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viernes, 20 de noviembre de 2015

R.D.C. JUNTOS Y REVUELTOS

 
 
 
 
 
Pegados como calcomanías entramos en su magnífica habitación, de la que por cierto, poco puedo admirar ya que Daniel ocupa todo mi campo de visión, y que coño, no he venido a cotillear la habitación, he venido a otros asuntos digamos más placenteros, mucho más placenteros. Absorta, miro como va despojándose de su ropa lentamente, yo diría que demasiado lentamente para mi gusto, pero bueno, todo a su debido tiempo, que tampoco tenemos prisa ¿no? Aunque, para ser sincera, como no apague pronto con su manguera el fuego que corroe mis entrañas, acabaré convirtiéndome en la mujer que se transformó en ceniza por su alta temperatura corporal. ¡Dios, como se me va la pinza! Estoy demasiado nerviosa, o eso creo porque no dejo de mover mis manos y, estrujar mis dedos. «Relájate, estás donde deseabas estar, así que por el amor de Dios Olivia, cálmate y disfruta, que a eso has venido leches—me repito ésto varias veces, como si fuera un mantra».
 
Mientras el va quedándose poco a poco desnudo, yo voy haciendo lo mismo. Más que nada para que pruebe su propia medicina y, que sepa lo que se siente. Que sepa la tortura que estoy viviendo al verlo desvestirse tan despacio. Y parece que mi táctica surte efecto, porque en cuestión de segundos, está en pelota picada, como Dios lo trajo a este mundo y, arrodillado a mis pies deslizando las medias de seda que llevo puestas por mis piernas. ¡Madre mía! ¿Cómo describir lo que siento al sentir el roce de sus dedos? Sus manos suben hasta el fino elástico de mi minúsculo tanga de encaje negro y, realiza la misma operación que con mis medias. El cosquilleo entre mis piernas se intensifica, me siento tan húmeda…
 
Dispuesto a seguir torturándome, pasea su lengua por mis muslos, sin llegar a esa zona que precisamente, anhela tanto ese contacto. Sujeto a mi culo, deposita cálidos besos en mis caderas y, cuando creo que por fin va hacia la zona más afectada, la pasa de largo. ¡Maldito cabrón, está haciéndolo aposta, al muy cretino le encanta verme sufrir! Entonces de golpe y sin previo aviso zas, un lametón en el centro de mi sexo, y otro, y otro más… Joder, apoyo mis manos en su cabeza, estoy a punto de perder el equilibrio y caer desplomada al suelo. Me aprieto más contra su boca y él , hunde su lengua en mi cavidad hasta el fondo, succiona, absorbe, tira, y chupa sin darme tregua. Y por si eso no fuera suficiente para hacerme perder la cabeza y enloquecer, introduce uno de sus dedos, dentro y fuera, repetidas veces, hasta que no puedo más y un orgasmo fulmina todo mi ser.
 
Se pone en pie y me coge en brazos para dejarme justo en el entro de la cama, está tan excitado… Digo yo que habrá que remediarlo de alguna manera ¿no? Me incorporo y poniéndole una mano en el pecho, le obligo a recostarse, para después encaramarme a él y hacerlo mío. Empiezo por su cara, beso su frente, sus párpados, su nariz, una mejilla, la otra… Resigo con mi lengua el contorno de sus labios para terminar introduciéndola en su boca y, saborearlo. Noto el gusto salado de mis flujos vaginales en su boca y no sé porque, pero eso me pone a cien. Quizá porque gracias a esa boca, acabo de tener un orgasmo sublime y difícil de olvidar. A la vez que devoro su boca, mis traviesos dedos, trazan círculos en sus pezones y mi pubis se restriega contra su duro pene. Lo oigo gemir, suplicar que no pare. Cojo su glande hinchado y con él, voy abriendo paso entre mi sexo y, lo penetro muy lentamente en mi. Totalmente empalada en él, le miro. Sus ojos cerrados y su mandíbula tensa me indican que necesita concentrarse para no dejarse ir. Me muevo, arriba y abajo, una, dos, tres, circulo rotativo y, vuelta a empezar. Clava sus dedos con fuerza en mis caderas para profundizar más en mi y, llenarme por completo. ¡Oh señor, esto es gloria bendita! Nuestros movimientos se vuelve más enérgicos, contundentes, con un toque salvaje que termina por desatar nuestra lujuria y así, a un ritmo frenético, ambos culminamos en un clímax devastador que nos deja saciados y exhaustos. Aunque por poco tiempo, porque en cuanto nos recuperamos, volvemos a empezar desde el principio…
 
