero no le
veo, quizá no haya venido y al final no pueda llevar a cabo mi plan.
Sería un fastidio, porque estoy bastante decidida, pero siempre
puedo intentarlo en otra ocasión.
Una
mano cálida se posa en mi espalda, giro un poco la cabeza para ver a
quien pertenece esa mano, y un hombre me sonríe. No es Hércules, y
por supuesto, no es Jack Sparrow, pero es atractivo y su sonrisa me
gusta. Me giro completamente, dando la espalda al resto de los allí
presentes para dedicarle todo mi atención. Se presenta como Platón,
«pero solo por esta noche —me dice— el resto de las noches, soy
“Pinocho”, y puedo asegurarte que no me llamo así porque tenga
la nariz grande. Tu debes de ser Afrodita...». Suelto una carcajada
y niego con la cabeza.
— Soy
“La reina de corazones”, Afrodita se ha quedado en casa, tenía
jaqueca… —Vuelve a sonreír y se acerca para darme un beso en la
mejilla. Sus labios son suaves, y también me gustan.
Charlamos
durante un rato, intercambiando bromas y comentarios subidos de tono
que van haciéndome presagiar que después de todo, y a pesar de que
mi presa no esté aquí, será una buena noche. Nos acercamos a la
barra para tomar otra copa, allí nos encontramos con Bella, y más
tarde con Hércules que va vestido de Eros. ¡Está impresionante!
Los cuatro hablamos amigablemente, por lo que veo Pinocho es muy
conocido en el club, sobretodo por su sentido del humor y por su
¿nariz grande? Bueno, eso espero poder confirmarlo personalmente más
tarde.
El
salón, cada vez está más lleno de gente. Es la primera vez desde
que vengo a las reuniones que veo tanta gente, me agrada ver que
somos muchos los que disfrutamos de este tipo de clubes. Alguien
pegado a mi espalda, alarga la mano para coger una copa que hay
encima de la barra mientras apoya la otra en mi cintura haciendo, que
me respigue de pies a cabeza. Veo que Bella enarca una ceja y sonríe
burlona, ¿qué coño está pasando detrás de mi? Miro por encima de
mi hombro y… ¡joder, los ojos de Jack Sparrow me taladran la
espalda! Me pongo nerviosa al instante, y vuelvo a mirar al frente.
¡Mierda, ahora que lo tengo detrás de mi, ni siquiera me atrevo a
mirarlo!
— Jack
querido —saluda Bella—, que alegría verte por aquí…
— Bella.
—Contesta con una inclinación de cabeza a modo de saludo.
— Creo
que ya conoces a Hércules y a Pinocho ¿verdad? —Él asiente—
¿Conoces también a Reina?
— No.
— Eso
lo soluciono yo en seguida —dice Bella resuelta.— Reina cielo, te
presento a Jack Sparrow. Jack sparrow, te presento a Reina de
corazones. —Me giro por completo para poder saludarlo, ¡Dios, este
hombre es increíble! El calor que desprende su mano en mi espalda me
abrasa, y el de sus labios al posarse en mi mejilla, me enciende. Me
separo unos centímetros de él y le hago un hueco para que se una a
nosotros, pero no lo hace. Me acaricia la espalda lentamente y
después se va. ¿Qué narices ha sido eso?
Ni
siquiera ha cruzado una palabra conmigo, tan solo se han rozado
nuestras pieles, sus labios, su mano… ¡Dios, es un hombre poco
hablador, seco y arisco, pero como me pone…! Las tres personas que
tengo en frente, me miran expectantes, supongo que esperando a que
haga algún comentario, pero no les doy el gusto. Me llevo la copa a
las labios y bebo para refrescar la boca que se me ha quedado seca
después de ver Jack.
Seguimos
hablando, como si no hubiera pasado nada. Como si la aparición de
ese magnifico hombre no hubiera tenido lugar, aunque para mi líbido
sigue estando muy, muy presente. Mi nuevo amigo Pinocho, mantiene las
distancias, sigue comiéndome con los ojos, pero ya no actúa como si
quisiera follarme a la primera de cambio. ¿Tendrá algo que ver
Jack Sparrow? ¿Habrá algún tipo de código que yo desconozca? Nota
mental: «volver a revisar las normas del club, por si me he pasado
algo por alto».
Algo
más tarde, después de habernos tomado otra copa más, Hércules
desaparece acompañado de una rubia explosiva, es evidente que para
esos dos, empieza el juego, y yo empiezo a ponerme nerviosa porque
nadie parece querer jugar conmigo esta noche. Entonces, veo a una
camarera con una bandeja pequeña en las manos que se acerca al
grupo. Extrañada miro a Bella que no deja de sonreír.
— Querida —me dice—, apostaría todo lo que llevo en mi carterita que eso que viene en la bandeja, es para ti. —Me guiña un ojo y yo no entiendo a que se refiere hasta que la camarera llega a nuestro lado y me mira.
— Disculpe,
¿es usted Reina de corazones? —Asiento nerviosa— Me han pedido
que le entregara esto. Estaré detrás de esa puerta esperándola.
