Pegados
como calcomanías entramos en su magnífica habitación, de la que
por cierto, poco puedo admirar ya que Daniel ocupa todo mi campo de
visión, y que coño, no he venido a cotillear la habitación, he
venido a otros asuntos digamos más placenteros, mucho más
placenteros. Absorta, miro como va despojándose de su ropa
lentamente, yo diría que demasiado lentamente para mi gusto, pero
bueno, todo a su debido tiempo, que tampoco tenemos prisa ¿no?
Aunque, para ser sincera, como no apague pronto con su manguera el
fuego que corroe mis entrañas, acabaré convirtiéndome en la mujer
que se transformó en ceniza por su alta temperatura corporal. ¡Dios,
como se me va la pinza! Estoy demasiado nerviosa, o eso creo porque
no dejo de mover mis manos y, estrujar mis dedos. «Relájate, estás
donde deseabas estar, así que por el amor de Dios Olivia, cálmate y
disfruta, que a eso has venido leches—me repito ésto varias veces,
como si fuera un mantra».
Mientras
el va quedándose poco a poco desnudo, yo voy haciendo lo mismo. Más
que nada para que pruebe su propia medicina y, que sepa lo que se
siente. Que sepa la tortura que estoy viviendo al verlo desvestirse
tan despacio. Y parece que mi táctica surte efecto, porque en
cuestión de segundos, está en pelota picada, como Dios lo trajo a
este mundo y, arrodillado a mis pies deslizando las medias de seda
que llevo puestas por mis piernas. ¡Madre mía! ¿Cómo describir lo
que siento al sentir el roce de sus dedos? Sus manos suben hasta el
fino elástico de mi minúsculo tanga de encaje negro y, realiza la
misma operación que con mis medias. El cosquilleo entre mis piernas
se intensifica, me siento tan húmeda…
Dispuesto
a seguir torturándome, pasea su lengua por mis muslos, sin llegar a
esa zona que precisamente, anhela tanto ese contacto. Sujeto a mi
culo, deposita cálidos besos en mis caderas y, cuando creo que por
fin va hacia la zona más afectada, la pasa de largo. ¡Maldito
cabrón, está haciéndolo aposta, al muy cretino le encanta verme
sufrir! Entonces de golpe y sin previo aviso zas, un lametón en el
centro de mi sexo, y otro, y otro más… Joder, apoyo mis manos en
su cabeza, estoy a punto de perder el equilibrio y caer desplomada al
suelo. Me aprieto más contra su boca y él , hunde su lengua en mi
cavidad hasta el fondo, succiona, absorbe, tira, y chupa sin darme
tregua. Y por si eso no fuera suficiente para hacerme perder la
cabeza y enloquecer, introduce uno de sus dedos, dentro y fuera,
repetidas veces, hasta que no puedo más y un orgasmo fulmina todo mi
ser.
Se
pone en pie y me coge en brazos para dejarme justo en el entro de la
cama, está tan excitado… Digo yo que habrá que remediarlo de
alguna manera ¿no? Me incorporo y poniéndole una mano en el pecho,
le obligo a recostarse, para después encaramarme a él y hacerlo
mío. Empiezo por su cara, beso su frente, sus párpados, su nariz,
una mejilla, la otra… Resigo con mi lengua el contorno de sus
labios para terminar introduciéndola en su boca y, saborearlo. Noto
el gusto salado de mis flujos vaginales en su boca y no sé porque,
pero eso me pone a cien. Quizá porque gracias a esa boca, acabo de
tener un orgasmo sublime y difícil de olvidar. A la vez que devoro
su boca, mis traviesos dedos, trazan círculos en sus pezones y mi
pubis se restriega contra su duro pene. Lo oigo gemir, suplicar que
no pare. Cojo su glande hinchado y con él, voy abriendo paso entre
mi sexo y, lo penetro muy lentamente en mi. Totalmente empalada en
él, le miro. Sus ojos cerrados y su mandíbula tensa me indican que
necesita concentrarse para no dejarse ir. Me muevo, arriba y abajo,
una, dos, tres, circulo rotativo y, vuelta a empezar. Clava sus dedos
con fuerza en mis caderas para profundizar más en mi y, llenarme por
completo. ¡Oh señor, esto es gloria bendita! Nuestros movimientos
se vuelve más enérgicos, contundentes, con un toque salvaje que
termina por desatar nuestra lujuria y así, a un ritmo frenético,
ambos culminamos en un clímax devastador que nos deja saciados y
exhaustos. Aunque por poco tiempo, porque en cuanto nos recuperamos,
volvemos a empezar desde el principio…
La
claridad de la mañana inunda la estancia, y yo abro los ojos
lentamente para que la de luz no me deje ciega. Pero si lo hace la
visión al observar detenidamente el rostro del hombre que descansa
plácidamente a mi lado. Es tan guapo, tiene las facciones tan
perfectas que, no dejo de maravillarme. Este hombre hace conmigo lo
que quiere, y yo encantada de la vida no opongo ningún tipo de
resistencia porque me gusta lo que hace conmigo y lo más importante,
me gusta como me hace sentir.
