Entradas populares

miércoles, 30 de diciembre de 2015

R.D.C CUANDO MENOS TE LO ESPERAS PARTE II

 
 
 
 
 
A la mañana siguiente, me levanto temblorosa y ojerosa, no he dormido nada. Estoy deseando llegar a la oficina para ver a Daniel y hablar con él. He esperado demasiado tiempo para contarle que su hermano no es trigo limpio y, no se porque, pero creo que no le sorprenderá lo que voy a contarle.
 
Saco del armario un traje de chaqueta y pantalón de corte clásico en color chocolate y una camisa naranja muy mona. Me visto en periquete y, aunque normalmente me maquillo muy natural para ir al trabajo, hoy le dedico a mi cara más tiempo del habitual. Me maquillo con esmero y dedicación, más que nada para tratar de ocultar bajo las capas de maquillaje las manchas grises que rodean mis ojos, porque lo cierto es que a pesar de lo que voy a contarle a mi jefe, quiero y necesito que me vea hermosa.
 
Pese a que me gustaría ser la primera en llegar a la oficina, prefiero no romper la rutina y, paro en el starbucks y, mientras estoy haciendo cola para coger mi típico capuccino con canela, aparece Rebeca precisamente para lo mismo. Se coloca a mi lado omitiendo las protestas de los demás clientes que también esperan y me observa en silencio, consiguiendo con ello ponerme más nerviosa de lo que ya estoy. Cuando llega nuestro turno, hacemos nuestros pedidos, pagamos y salimos a la calle.
 

¿Cómo estás?—Pregunta.
 
Nerviosa, asqueada y cansada.
 
Ya veo. Olivia, prométeme que hoy sin falta hablarás con Daniel, o de lo contrario, seré yo quien lo haga y, no creo que a él le guste saber por mi lo que ha pasado.
 
No te preocupes, hablaré con él.
 
Bien, no es necesario que te diga de que parte estoy. Si hay algo que pueda hacer por ti, no dudes en decírmelo.
 
Gracias, lo sé.
 
Entramos en el edificio de D&D y, nos dirigimos al ascensor. Saludamos a los compañeros y sin volver a pronunciar palabra, vamos a nuestro despacho. Antes de entrar, echo una ojeada por la puerta entreabierta del despacho de Daniel para ver si ha llegado, pero no hay nadie dentro. Que raro, debería de estar ya aquí, a lo mejor se ha retrasado el vuelo de San Francisco y por eso llega tarde. Tendré que estar atenta a su llegada, hasta que no consiga hablar con él no me quedaré tranquila, tengo una sensación rara en la boca del estómago que no me gusta, espero que solo sean nervios y no un mal presentimiento.
 
Rebeca y yo empezamos a trabajar como autómatas, sin hablar, mirándonos de tanto en tanto para a continuación seguir cada una a lo suyo. Ella centrada en pedidos y devoluciones y yo, en la reunión que tendrá lugar dentro de unas horas. Aunque para ser sincera, no soy capaz de concentrarme en el trabajo. Daniel todavía no ha llegado y estoy ansiosa. Algo más tarde, llaman del departamento de cobros por una factura que no aparece y es Rebeca quien se ofrece a ir a solucionarlo. No hace ni dos segundos que ha salido por la puerta, cuando vuelve a entrar.
 
 
¿Qué sucede?—Pregunto al ver su cara.
 
Daniel acaba de entrar en su despacho…
 
Bien, entonces no tengo tiempo que perder—digo poniéndome en pie.
 
No está solo Olivia. Bruce está con él.
 
¡Joder! ¡Mierda!
 
¿Crees que ya le habrá dicho algo?
 
No tengo ni idea, pero te apuesto lo que quieras que si aún no lo ha hecho, está a punto de hacerlo.
 
¿Y ahora qué?—Miro a mi amiga sin saber bien que decir.
 
Pues, supongo que ahora tendré que esperar a que Daniel se quede solo en su despacho, si él no requiere mi presencia en éste antes claro.
 
Crucemos los dedos, quizá Bruce no se atreva a decirle nada a su hermano...
 
Eres demasiado optimista si piensas eso Rebeca. Ese tío es un cretino y hará lo que sea necesario para joderme. Sólo es cuestión de tiempo...
 
Bueno, intenta mantener la calma mientras voy a solucionar el tema de esa factura, volveré lo más pronto que pueda. No me gusta nada la idea de dejarte aquí sola...
 
No te preocupes, estaré bien. Ve y haz lo que tengas que hacer.
 
 
Dios, me parece tan surrealista lo que está sucediendo... Yo, acosada por el hermano de mi novio... ¿Cuándo se ha convertido mi vida en una novela? Porque talmente parece una de esas historias que sólo he leído de vez en cuando para matar el tiempo. Lo bueno de esas historias románticas es que a pesar del sufrimiento de los protagonistas, siempre acaban bien. En cambio, estoy totalmente segura de que en mi caso de final feliz nada de nada. ¿Qué pensará Daniel de todo esto? ¿A quién de los dos creerá? Después de lo que su hermano le hizo con aquella modelo con quien estuvo prometido sólo espero que tenga la mente lo suficientemente abierta como para albergar alguna duda, porque sino, me veo de patitas en la calle y sin nada que reclamar.
 
Va pasando la mañana y yo, me voy tranquilizado al ver que de momento nadie parece acordarse de mi, ¿eso es buena señal no? Puede que a lo mejor esté tan cabreado que no siquiera quiera verme. ¡Joder, ya no sé ni que pensar! Si llego a saber que hacer caso a los dictados de mi corazón me iba a acarrear tantos problemas y tantas comeduras de cabeza, hubiera emigrado al Polo Norte para refugiarme en casa de Papá Noel.
 
De pronto, como si mis pensamientos invocaran al enemigo, chisporrotea el intercomunicador que está encima de la mesa. Me quedo en silencio, a la espera de recibir algún tipo de orden. En cambio, lo que escucho es una conversación privada entre dos hermanos que me deja con la boca abierta. Sé que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero no puedo evitar poner atención a lo que allí se está hablando, y si además resulta que yo soy el principal objeto de esa conversación pues... a poner oreja y punto.
 
 
¿A qué viene esa pregunta Bruce? ¿Desde cuándo mi vida privada es de tu incumbencia?
 
Vamos Daniel, no es necesario que te pongas a la defensiva, sólo quiero saber que es lo que te traes entre manos con la señorita Murray, eso es todo.
 
¿Y por qué ese interés tan repentino?
 
Bueno, digamos que hay algo en ella que no me gusta. El otro día os vi muy acaramelados en un restaurante y, no me gustaría que metieras la pata, ya me entiendes... — Joder, menudo cabrón en este tío, a saber lo que le cuenta ahora.
 
Pues no, no te entiendo. ¿A qué te refieres exactamente cuando dices que hay algo en ella que no te gusta?
 
Pues verás, no sé cómo decírtelo, pero creo que es necesario que lo sepas...
 
