lunes, 8 de febrero de 2016

R.D.C. EPÍLOGO




Tres años después
Me miro en el espejo. El vestido que me ha regalado mi “pitufo gruñón” para el evento de esta noche, no me queda nada mal. Es de raso, en color marrón. El escote en uve y, una lazada en color verde pistacho anudada justo por debajo del pecho, hacen resaltar mis pechos de forma sutil. Es largo hasta los pies y flojo. Tengo que admitir que hace unos días cuando lo vi por primera vez, no me entusiasmo mucho, pero al verlo ahora sobre mi cuerpo, reconozco que este hombre tiene muy buen gusto a la hora de comprar trapitos.
Hoy, es la fiesta de fin de año en el “Lust”, y también nuestro aniversario. Desde aquella noche hace ya tres años, no hemos vuelto a separarnos y, podría jurar, que cada día que pasa, somos más felices. Con nuestros más y nuestros menos claro está, pero felices. A través del espejo, veo a Daniel acercarse a mi. Apoya su barbilla en mi hombro y posa sus manos en mi abultado vientre. Si, dentro de aproximadamente tres semanas, nos convertiremos en papas de una niña que será preciosa, igual que su padre, y que se llamará Chloe. Durante los primeros meses de embarazo, hemos vivido algunos momentos de tensión debido a que mi chico, parecía creer que estar embarazada, era sinónimo de no poder hacer nada. Gracias a Dios que sólo fue al principio, porque sinceramente, no creo que hubiera aguantado tenerlo detrás de mi controlándome durante el resto del embarazo. No voy a negar que estamos nerviosos, por no decir cagados de miedo, no es para menos. Ninguno tenemos experiencia con niños y la paternidad, es un tema que nos produce un poco de ansiedad, pero estoy completamente segura que sabremos hacerlo bien.
Estás preciosa nena—dice acariciando mi barriga.
Estoy enorme, no sé como puedes verme preciosa.
No estás enorme, estás embarazada y, te veo preciosa porque lo eres.
Eres un adulador.
No. Simplemente, soy un hombre enamorado,—me gira y deposita un tierno beso en mis labios—. ¿Estás lista?
Si. Podemos irnos cuando quieras. ¿Has hablado con Oliver?
Si, hace cinco minutos. Él y Rebeca, estarán esperándonos en la entrada. ¿Sheila sigue sin querer venir?
Eso parece. Hemos intentado convencerla, pero no ha habido manera...—Mi amiga Sheila, la asturiana, lleva unos meses viviendo aquí en Manhattan. Como ella misma dice, ha venido a buscarse la vida a las Américas porque en España la cosa está bastante mal. Comparte mi antiguo apartamento con Rebeca y no hemos sido capaces de convencerla para que nos acompañe a la fiesta.
Sus motivos tendrá…
Creo que es por Oliver—digo saliendo por la puerta.—Ya sabes que no se llevan nada bien, apenas pueden soportar estar juntos en la misma habitación.
Ya bueno, tu tampoco me soportabas y mírate ahora, estás loquita por mis huesos.
Ese ego señor Dempesey… ¿Estás queriendo decirme algo que yo no sepa?
Para nada, solo que a veces, las cosas pueden parecer lo que no son…
Daniel Dempsey, espero que no estés ocultándome nada.
¡Dios me libre…!—dice soltando una carcajada. Una vez en la calle, nos subimos al taxi que está esperándonos para llevarnos a la fiesta y guardamos silencio. Tengo la sensación, de que mi “pitufo gruñón”, no está siendo del todo sincero conmigo. Conociéndome, no tardaré en averiguarlo.