En
cuanto abre los ojos, lo primero que hace es sonreír, ¡por favor,
esa sonrisa impacta directamente en mi entrepierna! ¿Cómo lo hace?
Se inclina para darme un beso, pero más rápida que el correcaminos,
subo la sábana y me tapo la boca con ella, igual que hizo Julia
Robertes en la película “Pretty Woman”, ¿os acordáis? Mi
aliento a esta hora tan temprana puede ser perfectamente un arma de
destrucción masiva y, no quisiera fulminarlo, ¡Dios me libre!
Suelta una sonora carcajada por lo que acabo de hacer y me rodea la
cintura, llenando de calor mi cuerpo con ese abrazo.
— Buenos
días nena, ¿has dormido bien?—Asiento, tímida. No estoy
acostumbrada a despertarme de buena mañana tan bien acompañada.
¿Alguna vez podré acostumbrarme a algo así? Lo dudo…
— ¿Te
importa que vaya al baño? Necesito lavarme los dientes…
— Adelante,
es todo tuyo, aunque me gustaría que antes me dieras un beso…
— ¿Estás
loco? ¿Acaso quieres morir o que?—Se descojona de la risa y me
suelta para que pueda moverme e ir al baño.
Abro
el grifo de la ducha, ya que estamos, tampoco me vendrá mal pasar mi
cuerpo por agua, que también lo necesita y, no, no me huele el
sobaco ni nada parecido. Es que me apetece darme una ducha y punto,
que yo soy muy, muy limpia jolines. Dejo correr el agua hasta que
sale calentita y mientras tanto me cepillo los dientes con uno de
esos cepillos de viaje que ponen en los hoteles. Cuando creo que la
temperatura del agua es la adecuada, me meto directamente debajo del
chorro. ¡Mmm, que bien sienta leches…! De pronto, se abre la
mampara y aparece mi pitufo gruñon en todo su esplendor.
Si
mediar palabra, me hago a un lado para dejarlo entrar, de ninguna
manera voy a desaprovechar esa deliciosa oferta, ¡ni de coña! Coge
el bote de gel que hay en el estante detrás de mi y se echa una
buena cantidad en la palma de su mano y claro, con ese gesto, la
menda ya está húmeda, y no precisamente por el agua que resbala por
mi cuerpo, ¡qué va!
Sin
despegar sus ojos de los míos, frota ambas manos hasta hacer una
abundante espuma para a continuación posarlas sobre mis hombros y
empezar a masajearlos pausadamente, volviendo mis piernas en gelatina
al instante. ¿Siempre va a ser así con él? ¿Voy a dejar de tener
voluntad propia estando en su compañía? Por primera vez, me resulta
sencillo bloquear mi cerebro para que deje de emitir preguntas
estúpidas y, dejarme llevar por las sensaciones tan increíbles que
Daniel despierta en mi. Pero cuando veo a donde se dirigen sus manos,
le detengo. Esta vez quiero ser yo quien le de placer con la boca,
estoy hambrienta y me apetece desayunar una buena porra.