¡No te andes por las ramas y habla de una maldita vez Bruce!
 
Está bien. Estos días que pasas más tiempo en San Francisco que aquí, digamos que la señorita Murray, ha estado insinuándose a mi en varias ocasiones... — ¿Qué? Me quedo muerta al escuchar esto último. ¿Qué yo me he estado insinuando? ¡Maldito acosador de mierda! ¡En cuanto te ponga las manos encima, te vas a enterar de lo que vale un peine mamón!
 
 
¿Estás diciendo que la señorita Olivia Murray se te insinuó?
 
Si.
 
Perdona que lo dude Bruce, pero ella no es de ésa clase de mujeres... — Oh Dios mío, gracias por confiar en mi Daniel, desde ahora te amaré más si cabe.
 
¿Tanto la conoces cómo para asegurar categóricamente que miento? Bueno, estás en todo tu derecho de creer lo que te de la gana, pero lo que acabo de decirte es cierto. Dime una cosa... ¿Por qué crees en ella tan ciegamente? ¿Qué hay entre vosotros? ¿Acaso estás enamorado?
 
Lo que haya o deje de haber entre ella y yo, no es asunto tuyo Bruce.
 
Es asunto mío cuando ella es una empleada de esta empresa Daniel. No has contestado a mi pregunta.
 
No sé lo que pretendes, pero estoy empezando a hartarme de esta conversación—creo que Daniel está empezando a cabrearse…
 
Lo único que pretendo, es que abras los ojos. Esa chica no te conviene, no es de fiar. Te busca porque es una interesada. Y ya que estamos, la hermana de Oliver tampoco me gusta…
 
Ya veo que has decidido declararles la guerra a las dos… Mira, tengo muchas cosas que hacer antes de la reunión, así que doy por zanjado este tema…
 
Te conozco Daniel. No estás siendo claro conmigo y eso me preocupa, insisto en que…
 
Mira Bruce, para que te quedes tranquilo te diré que entre ella y yo no hay nada serio, solo nos estamos divirtiendo, ¿entiendes? Si lo que te preocupa es que ella por estar conmigo tenga más poder en la empresa, o lo que sea que estés pensado, no ocurrirá…
 
Entonces, ¿es sólo una más de todas las que te tiras?—El silencio que sigue a esa pregunta me deja sin respiración…—¡Contéstame!
 
Si, eso es...—¿Qué? ¿Soy una más?¿Sólo nos estamos divirtiendo? ¿Qué coño está pasando?Empiezo a respirar agitadamente presa creo de un ataque de ira.
 
Espero que no estés mintiéndome Daniel, no me gustaría descubrir que en realidad estás enamorado de ella y tener que llegar al punto de recordarte el tipo de clausula que refleja en su contrato…
 
Bruce… Si algún día llegaras a hacer eso, entonces no tendré más remedio que refrescarte la memoria, que por lo que veo no te funciona demasiado bien y dejarte claro de una maldita vez quien es el jefe aquí...—De repente, dejo de escuchar la conversación. Ya está todo dicho.
 
 
Me pongo en pie y, como un león enjaulado empiezo a caminar de un lado a otro del despacho. ¿Qué cojones ha pasado allí dentro? ¿Por qué dijo que entre él y yo no había nada serio? ¿Acaso no fue él quién fue a buscarme a Ibiza para convencerme de que estar juntos era lo mejor? ¿Qué haría lo que fuera para que estuviera con él? ¿Qué juntos viésemos a donde nos llevaba esta historia? ¡Joder, pues ahora tengo muy claro a donde cojones nos ha llevado! ¡A ninguna parte! He estado enamorándome día a día de él hasta el punto de quererlo con toda mi alma, tan ciega de amor que no vi que lo único que el pretendía era ¿divertirse conmigo? Soy una estúpida y decididamente, no tengo remedio. Como que me llamo Olivia Murray que esto lo soluciono yo, si, o si.
 
Cojo del perchero mi abrigo y me lo pongo, necesito salir de estas cuatro paredes antes de que cometa una locura. También cojo mi bolso del cajón. Cuando estoy a punto de salir por la puerta aparece Rebeca.
 
¿A dónde vas?—Pregunta mirándome extrañada—¿Ha pasado algo?
 
Ahora no tengo tiempo Rebeca, necesito salir de aquí—y sin más abro la puerta y me voy…
 
 



lunes, 21 de diciembre de 2015

R.D.C. CUANDO MENOS TE LO ESPERAS PARTE I

 
 
 
 
 
Por fin ha llegado el otoño a la ciudad. Todo está cubierto de esos colores ocre que tanto me gustan y, que me hacen sentir bien. Me gusta esta estación, bueno, en realidad me gustan todas. Cada una de ellas, tiene algo que me maravilla, pero sobre todo, lo que más me llama la atención, es ver como todo cambia a su paso y, lo sutilmente que nos enseñan que el tiempo pasa, que no se detiene ni por mi, ni por nadie.
 
Hace dos semanas que he vuelto a mi rutina habitual, a mi trabajo, y a pesar que no comparto mi día a día con Daniel porque él está en San Francisco, lo llevo bastante bien. Echo mucho de menos no tenerlo tocándome las pelotas en la oficina, pero sobretodo, lo echo de menos cada noche en mi cama. Mi cuerpo se ha acostumbrado demasiado rápido a sentir sus brazos rodeándolo mientras dormimos. En realidad, para ser sincera conmigo misma, todo de él, lo echo de menos.
De momento, nuestra relación está limitada a los fines de semana y, aunque me gustaría tenerlo junto a mi a cada instante, me conformo con disfrutarlo de viernes a domingo e incluso a veces hasta algún lunes por la mañana. Nuestros reencuentros, son intensos y apasionados, a cada cual mejor, y luego, nuestro día a día es simplemente perfecto. No es que mis miedos y mis dudas hayan quedado del todo olvidadas, para nada, siempre están ahí, en algún rincón de mi mente, recordándome que hay algo pendiente en mi vida, pero como he decidido disfrutar al máximo de mi relación con mi “pitufo gruñón”, pues sencillamente las cubro con un poco de indiferencia y sigo adelante.
 
Lo único que no llevo nada bien de la ausencia de Daniel, es tener que soportar la presencia de Bruce cada dos por tres en el despacho. Me mira de una forma extraña que me hace sentir muy incómoda. En más de una ocasión ha intentado acercarse a mi más de lo necesario, por eso últimamente intento no quedarme a solas con él bajo ningún concepto. Su sola presencia me repugna. Sé de sobra lo que pretende, por eso creo que de momento ha pasado por alto que nos viera a mi y a su hermano aquella vez en el restaurante en actitud cariñosa. Lo que él no parece saber es que yo no soy una mindungui y, cuando menos se lo espere, de seguir así, tendré que dejarle las cosas claras, aunque lo único que consiga con ello, sea buscarme problemas.
 