Llegamos al club, y como habíamos quedado, nuestros amigos, nos están esperando en la entrada. Rebeca está espectacular. Lleva un vestido de terciopelo en color verde musgo que le sienta como un guante. La verdad, que cualquier cosa se ponga esta mujer, le sienta fenomenal. Juntos, entramos en el salón donde se servirá la cena y nos sentamos en una mesa que tenemos reservada. Somo unos privilegiados, es lo que tiene ser los mejores amigos del dueño y, aunque desde hace tres años, prácticamente todo el mundo sabe quienes somos, tenemos que cumplir las normas del club y, todos llevamos nuestro rostro cubierto. En algún momento durante la cena, Oliver despectivamente, pregunta por la asturiana, así es como él llama a mi amiga Sheila desde que la conoce. Mientras Rebeca le contesta, yo me dedico a observar a estos dos machomanes a ver si soy capaz de deducir algo, pero va a ser que no. Porque al no ver la expresión de sus caras que están cubiertas con las máscaras, me quedo igual que estaba. El resto de la cena, transcurre con total normalidad, aunque la mosca sigue detrás de mi oreja dale que te pego.
Después de la cena, pasamos al salón grande. Donde hace tres años mi chico, me declaro su amor delante de todo el mundo y donde yo, perdí la apuesta que meses atrás, había hecho con Rebeca. Si, había caído rendida a los pies de Daniel Dempsey y, si, muy a mi pesar, tuve que pagar la apuesta. Cuando los chicos nos dejan solas a mi amiga y a mi con la excusa de buscar unas bebidas, ésta, aprovecha la oportunidad para hacerme una confidencia.
 —Reina...—dice susurrando en mi oreja—. Hoy me he enterado de que Bella se casa…
¿Cómo dices?—Pregunto asombrada—. No tenía ni idea de que tuviera pareja formal, ya me entiendes… ¿lo conocemos?
Es una mujer.
—¿Una mujer?—Asiente— ¿Tu hermano ya lo sabe?
No, pero supongo que no tardarán en irle con el cuento.
Bueno, llevan divorciados más de dos años Pocahontas, ella tiene todo su derecho a rehacer su vida ¿no?
Si, por supuesto. Es solo que me preocupa como pueda tomárselo Hércules.
¿Crees que él sigue enamorado de ella?
No lo se… ¿Estás bien Oli?—Pregunta preocupada al verme echar las manos a la espalda.
Si, no pasa nada. Me duele la espalda y, de vez en cuando tengo alguna contracción leve. Además, tengo los pies hinchado y estos zapatos me están matando…
¿Quieres que nos sentemos?
No, esperemos que vengan los chicos ¿vale?—Seguimos indagando un poco más sobre quién puede ser ser la mujer que va casarse con Bella, hasta que los chicos vuelven con las bebidas y nos quedamos calladas.
¿Va todo bien?—Daniel me mira preocupado.
Si—contesta Rebeca—, a Olivia le duele la espalda y está cansada, ¿nos sentamos?
¿Te encuentras mal mi amor?
Tranquilo—le digo acariciando su rostro.— Estoy bien.
Nena, tengo reservada una habitación, ¿quieres que subamos y te doy uno de mis masajes?
¡Venga ya tío, son casi las doce! Tendrás que esperar al año nuevo para masajear a tu mujer. De aquí no se mueve nadie hasta que no den las doce campanadas.
Hércules...—protesta mi “pitufo gruñón”.
Sola faltan diez minutos, y os pediría por favor que no usaseis vuestros nombres de pila, no os olvidéis que aquí hay unas normas que deben cumplirse.
¡Joder macho, eres un cascarrabias!
Me estoy haciendo mayor…
Si claro, será eso.—Ambos se miran a los ojos durante unos segundos y se quedan callados. El zumbido de la mosca detrás de mi oreja, se acentúa, pero no digo nada.
Diez minutos más tarde, y concluidas las campanadas, mi amor y yo nos disponemos a salir del salón para subir a nuestra habitación y, celebrar en la intimidad la llegada de este nuevo año, cuando un dolor agudo se me clava en el vientre, a la vez que siento un líquido caliente deslizarse por mis piernas. El miedo al saber lo que eso significa se apodera de mi y, me deja paralizada. Daniel, que no parece darse cuenta de que mis pies se han quedado de repente clavados al suelo, tira de mi para que le siga.
¿Daniel?—A duras penas consigo que me salga la voz. Estoy acojonada no, lo siguiente.—¿Daniel?—Insisto. Él se da la vuelta y me mira.
Nena, cuanto antes subamos a la habitación, antes podrás descansar. Vamos.
