Segundo micro con el que participo en el concurso «MicroTerror IV» del "Circulo de escritores"
Inma
estaba acostada en una especie de camilla, dentro de un minúsculo
cubículo de metacrilato, maniatada. Sobre su cabeza ramas de un
árbol, aquello era surrealista. La inyección que la mantendría
dormida durante 24 horas, no tardaría en hacer efecto,
decididamente, se había vuelto loca por permitir aquello. ¿Cómo
narices se había dejado convencer?
Abrió
los ojos despacio, el miedo se apoderó de ella al instante. Había
arañas por doquier, de todos los tamaños, colores, peludas…
Tejían sus telas sobre ella, no tenía escapatoria.
Las
sentía sobre su cuerpo, sus espeluznantes patas rozaban su piel, el
pánico salió de su garganta en forma de un grito desgarrador. Miró
hacia sus piernas, una tarántula negra de ojos brillantes subía
hacia su cara. Cerró la boca de golpe, ahogando sus gritos
continuos.
Notó
el sudor frío que recorría su espalda a la vez que una de las patas
de la enorme araña se posaba en sus labios. Sus párpados se
cerraron voluntariamente, solo tendría que aguantar 20 minutos más
para que terminara aquella horrible prueba.
¡Jamás
volvería a someterse a una terapia de choque!