Rebeca que no tiene ni un pelo de tonta, también se ha dado cuenta de la actitud de Bruce y, en la oficina no me deja sola ni a sol ni a sombra. Por si las moscas, se mantiene pegada a mi, tanto que hasta podríamos pasar por hermanas siamesas y, se lo agradezco en el alma. Me ha sugerido que se lo comente a nuestro jefe y mi chico, por tratarse claramente de un caso de acoso, pero todavía no lo he hecho y no estoy muy segura de estar haciendo lo correcto al mantener la boca cerrada en este asunto. Sospecho que al final, haga lo que haga, de los problemas no me salva nadie.
 
En estas dos semanas, he recibido dos invitaciones seguidas del club. Por supuesto que no he ido, estoy loca, pero no tanto como para liarme la manta a la cabeza e ir a darlo todo a las reuniones. La verdad, he de reconocer que lo echo de menos. No las reuniones en si, más bien el estar con Jack. No termino de lograr sacármelo de la cabeza, y mira que lo intento ¿eh? Pero nada, no hay manera. A veces, me despierto en mitad de la noche con las hormonas por las nubes por culpa de esos sueños que siguen atormentándome. Menos mal que nunca me ha pasado estando con Daniel dormido a mi lado, porque ¿cómo explicarle que mi cuerpo reacciona de esa manera por culpa de otro hombre? Un hombre al que sexualmente conozco pero del que en realidad no sé nada...
 
Rebeca me saca de mis pensamientos al entrar en nuestro despacho parloteando sin parar. Viene con la comida para ambas ya que hemos decidido comer aquí mismo. Fui yo la que se lo sugerí, quiero tratar de convencerla para que le sonsaque información a su hermano y, nuestro despacho nos da toda la intimidad que necesitamos para este tipo de conversación sin tener que estar mirando por encima de nuestros hombros si a nuestras espaldas, hay algún cotilla poniendo la oreja. Nos acomodamos en su mesa. Filete de ternera con guarnición para mi y, ensalada césar para ella. Comemos en silencio, supongo que Rebeca rumiando el que Paul sigue pasando de ella y yo, buscando una manera sencilla de proponerle a Rebeca mi plan.
 
Rebeca—digo rompiendo el hielo—, desde la noche de chicas del otro día, hay algo que me ronda la mente…
 
Soy toda oídos—contesta haciendo a un lado su ensalada y mirándome con curiosidad.
 
Verás, siendo tu hermano y Daniel tan amigos y, sabiendo que tiene muchas cosas en común, ¿crees que exista la posibilidad que ambos acudan a las reuniones del club juntos?
 
Pues no sé que te diga, es probable, pero mi hermano jamás me insinuó nada respecto a que Daniel fuera miembro del Lust. Ya te comenté que no le gustaba demasiado hablar del tema conmigo y, aunque lo hiciera, supongo que nunca nombraría a nuestro jefe. A él no le importa que su familia sepamos a donde va de vez en cuando para divertirse, pero no todo el mundo es como él.
 
Si, lo entiendo. No dejo de pensar en ello y la duda me está matando. Oye, ¿no podrías intentar sonsacarle información a tu hermano? Como estás interesada en formar parte del club, pues tampoco sería absurdo que le preguntaras si a parte de él hay alguien conocido ¿no?
 
Claro que puedo hacerlo, ya me conoces...—me guiña un ojo traviesa—. Pero dime, si descubro que Daniel también es miembro ¿que harás?
 
Supongo que nada. No podría recriminarle que fuera a esas reuniones cuando yo también lo hago ¿no? Saberlo me ayudaría a mi a ser totalmente sincera con él y, quien sabe, quizá hasta podríamos ir juntos. Entonces, ¿lo harás?
 
¡Por supuesto! Pero mi investigación tendrá que esperar, porque mi hermano y mi cuñada están de viaje y no vendrán hasta dentro de unos días. Te prometo que en cuanto tenga oportunidad, le haré a mi hermano un tercer grado para enterarme de todo, aunque te advierto que el muy memo es duro de pelar.
 
Muchas gracias, estaba completamente segura de que aceptarías mi descabellado plan.
 
bueno, ya sabes que si hace falta la menda lerenda se apunta a un bombardeo, así que ten paciencia y, déjalo en mis manos—Las dos reímos cómplices.
 
Más tarde, me encuentro en mi despacho sola. Son más de las cinco y todos han abandonado sus puestos de trabajo, pero yo me he quedado un ratito más porque mañana habrá una reunión muy importante con todos los directivos de la empresa y, a la que yo acudiré como directora ejecutiva de aquí en Manhattan. Quiero estar bien preparada con los temas que van a exponerse para poder dar mi opinión en lo que sea que vaya surgiendo, sobretodo en el tema de San Francisco que trae a mi chico de cabeza. Rebeca ha insistido en quedarse conmigo, pero al saber que Bruce no anda por la oficina, le dicho que podría irse tranquila, que no me quedaría mucho tiempo y que además, el tío de seguridad siempre se daba una vuelta por allí. No muy convencida se marchó, y yo me puse manos a la obra.
 
No llevo ni media hora sola, cuando noto la presencia de alguien en mi despacho. Alzo la mirada creyendo que al final mi amiga ha decido dar la vuelta y quedarse conmigo y, para mi desgracia, me encuentro con los ojos del hermano de Daniel puestos en mi. ¿Qué coño está haciendo él aquí en mi despacho? Auguro que nada bueno.
 
¿Puedo ayudarte en algo Bruce?—Pregunto seria.
 
Podrías si quisieras… No imaginé encontrarte aquí sin tu carabina...—Dios, si hasta el tono de su voz me asquea. Aparentando una tranquilidad que en realidad no siento, me levanto. Hay discusiones que es mejor hacerlas de pie por si las moscas. Cierro la carpeta que tengo encima de la mesa y la recojo.
 
Me pillas por los pelos, estaba a punto de irme…—Se acerca sigilosamente a mi y acaricia con un dedo mi cuello. Me aparto bruscamente y, me encaro a él—. ¡No vuelvas a tocarme!
 
No te hagas la estrecha gatita. Sé que te follas a mi hermano, ¿qué buscas? ¿Subir un escalón más en la empresa? Pues déjame decirte que no lo conseguirás. Daniel no es idiota y sabe de sobra lo que pretendes, pero, si fueras tan cariñosa conmigo como lo eres con él, yo podría darte todo lo que quisieras…
 
¡No te atrevas a acercarte a mi!—espeto con rabia.
 
¿O qué?—susurra mientras posa sus manos en mis hombros y acerca su cara a la mía.
 
¡Suéltame pedazo de cabrón!—Sin pensarlo dos veces, le doy un rodillazo en su entrepierna consiguiendo que me suelte en el acto y que se doble de dolor—. ¡¡Jamás vuelvas a acercate a mi hijo de puta!!—Cojo mis cosas y corro hacia la puerta.
 
¡Esta me la pagaras!—Aúlla, no sé si de dolor o de enfado.
 