Daniel, creo que he roto aguas…
Cielo, en la habitación hay agua, podrás beber toda la que quieras.
¡He dicho que he roto aguas, no que quiero beber agua! ¿Sabes lo que eso significa? ¡Qué estoy de parto cabeza de chorlito!—Su cara se transforma al instante y a continuación, empieza a dar voces llamando a Oliver y a Rebeca. Cuando quiero darme cuenta, estoy dentro de un taxi, rodeada de tres idiotas que no paran de darse voces y, con un conductor partiéndose el culo de risa al ver la situación. ¡Una puta locura vamos!
Llegamos al hospital y, a pesar de que insisto en que estoy bien y puedo caminar, mi marido me obliga a entrar en urgencias en una silla de ruedas. Rebeca va soltando aire por la boca como si fuera ella la que estuviera de parto, Oliver, va gritándole a Daniel que esté tranquilo que todo va a salir bien y yo, viendo lo que me rodea, estoy empezando a perder la paciencia y voy a terminar mandándolos a todos a freír espárragos, por no decir otra cosa. Una enfermera con más paciencia que el santo Job, nos atiende en el mostrador y llama a un celador para que nos lleve a una habitación. Allí, otra enfermera, me coloca una vía, me toma la temperatura y, me mira la tensión. Todo parece estar en orden menos la tensión, por lo visto la tengo por las nubes, y nos precisamente por que esté de parto, más bien se debe a que estoy rodeada de histéricos. Así que antes de que la enfermera salga por la puerta le suplico:
Sáquelos de aquí por favor—ella, me mira con compasión.—Se lo suplico...—Asiente y con una potente voz de mando y, a pesar de las protestas de Daniel, consigo quedarme a solas en la habitación.—Gracias—musito.
Entra el doctor Hofman. Es el ginecólogo que me ha atendido durante estos meses. Me explora ahí abajo y me dice que el proceso parece ir rápido porque ya estoy dilatada de cuatro centímetros, que enviará a un anestesista para ponerme la epidural y que él estará pendiente de la evolución hasta que llegue el momento del parto. En cuanto el doctor sale de la habitación, mi “pitufo gruñón” asoma la cabeza por la puerta.
¿Puedo pasar?—Pregunta avergonzado.
¿Te vas a portar bien y vas a estar tranquilo?
Si.

Pues adelante...—Una contracción mucho más fuerte y dolorosa me parte por la mitad. ¡Joder, si llego a saber que iba a doler tanto, ni de coña me quedo embarazada! Acompañada en todo momento por Daniel, esperamos el feliz acontecimiento.
Muchas horas después, estoy agotada, exhausta y dolorida, pero feliz, muy feliz de tener por fin a nuestra en hija en brazos. Una cosita diminuta y preciosa que nos tiene a todos embelesados. Nuestros amigos están dentro de la habitación con nosotros. Rebeca, Oliver y sheila, que en cuanto supo que estaba de parto, se plantó en el hospital en cero coma. Todos tranquilos y relajados pendientes de Chloe. Eso si, lo de estar tranquilos y relajados nos costó lo suyo, porque lo que es Oliver y sheila, aprovechaban cualquier circunstancia para ponerse a discutir y soltar lindezas por sus boquitas. Daniel ha tenido que ser tajante, o se portaban como personas adultas o se largaban.
Cuando Daniel y yo, nos quedamos solos con nuestra hija, éste, con ella en brazos, se sienta en la cama junto a mi. No puedo expresar con palabras lo que siento al ver a mi magnífico hombre tratando con tanta ternura y dedicación a Chloe. Se me llenan los ojos de lágrimas al ser consciente de que después de tantas idas y venidas en nuestra relación, hemos sido capaces de formar una familia. La nuestra.
¿No te parece preciosa?—Le pregunto al recién estrenado papa.
Lo es—responde emocionado—, es igualita a su mama.
Pues yo creo que a quien se parece es a ti…
—Bobadas.
Soy tan feliz...—sollozo—. Te tengo a ti, un hombre maravilloso, cariñoso, atento… y ahora la tengo a ella, el fruto de nuestro amor. Y todo gracias a ti—le miro a los ojos—. Te quiero Daniel. Te quiero con todo mi corazón.