Con
mi mano apoyada en su pecho, le empujo hasta que su espalda toca los
azulejos de la pared. Después, poso mis labios en su pecho, saco la
lengua y, desciendo hasta su ombligo lamiendo muy despacio, muy, muy
despacio para volver a ascender hacia su pecho de igual manera. Estoy
torturándolo al igual que la noche anterior él hizo conmigo y, lo
disfruto, me gusta ver esos gestos de placer en su cara, ver como se
tensa su abdomen por la anticipación de sentir mi boca en su
excitado y duro pene. Me arrodillo y acaricio sus perfectos oblicuos
continuando unos minutos mas con la tortura, y por fin, abarco con mi
mano mi ansiado desayuno y empiezo a chupar y lamer mientra muevo mi
mano arriba y abajo. Él gime y se agita, moviendo las caderas
adelante y atrás, estoy llevándolo al límite y eso, me gusta. Si,
yo también tengo ese poder sobre él, si, yo también puedo hacerle
perder el control con mi boca y si, ¡me siento poderosa! Pero aunque
estoy deseándolo, no consigo que se corra en mi boca. Cuando creo
que está a punto de llegar, me alza con fuerza y me pega a la pared,
de manera que mis pechos quedan aplastados contra los azulejos
templados por el agua caliente de la ducha y, sin darme tiempo a
reaccionar, me embiste desde atrás. Clava sus dedos en mis caderas
y me empotra literalmente con una de sus embestidas, ¡joder, que
intenso! Entre jadeos arrítmicos le suplico que no deje de moverse,
y él muy obediente sigue empalándose en mi sin descanso, hasta que
que no resisto más y me corro gritando su nombre, un minuto más
tarde, es él el que jadeando en mi oreja convulsiona sobre mi.
Permanecemos en esa posición durante un buen rato, dejando que el
agua, ayude a que nuestras respiraciones y nuestros sentidos, vuelvan
en si.
Una
hora más tarde, estamos en el restaurante del hotel dando cuenta de
un abundante desayuno, aunque confieso que hubiese preferido quedarme
en la habitación y no salir de ésta hasta el domingo, pero Daniel
quiere ir a la playa y yo, voy a complacerlo, porque me ha prometido
que me lo compensará con creces a la hora de la siesta. ¡Bendita
sea la persona que invento la tradición de la siesta en esta país!
Sin ninguna duda será algo que eche de menos cuando regrese a mi
mundo.
Nunca
imaginé que estar en la playa con él y, un simple chapuzón que en
apariencia es muy inocente, resultara ser tan erótico, ¿o seré yo
y mi mente pervertida que todo lo llevamos al plano sexual? Va a ser
que si, que mi mente es una cochina de mucho cuidado. No es para
menos, ver ese cuerpo prácticamente desnudo continuamente a mi lado
no me da tregua, y mi calenturienta mente, no deja de jugarme malas
pasadas. Si es que soy como una niña pequeña con su regalo de
reyes, no soy capaz de despegar ni mis ojos, ni mis manos de él, le
deseo constantemente, menos mal que ya queda poco para que llegue la
hora de hacerlo cumplir su promesa…
Jajajaja me encantaaaaaa. Ahora a cumplir la promesa.
ResponderEliminarVaya nochecita. Me has dejado con taquicardias.
Un besillo.
Ya era hora de que se dieran un homenaje no? jajajaja
EliminarGracias María besín :)
Puffff qué intensa la nochecita, Virginia!! jajajaja. Parece que los dos tienen hambre atrasada, se entiende que quieran ponerse al día :P
ResponderEliminarYo también debo ser insaciable, ya estoy esperando el nuevo capítulo y la hora de la siesta, ji, ji.
Un besito!!
Jajajaja todas somos unas insaciables Julia, como sigan a ese ritmo, no se que quedará de ellos!! Jajajaja
EliminarGracias Besin :)
Ya ves Virginia aquí me tienes deseando saber como pasaban la noche, todavía no tengo sueño y leere el capítulo de la siesta....
ResponderEliminarMuy bien, así me gusta, que no te quedes con las ganas de saber más!! Jajajaja
EliminarGracias Besin :))