¡No te tengo miedo! Vuelve a acercarte a mi y te denunciaré—Tras decir esto último cierro la puerta y corro al ascensor. No creo que se atreva a venir corriendo detrás de mi, pero como vale más prevenir que luego lamentar, paso de esperar a que el ascensor suba y bajo disparada por las escaleras.
 
Una vez en la calle, me apoyó en la pared del edificio para recuperar el aliento. He pasado un miedo espantoso, menos mal que mi cuerpo trabaja por cuenta propia y mi rodilla fue ágil, porque sino, sabe Dios lo que podría estar pasando en estos momentos. Aunque vivo cerca del trabajo, esta vez decido para un taxi para volver a casa. Después de lo ocurrido, no creo que mis piernas puedan sostenerme por más tiempo. En cuanto llego, me doy una ducha para borrar de mi cuerpo la sensación de asco y, solo cuando creo que soy capaz de articular las palabras sin tartamudear, llamo a Rebeca y le pongo al corriente de lo que ha pasado. Ella, con razón, me pega una bronca diciéndome que hacía días que tenía que haber hablado con Daniel para que le parara los pies a su hermano y, que debería de ir a la comisaría más próxima para denunciarlo.
 
Esa noche, apenas consigo dormir. Cada vez que cierro los ojos siento a ese hijo de su madre cerca de mi y me dan escalofríos. Mañana en cuanto llegue a la oficina y vea Daniel, hablaré con él. Espero que no sea demasiado tarde...
 
 








 


viernes, 18 de diciembre de 2015

R.D.C. SI, NO, TAL VEZ



He pasado de estar sentada en el sofá a estar literalmente tirada encima de la cama, con los ojos abiertos como platos mirando a ese oráculo particular que es el techo de mi habitación con la esperanza de que me muestre las respuestas adecuadas a todas mis dudas que son muchas, demasiadas. En las últimas horas, mi cerebro parece una lavadora en el programa de centrifugado, vueltas hacia un lado, vueltas hacia el otro y, lo único que estoy consiguiendo con ello a parte de un terrible dolor de cabeza, es desesperarme.
SI, sé que en algún momento tengo que hablar con Daniel y contarle lo del club, lo malo es que no tengo ni idea de cuando llegará ese momento, porque sinceramente, viendo lo visto, si antes estaba acojonada, ahora lo estoy más, aunque no sé si realmente existe un motivo para sentirme así porque él, NO debería de enfadarse por ello ya que cuando tomé la decisión de solicitar una suscripción en el Lust, entre Daniel y yo, no había ni la más mínima posibilidad de estar juntos. Mi animadversión por él era tan potente que ni de coña hubiera imaginado que tan solo dos meses después estaríamos embarcados en una relación rara y complicada por ser él quien es y, por mi reticencia a enamorarme. Así que TAL VEZ me esté preocupando por algo que realmente no vaya a ocurrir, que solo sea mi cabeza que para no perder la costumbre, le gusta darle demasiadas vueltas a todo para conseguir volverme loca.
Desde que Rebeca salió por la puerta esta madrugada, la casualidad de que Daniel también sea miembro del club al igual que su mejor amigo Oliver Hamilton, osea Hércules, arraiga con fuerza en mi interior. Ha empezado como un simple pensamiento para ir echando raíces en mi cerebro y quedar plantado fuertemente ahí, como un roble. ¿Qué por qué pienso eso? Muy simple, porque hasta no hace poco tiempo los dos amigos hacían todo juntos, por eso mi sorpresa al enterarme de que el hermano de mi amiga estuviera casado nada más y nada menos que con Bella, lo que me lleva a plantearme la siguiente pregunta, ¿qué clase de matrimonio es ése? ¿Será solamente un paripé de cara a la galería? Porque que yo sepa ella solo se acuesta con mujeres en las reuniones, bueno, da igual, lo cierto es que eso precisamente a mi, ni me va ni me viene, no es mi problema y no pienso perder el tiempo cuestionándome algo que no es de mi incumbencia.
Volviendo al tema de Daniel y su posible pertenencia al club. ¿Y si todo este tiempo el también hubiera estado en las mismas reuniones que yo? ¿Y si de en lugar de Hércules fuera él con quién me hubiera acostado mi primera vez? ¿Lo hubiera reconocido? Probablemente no, aquel día estaba demasiado nerviosa, pero, ¿y él a mi? Joder, ¿en serio estoy planteándome que exista la posibilidad de que mi “pitufo gruñón” sea miembro del “Lust”? Pues va a ser que si. ¿Podría averiguarlo de alguna manera? Supongo que si, que hay una manera. Que Rebeca le pregunte discretamente a su hermano si a parte de él y de su esposa, hay en el club algún conocido más y de quién se trata. Sonrío al imaginarme a mi amiga en plan detective privado, conociéndola, es capaz de traerme hasta el número de identificación. Dios, creo que el no haber pegado ojo en toda la noche, está haciéndome empezar a desvariar. Seguro que si consiguiera dormir unas pocas horas y descansar, lo vería todo desde otra perspectiva y, me daría cuenta de que nada es tan complicado como parece. Tengo que intentar relajarme de alguna manera y dejar de pensar, pero, ¿cómo lo hago?
Para empezar, voy al cuarto de baño y, pongo la bañera a cargar, me vendrá bien sumergirme en agua muy caliente para desentumecer los músculos de mi cuerpo, quizá así consiga liberar toda la tensión que se ha acumulado en éstos durante la noche. Una hora después, con los dedos de los pies y de la manos arrugados como uvas pasas, salgo del agua y me pongo un pijama. Voy a la cocina y me preparo una infusión doble de esas que llevan varias clases de hierbas. Me la tomo de pie, apoyada en la encimera de la cocina mientras leo un mensaje que me ha llegado de Daniel hace un rato.
«Buenos días nena, no he querido llamarte por si aún estás dormida. Llámame en cuanto leas el mensaje. Tengo ganas de oír tu voz. Ayer te eché mucho de menos»
«Ayyy Daniel, si tu supieras...—pienso». Marco su número de teléfono, yo también le he echado muchísimo de menos, y eso que solo hemos pasado separados unas pocas horas. No quiero ni pensar en lunes cuando él se vaya a San Francisco y yo me quede aquí. Si con unas pocas horas ya me siento así, ¿cómo voy a sentirme cuando esté sin verlo cinco días?
Hola—digo en cuanto oigo su voz al otro lado de la línea.
Hola nena, ¿qué tal? ¿Se alargó mucho la noche de chicas?
Estoy bien, agotada y muerta de sueño, porque si, la noche de chicas se alargó demasiado y, después al estar despejada no he podido dormir, y ahora estoy que me caigo de sueño. ¿Qué tal tu? ¿Estuvisteis hasta muy tarde en la cervecería?
No sé lo demás, pero yo no. Cuando hablé contigo por última vez, me fui a casa. Si me hubieras dejado ir a dormir contigo…
Daniel, no podía dejar que vinieras. Rebeca necesitaba desahogarse, y contigo pululando por aquí, no hubiera sido lo mismo.
Ya bueno… ¿Por qué no me llamaste cuando ella se fue?
Porque eran más de las seis, era muy tarde para hacerte venir ¿no crees?
Pues no me hubiera importado para nada levantarme a esa hora de mi cama para ir a meterme en la tuya…
¿Estás molesto por qué no deje que ayer vinieras a dormir conmigo?
No nena, solo estoy dejando claro mientras seas tu la que me llame, siempre estaré disponible sea la hora que sea.
Gracias. Lo tendré en cuenta…
¿Qué vas a hacer ahora?
Pues voy a meterme en la cama e intentaré dormir un poco, estoy molida.
¿Cuánto será un poco? Tengo muchas ganas de verte nena.
Pues no lo sé Daniel…
¿Me llamarás en cuanto te despiertes?—Me dice con voz melosa.
Por supuesto. Será lo primero que haga en cuanto abra los ojos.
Pues estaré esperando impaciente…
Luego hablamos ¿vale?—Y sin más cuelgo. ¿Por qué tengo la sensación de estar siendo desleal con él? Hago a un lado la respuesta, si en estos momentos me paro a escucharla, todos los malos pensamientos empezarán de nuevo. Me acuesto en mi cama, no sin antes quitarle el sonido al teléfono. No quiero ni necesito que nadie me moleste. Solo quiero cerrar los ojos y dormir profundamente.