Y yo a ti nena… Pero ¿sabes? Creo que todavía falta algo para que nuestra felicidad sea completa.
¿Tu crees?
Si. Mi felicidad sería completa si aceptaras ser mi esposa Olivia.—Vaya, ahora si que me he quedado sin palabras...— ¿Quieres casarte conmigo nena?—Trago saliva, ¿quiero?
Daniel… para mi, sería un honor convertirme en tu esposa.
¿Eso es un si?
Si, casémonos—. Con delicadeza, deja a nuestra hija en la cunita de hospital, coge algo del bolsillo interior de su chaqueta y se arrodilla a mis pies junto a la cama. Abre la cajita de terciopelo granate que tiene en las manos y, de ella, saca un anillo precioso de oro blanco con diamantes engarzados.
Prometo quererte siempre,—dice mientras me coloca el anillo en el dedo mirándome a los ojos—. Prometo honrarte y respetarte, todos los días de mi vida, incluso hasta después de la muerte. Te amo Olivia Murray. Eres y serás siempre la “Reina de mi Corazón”.
FIN
Bueno, pues hasta aquí llega la historia de Olivia y Daniel. La historia de “La Reina de Corazones”.
Muchas gracias a todas las personas que os habéis tomado un minuto de vuestro tiempo para leerla, comentarla y compartirla en vuestros perfiles de google+. Especialmente gracias a Maria Campra, Julia C. Irene G. Mila Gómez. María del Carmen Piriz. R.Crespo. José Carlos Garcia. Hada Rac. Y a mis lectoras en la sombra, Luz. Cuchu (Vane). Vanesa. Por estar ahí día a día esperando una nueva publicación. Espero que os haya gustado y que la hayáis disfrutado tanto como yo disfruté escribiéndola.
¡¡Gracias de corazón!!




viernes, 5 de febrero de 2016

R.D.C ¿FELIZ AÑO NUEVO? PARTE II




Contemplo a este hombre al que hace apenas unos meses odiaba por su prepotencia y arrogancia, y que ahora, acaba de desnudar su alma frente a mi, sin importarle cuántos pares de ojos estén puestos sobre nosotros. Sin importarle lo que la gente pueda pensar al conocer la identidad de su persona. Él, que es tan conocido en el mundo empresarial, no ha dudado ni por un segundo, en regalarme esta declaración de amor públicamente. No ha dudado en abrir su corazón y poner a mis pies sus sentimientos, arriesgándose a que vuelva a pisotearlos como hice en ocasiones anteriores. No tengo palabras para expresar lo que siento en este preciso instante. Pero si sé claramente lo que no quiero ni puedo hacer. Ya no. Ya no pienso seguir negándome ni a mi ni al resto del mundo, que mi “pirata del Caribe” y, mi “señor soy un ogro”, ambos, son todo lo que quiero. Todo lo que deseo. Todo lo que anhelo y lo que amo. Ya no quiero seguir sufriendo por amor. Y tampoco quiero que él siga sufriendo. No cuando yo siento exactamente lo mismo que él. Me niego a seguir con esta tortura que está acabando con los dos.
Poso con delicadeza mis manos en su cara y, con el pulgar, acaricio sus mejillas rasposas por su incipiente barba. Sus ojos, no se han apartado ni un segundo de los míos. Su semblante triste, me deja claro que no miente cuando dice que estos últimos días, han sido los peores de su vida. Para mi también han sido un infierno. Pero ya está, ya pasó. Los próximos días que se nos presenten difíciles, estaremos juntos para superarlos. Ya no habrá nada ni nadie, que pueda separarnos. Ya no. Suena la primera campanada de las doce que nos llevarán a un nuevo año. A una nueva oportunidad de ser felices. A una nueva vida. Sin mentiras, sin prejuicios, sin miedos... Juntos. Cuando suena la última campanada, posó mis labios sobre los suyos, depositando en ellos un beso tierno, cargado de todo el sentimiento que llevo dentro y, que por fin, me atrevo a liberar. Un beso que él no tarda en profundizar deslizando su lengua con lentitud dentro de mi boca. Consiguiendo con ello que las mariposas de mi estómago se alcen en un vuelo interminable. Jadeando, separamos nuestros labios. Y sólo entonces, soy consciente de los vítores que hay a nuestro alrededor, y no precisamente por el año nuevo. Estas personas, a las que ni siquiera conozco, han sido testigos de nuestra reconciliación y aplauden y silban emocionados. Me siento un poco avergonzada al darme cuenta que seguimos siendo el centro de atención, pero ello no me amilana para llevar a cabo lo que tengo en mente. Decidida, llevo las manos a mi cara y lentamente me quito el antifaz. Si él no ha tenido ningún reparo en hacerlo, yo tampoco. Entrelazo mi mano con la suya, y por fin, acuden a mi boca las palabras...