La claridad de la mañana inunda la estancia, y yo abro los ojos lentamente para que la de luz no me deje ciega. Pero si lo hace la visión al observar detenidamente el rostro del hombre que descansa plácidamente a mi lado. Es tan guapo, tiene las facciones tan perfectas que, no dejo de maravillarme. Este hombre hace conmigo lo que quiere, y yo encantada de la vida no opongo ningún tipo de resistencia porque me gusta lo que hace conmigo y lo más importante, me gusta como me hace sentir.
 
En cuanto abre los ojos, lo primero que hace es sonreír, ¡por favor, esa sonrisa impacta directamente en mi entrepierna! ¿Cómo lo hace? Se inclina para darme un beso, pero más rápida que el correcaminos, subo la sábana y me tapo la boca con ella, igual que hizo Julia Robertes en la película “Pretty Woman”, ¿os acordáis? Mi aliento a esta hora tan temprana puede ser perfectamente un arma de destrucción masiva y, no quisiera fulminarlo, ¡Dios me libre! Suelta una sonora carcajada por lo que acabo de hacer y me rodea la cintura, llenando de calor mi cuerpo con ese abrazo.
 
Buenos días nena, ¿has dormido bien?—Asiento, tímida. No estoy acostumbrada a despertarme de buena mañana tan bien acompañada. ¿Alguna vez podré acostumbrarme a algo así? Lo dudo…
 
¿Te importa que vaya al baño? Necesito lavarme los dientes…
 
Adelante, es todo tuyo, aunque me gustaría que antes me dieras un beso…
 
¿Estás loco? ¿Acaso quieres morir o que?—Se descojona de la risa y me suelta para que pueda moverme e ir al baño.
 
Abro el grifo de la ducha, ya que estamos, tampoco me vendrá mal pasar mi cuerpo por agua, que también lo necesita y, no, no me huele el sobaco ni nada parecido. Es que me apetece darme una ducha y punto, que yo soy muy, muy limpia jolines. Dejo correr el agua hasta que sale calentita y mientras tanto me cepillo los dientes con uno de esos cepillos de viaje que ponen en los hoteles. Cuando creo que la temperatura del agua es la adecuada, me meto directamente debajo del chorro. ¡Mmm, que bien sienta leches…! De pronto, se abre la mampara y aparece mi pitufo gruñon en todo su esplendor.

¿Necesitas que te enjabone la espalda?—Pregunta pícaro.
 
Si mediar palabra, me hago a un lado para dejarlo entrar, de ninguna manera voy a desaprovechar esa deliciosa oferta, ¡ni de coña! Coge el bote de gel que hay en el estante detrás de mi y se echa una buena cantidad en la palma de su mano y claro, con ese gesto, la menda ya está húmeda, y no precisamente por el agua que resbala por mi cuerpo, ¡qué va!
 
Sin despegar sus ojos de los míos, frota ambas manos hasta hacer una abundante espuma para a continuación posarlas sobre mis hombros y empezar a masajearlos pausadamente, volviendo mis piernas en gelatina al instante. ¿Siempre va a ser así con él? ¿Voy a dejar de tener voluntad propia estando en su compañía? Por primera vez, me resulta sencillo bloquear mi cerebro para que deje de emitir preguntas estúpidas y, dejarme llevar por las sensaciones tan increíbles que Daniel despierta en mi. Pero cuando veo a donde se dirigen sus manos, le detengo. Esta vez quiero ser yo quien le de placer con la boca, estoy hambrienta y me apetece desayunar una buena porra.
 