Bastantes horas más tarde, tantas que vuelve a ser por la noche, y no, no he dormido hasta ahora, me encuentro en mi cama observando como Daniel duerme. Parece que el estar así, contemplándole después de haber tenido una buena ración de sexo, se ha vuelto una costumbre para mi. Estoy inquieta y molesta conmigo misma. Desde luego el haber tomado la decisión de dejar de momento las cosas como están no ha servido para nada, porque mi conciencia no para de recordarme una y otra vez que estoy metida en un buen lío. Por suerte para mi, ésta me ha dado un respiro en cuanto mi “pitufo gruñón” entró por la puerta esta tarde con la idea de llevarme al teatro a ver un musical y después a cenar. Sólo ahora, en la oscuridad de mi cuarto, mis miedos y temores vuelven a mi después de haberme dado una tregua.
También he pensado en lo extraño de haber visto a Bruce en el restaurante donde Daniel me llevó a cenar y, que ni siquiera se haya dignado a venir a saludar, ya no digo a mi, que al fin y al cabo para él no soy más que la directora ejecutiva de D&D, pero ¿por qué no saludar a su hermano? Algo me dice que era por estar en mi compañía, ya sabemos todos lo que piensa él respecto a las relaciones no profesionales. Lo vi en cuanto me senté a la mesa, la mirada de desdén que me dedico me dejó clavada en la silla, pero solo fue un momento porque al recordar la clase de persona que es, enseguida me vine arriba y le devolví la mirada, consiguiendo con ello que no tardara ni dos segundos en mirar hacia otro lado. En ese momento, no le di la mayor importancia, pero claro, ahora, veo con total claridad que mi situación no hace más que empeorar a pasos agigantados. No sé exactamente cuánto tardará Bruce en meter sus tentáculos donde nadie le llama, pero que los meterá lo tengo clarísimo. Que consiga o no algo con ello, no tengo ni la menor idea, pero no me quita nadie de la cabeza que de alguna manera intentará complicarnos la vida, aunque una de las partes afectadas sea su hermano. A todo esto, Daniel ni cuenta se dio de nuestro cruce de miradas, y por supuesto, yo mantuve la boca cerrada por si acaso.
Una vez terminada la cena, caminamos cogidos de la mano hasta el teatro. La experiencia de ver un musical en directo me encantó. Como en casi todo desde que salgo con Daniel, era la primera vez que acudía a un espectáculo de esa envergadura. Y digo envergadura porque por lo visto era el estreno y aquello estaba lleno de gente muy, muy conocida. Menos mal que sin saberlo, iba vestida para la ocasión, porque de no haber sido así, me hubiera largado a casa con tal de no dejar en evidencia a mi chico. El musical duró aproximadamente dos horas, y en cuanto terminó, fuimos a un pub bastante conocido a tomar una copa antes de regresar a casa.
Empezamos a quitarnos la ropa en cuanto traspasamos la puerta de mi apartamento, lo que quiere decir que cuando quisimos llegar a mi habitación, ambos estábamos completamente desnudos y deseando estar fundidos el uno en la otra. Apenas hubo palabras, solo sexo, pasión, deseo… Nos saboreamos hasta saciarnos, en un silencio apenas roto por nuestras respiraciones y gemidos. Mis manos, a veces lo acariciaban a medias entre necesidad y desesperación, quizá porque mi subconsciente sabedor de todas mis batallas mentales me hacía actuar así, haciéndome sentir el miedo de que en cualquier momento, lo nuestro llegará a su final. Ahora, exhaustos y saciados, él duerme mientras yo me peleo de nuevo con mis miedos y mis dudas, carcomiéndome por dentro sin tener la seguridad de que en realidad, haya hecho algo mal. Me pego a su pecho y, me abrazo fuertemente a él. Quien sabe si quizá, esta pueda ser nuestra última noche juntos…



miércoles, 16 de diciembre de 2015

R.D.C. CONFESIONES




¡Mierda! No esperaba que mi amiga me soltará esta bomba así tan gratuitamente. Una no nace preparada para este tipo de preguntas. Cierto que había pensado que igual hoy era un buen día para contarle a Rebeca lo de mi hobbie secreto (por llamarlo de alguna manera), pero no imaginaba que fuera de esta manera, y mucho menos que ella iniciara la conversación así, tan en caliente. No puedo abrir la boca y soltarlo a bocajarro, pero está claro que ella algo sabe del tema. Pero, ¿qué sabe exactamente? Es imposible que alguien le haya dicho que yo soy miembro del club ¿o no? Como en boca cerrada no entran moscas, pues eso es lo que haré, mantener de momento el pico cerrado, no vaya a ser que me entre un moscardón de esos y me deje la tráquea obstruida y, esperar a que ella me diga a que viene ésto. Su mirada interrogante me pone nerviosa. Joder ni que fuera mi madre a punto de echarme un rapapolvo. Creo que debería de decir algo, pero ¿el qué?
Aquí Rebeca llamando a Olivia...—me dice al ver que no digo ni mu.
Perdona, estaba distraída pensando en Daniel—menuda fula— ¿qué decías?
Te preguntaba qué sabías del “Lust”…
¿El “Lust”?
Si. Por la cara que has puesto, ya veo que no tienes ni idea ¿verdad? Bueno, pues deja que te cuente.
Rebeca, sé lo que es…
¿Lo sabes?—Asiento— ¿Estás segura?—Pregunta extrañada.
Completamente. ¿Por qué me preguntas por un club de sexo Rebeca?
Verás, desde que Paul pasó de mi, he estado pensando mucho y, estoy harta de andar buscando una relación seria con tíos que está claro que no merecen la pena, y como siempre me salen rana, pues he decidido que a lo mejor, lo que debería de hacer es suscribirme a ese club y simplemente disfrutar un poco sin ningún tipo de ataduras, sin comerme la cabeza ¿me entiendes?
Ajá…—Ella sigue hablando sin darse cuenta de que la expresiones de mi cara pasan por varios estados, incredulidad, sorpresa, miedo…
La verdad es que todavía no lo tengo muy claro. Los miembros del club, pueden de vez en cuando invitar a personas para que lo conozcan y...—¡Joder, lo sabe! Quiere que le haga una invitación personalizada— se lo he dicho a mi hermano, pero no te creas, el muy cretino no está por la labor y me dijo que se lo pensaría. Al final no me quedará más remedio que solicitar una suscripción por mi cuenta.