—Cojo el sobre que me entrega y miro a mis acompañantes que por
sus caras, ya deben saber de que se trata.
— ¿Qué
significa esto? —Les pregunto.
— Es
una invitación para jugar Reina —contesta Pinocho divertido—
Ábrela.
Es
un sobre dorado, exactamente igual al que nos envían para invitarnos
a las reuniones. Lo abro, y dentro hay un papel dorado escrito a mano
y una llave. Leo la nota…
«Deseo
que aceptes esta invitación, la llave te llevará a la habitación
de los espejos, donde yo, estaré esperándote impaciente. Si tu
respuesta es NO, devuelve el sobre cerrado a la chica que te lo haya
entregado. Si por el contrario tu respuesta es SI, simplemente ven.
J.S.»
¡Madre
mía, creo que mi tanga se ha desintegrado por la emoción! No puedo
creérmelo, ¿Jack Sparrow me está invitando a jugar? Oh siiii, al
final va a resultar que esta es mi noche de suerte. Me despido de mis
acompañantes y me dirijo a la puerta donde me espera la chica que me
ha entregado la invitación. Me guía por un pasillo ancho, largo,
por donde no hay ni un alma. Aunque imagino que detrás de cada
puerta que vamos dejando atrás hay mucha diversión y mucho sexo.
Cuando
estamos delante de la habitación, le doy las gracias a la chica y
esta se va por donde hemos venido. Saco la llave del sobre y la miro.
¡Joder, el corazón me late tan deprisa que si abro la boca saldrá
disparado! No sé porque estoy tan nerviosa, en las veces anteriores
no fue así, ¿por qué hoy si? «Vamos Reina, no te lo pienses más
y entra —Me apremio.» Sin dudarlo ni un segundo más, meto la
llave en la cerradura y abro.
Entro,
lo primero que veo, es que todas las paredes son de espejo, del techo
al suelo. Mire donde mire, me veo reflejada. ¡Joder, esto va a ser
muy intenso! Por el hilo musical, salen las notas de una canción que
reconozco al instante, es “I Don´t want to miss a thing”, una
canción de Aerosmith para la banda sonora de una de mis pelis
preferidas, “Armagedon”. Él está en el centro de la habitación,
con las manos metidas en los bolsillos, observándome. Lleva un traje
negro, camisa blanca y corbata rojo sangre, igual que mis zapatos. La
máscara que solo deja descubiertos sus ojos y su boca, es de color
negro.
Se
acerca, despacio. Levanta una mano y me acaricia el rostro, el
cuello, el hombro desnudo sobre el que descansa la trenza de mi pelo.
No dice nada, yo, tampoco. Con manos expertas, quita el broche que
sujeta la camisola a mi hombro izquierdo y, esta cae al suelo, a mis
pies. Mira mi cuerpo con deseo, desliza sus manos por él, introduce
dos dedos en el minúsculo tanga de encaje blanco y lo desliza por
mis piernas. El roce de sus dedos en mi piel me quema, me arde,
cierro los ojos y gimo. ¡Jesús, este hombre me va a matar!
Se
coloca detrás de mi, su lengua húmeda y caliente recorre mi
espalda, produciendo descargas eléctricas allí por donde pasa. ¡Por
favor, voy a derretirme! Miro al suelo, y veo su ropa junto a la mía.
Entonces me pego a él, quiero tocarlo, sentir el tacto de su piel,
absorber el calor que emana de él. Se pone frente a mi, apoya sus
manos en mis caderas y caminamos juntos, el hacia adelante, yo hacia
atrás, hasta que mi espalda nota el frío del cristal. Entonces se
inclina y devora mi boca, con ansia, con desesperación. Nuestras
lenguas se buscan, se encuentran y bailan desenfrenadas. El deseo no
me deja ver, ni oír, solo sentir. Estoy totalmente entregada, soy
una marioneta en sus manos. ¡Joder, quiero sentirlo dentro de mi, lo
necesito! Entonces como si leyera mi mente, me levanta, abrazo su
cintura con mis piernas y de un empujón, entra en mi. ¡Oh si, oh
si, joder es brutal! Me aplasta contra la pared, entra y sale, entra
y sale a un ritmo que me vuelve loca, me pone al límite en cuestión
de segundos. Miro la imagen que me devuelve el espejo de enfrente,
piernas, manos, lenguas, lujuria, placer… ¡Dios, soy una voyeur
disfrutando de lo que ve! Sus estocadas no me dan tregua, me embiste
con dureza, cinco, seis, siete, doce… ¡Hostia puta esto es muy muy
intenso! Jadeamos, nos tensamos, volvemos a jadear y solo cuando
escucho su voz diciéndome… «Córrete Reina, córrete para mi»,
me dejo ir y, el orgasmo más alucinante del mundo nos transporta a
una dimensión desconocida, al menos para mi.
Dos,
tres, o cuatro horas más tarde, no estoy muy segura, Jack Sparrow me
da un beso tierno en los labios y me susurra al oído… «Nos
volveremos a ver, por cierto, bonito tatuaje...»