Con mi mano apoyada en su pecho, le empujo hasta que su espalda toca los azulejos de la pared. Después, poso mis labios en su pecho, saco la lengua y, desciendo hasta su ombligo lamiendo muy despacio, muy, muy despacio para volver a ascender hacia su pecho de igual manera. Estoy torturándolo al igual que la noche anterior él hizo conmigo y, lo disfruto, me gusta ver esos gestos de placer en su cara, ver como se tensa su abdomen por la anticipación de sentir mi boca en su excitado y duro pene. Me arrodillo y acaricio sus perfectos oblicuos continuando unos minutos mas con la tortura, y por fin, abarco con mi mano mi ansiado desayuno y empiezo a chupar y lamer mientra muevo mi mano arriba y abajo. Él gime y se agita, moviendo las caderas adelante y atrás, estoy llevándolo al límite y eso, me gusta. Si, yo también tengo ese poder sobre él, si, yo también puedo hacerle perder el control con mi boca y si, ¡me siento poderosa! Pero aunque estoy deseándolo, no consigo que se corra en mi boca. Cuando creo que está a punto de llegar, me alza con fuerza y me pega a la pared, de manera que mis pechos quedan aplastados contra los azulejos templados por el agua caliente de la ducha y, sin darme tiempo a reaccionar, me embiste desde atrás. Clava sus dedos en mis caderas y me empotra literalmente con una de sus embestidas, ¡joder, que intenso! Entre jadeos arrítmicos le suplico que no deje de moverse, y él muy obediente sigue empalándose en mi sin descanso, hasta que que no resisto más y me corro gritando su nombre, un minuto más tarde, es él el que jadeando en mi oreja convulsiona sobre mi. Permanecemos en esa posición durante un buen rato, dejando que el agua, ayude a que nuestras respiraciones y nuestros sentidos, vuelvan en si.
 
Una hora más tarde, estamos en el restaurante del hotel dando cuenta de un abundante desayuno, aunque confieso que hubiese preferido quedarme en la habitación y no salir de ésta hasta el domingo, pero Daniel quiere ir a la playa y yo, voy a complacerlo, porque me ha prometido que me lo compensará con creces a la hora de la siesta. ¡Bendita sea la persona que invento la tradición de la siesta en esta país! Sin ninguna duda será algo que eche de menos cuando regrese a mi mundo.
 
Nunca imaginé que estar en la playa con él y, un simple chapuzón que en apariencia es muy inocente, resultara ser tan erótico, ¿o seré yo y mi mente pervertida que todo lo llevamos al plano sexual? Va a ser que si, que mi mente es una cochina de mucho cuidado. No es para menos, ver ese cuerpo prácticamente desnudo continuamente a mi lado no me da tregua, y mi calenturienta mente, no deja de jugarme malas pasadas. Si es que soy como una niña pequeña con su regalo de reyes, no soy capaz de despegar ni mis ojos, ni mis manos de él, le deseo constantemente, menos mal que ya queda poco para que llegue la hora de hacerlo cumplir su promesa…








 
 
 



 
 

 














6 comentarios:

  1. Jajajaja me encantaaaaaa. Ahora a cumplir la promesa.
    Vaya nochecita. Me has dejado con taquicardias.
    Un besillo.

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    1. Ya era hora de que se dieran un homenaje no? jajajaja
      Gracias María besín :)

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  2. Puffff qué intensa la nochecita, Virginia!! jajajaja. Parece que los dos tienen hambre atrasada, se entiende que quieran ponerse al día :P

    Yo también debo ser insaciable, ya estoy esperando el nuevo capítulo y la hora de la siesta, ji, ji.

    Un besito!!

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    1. Jajajaja todas somos unas insaciables Julia, como sigan a ese ritmo, no se que quedará de ellos!! Jajajaja
      Gracias Besin :)

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  3. Ya ves Virginia aquí me tienes deseando saber como pasaban la noche, todavía no tengo sueño y leere el capítulo de la siesta....

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    1. Muy bien, así me gusta, que no te quedes con las ganas de saber más!! Jajajaja
      Gracias Besin :))

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