Poco a poco, suelto el aire retenido en mis pulmones al darme cuenta que no sabe nada de nada que relacione a mi persona con el “Lust”. Un momento, ¿ha dicho que se lo dijo a su hermano? ¿Su hermano? ¡Mierda!, no hay que ser muy inteligente para saber lo que eso significa ¿verdad? Solo faltaría que su hermano y yo nos conociéramos y… No que va, hay demasiada gente, no conozco a todo el mundo que va a las reuniones, solo a unos pocos. Sería demasiada casualidad, así que descarto ese pensamiento. Pero es que la curiosidad me mata y ahora necesito saber quien es su hermano, ¿sería sospechoso que le preguntara por él? «Piensa Olivia—me digo». Que narices, se lo pregunto directamente y listo, que tontería a estas alturas andarse con rodeos, además de esta noche no pasa que Rebeca se entere si o si de lo mío así que…
¿Tu hermano es miembro del club?
Si. Él y su mujer lo son prácticamente desde su inauguración ¿por qué?
Simple curiosidad—respondo— ¿Y qué te ha contado él de ese sitio?
No mucho la verdad, no le entusiasma demasiado hablar conmigo de ese tema. Sé que la reuniones se celebran en ciudades distintas, que los nombres de los miembros son de películas Disney, y que leches, también sé que se lo pasa de puta madre. No entiendo porque se pone en plan hermano mayor y se muestra tan reticente a invitarme.
Dios, no se porque me da que va al final voy a conocer a su hermano…
Pues claro que conoces a mi hermano Olivia—¿Qué? ¿Acabo de pronunciar mis pensamientos en voz alta? Pues va a ser que si.
¿Le conozco?—Me alucina ver que ella no se percata de nada. No sospecha de mis contestaciones ni de mis preguntas…
Por supuesto. Seguro que estás harta de verlo por la oficina.
¿También trabaja en D&D?
No Olivia, mi hermano es el mejor amigo del señor Dempsey. Lo tienes que conocer fijo—joder, esto cada vez se pone peor.
¿Amigo de Daniel? ¿Quién es?
Es Oliver…
¿Oliver Hamilton?
El mismo. ¿No tenías ni idea verdad?
Pues no…—Su hermano es un tío guapísimo que viene mucho por la oficina y, que a más de una de mis compañeras tiene encandiladas y joder, jamás hubiera imaginado que eran familia—. Oye Rebeca, ¿por casualidad sabes el nombre que él usa en el club?
¡Claro! Se puso el nombre de el protagonista de una de sus películas favoritas...—¡Ay madre, si ahora me suelta que es Jack Sparrow me muero!— En las reuniones se hace llamar Hércules, y su mujer Bella.
¡Madre del amor hermoso! ¿Qué? No podía ser el Príncipe Valiente o El Rey León noooo, tenía que ser precisamente Hércules y Bella. Justamente las dos personas con las que me he acostado en el club a parte de Jack. ¡Tierra trágame! No me lo puedo creer, me he tirado al mejor amigo de Daniel, y a su mujer también. ¿Es qué todo tiene que pasarme a mi? ¿Puedo saber qué coño he hecho mal en esta vida para que me pasen estas cosas? ¡¡Estoy horrorizada!!
¿Por qué tienes esa cara de espanto Olivia?—Bueno, llegó la hora de la verdad, es ahora o nunca. Respiro hondo y haciendo acopio de valor empiezo a confesar.
Rebeca, hay algo que tengo que contarte. Espero que entiendas que no te lo haya dicho primero, pero es un aspecto de mi vida que no me gusta ir divulgando por ahí a las primeras de cambio—mi amiga me mira, he conseguido que toda su atención se centre en mi—. Por supuesto que conozco a tu hermano Oliver, estoy cansada de verlo con Daniel, pero eso tu ya lo sabías. Lo que quiero que sepas, es que como miembro del club sexual que últimamente está de moda, también conozco a Hércules y a Bella. No por favor, no me cortes, deja que termine y luego intentaré contestar a tus preguntas—la freno en cuanto la veo abrir la boca, que no estoy muy segura si era para hablar o porque se ha quedado alucinada no, lo siguiente—. Mi nombre en el “Lust”, es Reina de Corazones, y conocí a tu hermano en mi primera reunión, de hecho, aquel día me acosté con él—me tapo la cara muerta de vergüenza—. En otra ocasión Hércules me presento a Bella y, me acosté con los dos…
¡¡Hostia puta Olivia!! Si me pinchan ahora mismo no sangro. Y yo pensando que eras una mojigata y resulta que para nada eres como yo imaginaba. ¡Joder, lo que me acabas de contar es muy fuerte!
¿Estás enfadada?
¿Y por qué iba a estar enfadada? Créeme, entiendo perfectamente que no me lo dijeras. No estoy alucina por eso, sino por lo de mi hermano y mi cuñada. Joder, mira que habrá gente en esas reuniones y precisamente te has acostado con los dos. ¡Qué fuerteeeee, el mundo es un puto pañuelo! Cuéntamelo todo por Dios, estoy a punto de empezar a morderme las uñas.
Ni corta ni perezosa, y ya que estamos, pues de tirados al río, le cuento como fue que di con el club cotilleando por internet. También le cuento que por aquel entonces, hace unos tres meses, mi vida me parecía aburrida y patética y, necesitaba algo que me hiciera reaccionar y cambiar. Algo que me motivara a hacer cosas nuevas y, que tras pensármelo mucho, decidí embarcarme en esta aventura que tantas satisfacciones me ha dado en todos los sentidos, porque lo cierto es que desde que voy a esas reuniones y soy la Reina de Corazones, mi vida ha dado un giro de trescientos sesenta grados o más. Todo a mi alrededor ha cambiado, empezando por mi misma. Ahora me siento más segura como mujer. He cambiado mi forma de pensar, veo las cosas desde otra perspectiva, y por supuesto, he pasado de ser una mojigata como ella me llama a sentirme sexualmente hablando, poderosa. Aunque creo que todavía me falta mucho camino por recorrer, ya que todavía soy incapaz de dejarme llevar del todo cuando simplemente soy Olivia Murray.
Durante más de una hora, le relato mis vivencias en el club y, por primera vez desde que la conozco, he conseguido dejarla muda. Hace gestos de sorpresa y no deja de asentir con la cabeza, pero lo que se dice abrir la boca para decir palabra, pues como que no. Creo que con mi relato, he conseguido avivar su intención de inscribirse en el Lust, porque si antes de comenzar a hablar la veía dubitativa, ahora, la veo totalmente decidida a buscarse un nick, un antifaz y, ponerse el mundo por montera.
Olivia, ahora que más o menos estás manteniendo una relación con Daniel, ¿qué vas a hacer con el club? ¿Vas a dejarlo? ¿Le has dicho algo a él de este tema?—Vaya, ya me parecía a mi que tanto tiempo callada no auguraba nada bueno, acaban de abrirse las compuertas de su boca y miedo me da.
No creas que no he pensado en ello, en un principio pensé que dada mi situación actual, lo mejor sería dejarlo, pero, que quieres que te diga… Llevo poco tiempo con Daniel y, si te soy sincera, temo que en cualquier momento todo se vaya al garete, así que he decidido quedarme como estoy, al menos de momento. Y no, él no sabe nada de ésto. Sé que tengo que decírselo, pero cada vez que pienso en hacerlo, más temo su reacción. Y si encima ahora tengo que contarle que me he acostado con su mejor amigo y con su mujer… pues casi me dan ganas de echar a correr.
Te entiendo, estás en una situación un poco complicada la verdad. Bueno, puedes omitir lo mi hermano, él no sabe quien eres en realidad y por esa parte supongo que estás segura…
Rebeca, no puedo hacer eso. Soy de las que piensa que no se puede empezar una relación de las serias con secretos. Prefiero ser absolutamente sincera con Daniel a temer que tarde o temprano él lo descubra por su cuenta ¿entiendes?
Pues si, también tienes razón.
Seguimos con la conversación un rato más y a lo tonto y a lo bobo y sin percatarnos de que las horas pasan nos dan las seis de la madrugada sentadas en el sofá dándole a la húmeda sin parar. Intento convencer a mi amiga para que se quede a dormir, pero ella se niega, y finalmente llama a un taxi y se va a casa. Por mi parte, ni me molesto en acostarme, con lo que he descubierto hoy, mi cabeza está en pleno rendimiento y no me dejará dormir, ¿qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a contarle a mi “pitufo gruñón que me he acostado con su mejor amigo? Todo pinta mal, muy mal…









lunes, 14 de diciembre de 2015

R.D.C. TARDE DE CHICAS

 
 
 
 
 
 
A las cinco en punto, estoy en la puerta del edificio de D&D esperando a mi amiga, no creo que tarde mucho en verla aparecer. Dicho y hecho, no termino de formular este pensamiento cuando una sonriente Rebeca aparece por la puerta. Se abalanza sobre mi y me abraza. Parece que alguien se alegra de verme a parte de mi Daniel. Yo también me alegro de verla, en estos casi tres meses que llevamos trabajando juntas, le he cogido verdadero cariño. Ella es quien en realidad me está enseñando el valor de la verdadera amistad. Por eso he pensado que quizá hoy, sea un buen día para ser sincera con ella y contarle ciertos aspectos de mi vida que desconoce, y que probablemente la dejen alucinada.
 
Estás guapísima Olivia. ¿Sabes que se tono de piel será la envidia de todas la mujeres de la oficina verdad? Te veo genial, supongo que tendrás muchas cosas que contarme ¿eh pillina?—aunque me fastidie reconocerlo, echaba de menos los interrogatorios de mi amiga. Dios, habla tan rápido que a veces resulta imposible seguir su ritmo. Parece una metralleta, abre la boca y ale, a disparar.
 
Gracias por el piropo, y si, tengo muchas cosas que contarte. Pero no será aquí, vayamos a una cafetería…
 
Pues no perdamos el tiempo, estoy ansiosa por saber que ha pasado entre tu y ya sabes quien…—dice bajando la voz para que los compañeros que están saliendo del trabajo no la escuchen.
 
Cruzamos de acera y entramos en la cafetería de enfrente. Buscamos una mesa apartada del resto de la gente y nos ponemos cómodas. Ambas pedimos una cerveza y, esperamos a que el camarero nos las sirva para empezar a hablar.
 
Venga, no te hagas de rogar y cuéntame—dice impaciente.
 
Primero, decirte que aunque en un principio me cabreé muchísimo contigo por haberle dicho a Daniel donde estaba, hoy, solo puedo darte las gracias por ello. Si no hubieras sido tan boca chancla, seguramente no hubiera pasado con él los mejores días de mi vida. Así que gracias.
 
De nada. Sabía que te ibas a mosquear, pero ya sabes que él puede ser muy insistente si se lo propone, y la verdad, el tío tenía verdadero interés en saber donde estabas y me dio penilla. Además, en cuanto me pidió que le reservara un billete de avión a Ibiza, supe que había hecho lo correcto… ¿Cómo fue? ¿Qué hiciste cuándo le viste?
 
Pues, estaba con un grupo de gente que había conocido allí en la isla, en una fiesta que daba el hotel donde nos alojábamos. Yo estaba en la pista bailando con un amigo y cuando de repente lo vi allí pidiéndole a mi amigo que si le importaba que él bailara conmigo, pues, me quedé alucinada, sin palabras… No podía creerme que él estuviera allí…
 
Ains Olivia, que romántico, parece la escena de una película. ¿Bailasteis?
 
Por supuesto, aunque fue él quien dio el primer paso, yo estaba tan flipada que ni siquiera podía moverme…
 
Durante un rato largo, le relato a mi amiga los días que Daniel estuvo conmigo en la isla. No se lo cuento todo claro está. Los temas de cama mejor me los guardo para mi, con que sepa que disfruté como nunca, es más que suficiente. Le hablo también de mis nuevas amigas asturianas y, de mis amigo gallegos y por supuesto, de todas las fiestas a las que asistí, incluida la cena del restaurante erótico. Ella se descojona cuando precisamente le hablo de esto último, incluso me dice que hubiera dado lo que fuera por ver a una mojigata como yo en un lugar como ese. Si ella supiera…
 
Tres cervezas después y sin que apenas nos hayamos dado cuenta, se hace de noche y Rebeca me propone ir a cenar algo por ahí y después acercarnos a la cervecería “Indiana”. Es viernes y nuestros compañeros estarán allí reunidos. Acepto la propuesta y mientras ella, una vez pagada la cuenta va al baño, aprovecho para marcarle a mi “pitufo gruñón”y decirle donde estaré. Pero no me coge el teléfono así que, aunque odio hablar con una máquina, le dejo un mensaje en el contestador hablando de los planes de última hora.
 
Como ya es costumbre en nosotras, nos acercamos hasta la pizzería que hay cerca de mi casa y nos ponemos moradas. Nos tomamos un café allí mismo y, caigo en la cuenta de que la única que no ha parado de hablar he sido yo. Ni siquiera le he preguntado a mi amiga que tal le va a ella, menuda desconsideración por mi parte. Ella tan pendiente de mi y de mis cosas y en cambio yo, con el monotema Daniel en mi boca. Se acabó hablar de mi.
 
Oye Rebeca, desde que nos hemos visto esta tarde, no he parado de hablar de mi. Lo siento, no quiero aburrirte con mis historias, así que cuéntame. ¿Qué tal tú? ¿Tienes alguna novedad que contarme?
 
Bueno, las cosas no van también como yo quisiera…—Tuerce el gesto en una mueca.
 
¿Por qué dices eso? ¿Qué es lo que ha pasado?
 
Paul y yo hemos roto…
 
¡Pero qué dices! ¿En serio?
 
Si. Como el idiota de Bruce anda por aquí, a él le entró miedo de que pudiera enterarse de lo nuestro y pasó de mi.
 
Joder, lo siento mucho. No imaginé que Paul fuera de los que se retira a la primera de cambio. Esa clausula del contrato es una mierda, y que Bruce ande merodeando por aquí no ayuda mucho la verdad. ¿Es definitivo?
 
Supongo que si, hace días que no hablamos. De todos modos pienso que si se ha rajado tan pronto, es porque lo que siente por mi no es tan importante como para arriesgarse ¿no te parece?
 
No sé que decirte, pero puede que tengas razón. Yo me encuentro en la misma situación, y aunque sé que en cuanto lo mío y Daniel se sepa, nos traerá problemas, por mi parte no pienso echarme atrás.
 
Todos tememos lo que pueda hacer Bruce, cuando lo cierto es que el jefe es Daniel y él es el que tiene la última palabra en todo. Lo que él diga irá misa, se ponga ese gilipollas como se ponga.
 
Supongo que tienes razón. ¿Tú cómo estás?
 
Ahí vamos, tirando. Me cuesta llegar a la oficina y ver que ni siquiera se digna a dirigirme la palabra. A pesar de todo, sigo estando loca por él, supongo que solo será cuestión de tiempo.
 
Eso dicen, que el tiempo lo cura todo, o al menos que pones las cosas donde deben estar.
 
Pues si…
 
Sabes que Paul estará en la cervecería ¿verdad?—Asiente— ¿Y aún así quieres ir? Si lo prefieres podemos buscarnos otro sitio.
 
No. No pienso cambiar mis costumbres porque un tío haya pasado de mi. Además que quieres que te diga, solo con verlo ya me conformo.
 
Esta bien, como quieras. Pero si en algún momento de la noche te quieres largar, no dudes en decírmelo ¿de acuerdo?
 
De acuerdo. ¿Te importa que pida otro café?
 
Para nada, pídeme otro a mi, mientras tanto voy a salir fuera para llamar a Daniel ¿vale? No he hablado con él en todo el día y me resulta extraño—Salgo a la calle y vuelvo a marcarle a mi chico. Esta vez si contesta.
 
Hola nena, voy de camino al “Indiana”, ¿dónde estás tú?
 
Estoy con Rebeca cerca de casa, en la pizzería.
 
¿Quieres que pase a buscaros?
 
No, iremos caminando.
 
¿Va todo bien?
 
Solo necesito estar a solas con ella un rato más. Yo estoy bien, pero ella no está pasando por un buen momento…
 
Me lo temía.
 
¿A qué te refieres?
 
Estos días en la oficina me he dado cuenta que lo que sea que se traían entre manos ella y Paul ya no existe. Apenas se dirigen la palabra y antes buscaban cualquier excusa para ello.
 
Si bueno, Paul ha decidido pasar de Rebeca. Ella cree que es por la clausula que Bruce añadió a los contratos de trabajo.
 
Ya entiendo…
 
No sé cuánto tiempo más estaremos aquí, pero si cambiáramos de idea y decidiéramos no ir a la cervecería te avisaré ¿vale?
 
Vale. Espero que Rebeca se anime, luego me cuentas.
 
Está bien. Nos vemos más tarde.
 
Hasta luego nena.
 
Cuelgo el teléfono y vuelvo dentro, donde mi amiga me espera sentada a la mesa cabizbaja y con semblante triste. No me gusta nada verla así. Si Paul no sabe apreciar la suerte que tiene de que una mujer como ella se haya enamorado de él, es que no se la merece. Me acerco y me siento a su lado. Ella intenta dibujar una sonrisa, para disimular su tristeza, pero a mi no me engaña. La he observado sin que me viera y se que esa sonrisa no es real. En fin, en estos momentos me necesita y quiero que tenga claro que estoy de su parte, que haré todo lo que sea necesario para que vuelva a ser la misma de siempre.
 
Permanecemos en silencio un tiempo, ella removiendo su café y yo sin saber que decir por que la verdad, es la primera vez que me encuentro en esta situación. ¿Qué debo hacer? Supongo que simplemente esperar a que ella de el primer paso y siga hablando. Está muy pensativa, tanto que casi puedo oír los engranajes de su cerebro funcionando, ¿qué estará pasando por esa cabecita loca? Seguro que nada bueno porque su cara es un poema. De repente suelta una carcajada, desde luego sea lo que sea que le esté pasando por la mente, por lo menos la hace reír, eso es positivo ¿no?
 
Oye Rebeca—le digo—, estamos aquí al lado de mi casa. ¿Por qué no subimos, nos ponemos cómodas y pasamos de ir con los demás? Nos vendrá bien tener una noche solo de chicas ¿no crees?
 
¿Sabes? Creo que tienes razón. Pensé que podría ir al Indiana sin más, pero no me siento con fuerzas de ver a Paul allí ignorándome por completo. No, hoy no es eso lo que necesito.
 
Pues no se hable más, tomémonos estos cafés y subamos.
 
Quince minutos más tarde, entramos por la puerta de mi apartamento. He llamado a Daniel y le he dicho que no contaran con nosotras, que preferíamos quedarnos aquí en casa y hablar tranquilamente. Cuando me ha dicho que vendría a pasar la noche conmigo, muy a mi pesar le he dicho que no. No quiero que por su presencia Rebeca se vea en la obligación de marcharse, además es ella la que me necesita y como amiga suya que soy, me tendrá a su entera disposición.
 
Mientras ella se pone cómoda en el sofá, saco unas cervezas de la nevera, le entrego una y le damos un buen trago. Cuando dije lo de ponernos cómodas lo dije de verdad, así que me descalzo y me siento a su lado con las piernas encogidas. Cuando levanto la mirada, Rebeca está mirándome con esos ojos pícaros tan característicos suyos.
 
¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?
 
Necesito darle un cambio a mi vida…
 
¿Si? ¿Y en qué estás pensando si puede saberse?—Tarda unos segundo en contestar. Miedo me da.
 
Olivia, ¿qué sabes del “Lust”?—Me atraganto con la cerveza y empiezo a toser como una loca…