Lo siento Daniel—digo mirándole a los ojos—. Siento haberte hecho daño. Siento haber sido tan dura contigo el otro día en la azotea. Siento haber dicho que ya no te quería para hacerte daño, cuando lo cierto es que nunca he dejado de hacerlo. Siento habernos hecho pasar a ambos por todo esto al cerrarme en banda y no escuchar a mi corazón. Siento que mi lengua vaya por libre y diga cosas que en realidad no siento. Te quiero mi pitufo gruñón. Te quiero con toda mi alma. Y si algo he aprendido de esto, es que en el corazón nadie manda. No me importa si eres Jack Sparrow o, Daniel Dempsey, porque seas quien seas, sigues siendo tu. Y es a ti a quien quiero. Con tus defectos y con tus virtudes. Con antifaz o sin él... Gracias por no rendirte...—Me silencia con un beso. ¡Dios, cuánto le he echado de menos!
No digas nada más...—dice con voz ronca, apoyando su frente en la mía—. Te quiero nena...
Y yo a ti nene…
¿Podemos felicitaros ya?—Pregunta Rebeca entusiasmada. Ambos asentimos sin dejar de mirarnos—. Pues entonces felicidades tortolitos. Y tú—dice señalándome con un dedo—, espero que no tengas en cuenta mi mentirijilla, y espero que comprendas porque acepte hacer todo este paripé. No podía dejar que te fueras. Sabiendo cuales eran tus verdaderos sentimientos hacia el jefe, y después de que él me pidiera ayuda para traerte aquí, no podía negarme. Los dos os merecéis ser felices. Juntos. ¿No estás enfadada conmigo verdad?
No podría aunque quisiera—contesto—. Solo puedo darte las gracias Rebeca, si no hubiera sido por tu chantaje emocional, ahora mismo estaría en mi casa destrozada, y sola. Por lo visto, todos me conocéis bien… No se que más puedo decir…
Nada. Creo que ya está todo dicho—dice Oliver palmeando la espalda de su mejor amigo.
¿Tu también estabas en el ajo?—Pregunto sorprendida.
Por supuesto. No sé de que te sorprendes… Llevo una semana aguantando el mal de amores de Daniel y, estaba empezando a hartarme, así que, no me quedó más remedio que unirme a ellos.
Pues gracias a los tres…
Déjate de tanto dar las gracias y, celebremos esto como se merece—. Oliver camina hacia la barra y los demás le seguimos. Daniel, pide una botella de champán y, cuando todos tenemos una copa en la mano, brindamos.
Más tarde, después de haber bailado, de haber reído, de haber cantado. Después de haber celebrado la entrada del nuevo año y nuestra reconciliación como se merece, todos juntos, veo como Oliver, le da algo en la mano a su amigo y luego sonríe. Sin que me de tiempo a indagar de que se trata, Daniel me coge de la mano y, despidiéndose de nuestros amigos, me saca del salón. Una vez fuera de éste, en silencio, recorremos un pasillo en penumbra hasta una habitación, de la que por supuesto, el tiene la llave porque su amigo se ha encargado de que así fuera. Abre la puerta y, me quedo sorprendida al ver lo que han preparado. Hay velas encendidas por todas partes. Del hilo musical, salen las notas de mi canción favorita, “I don´t want to miss a thing” de Aerosmith. También hay espejos, muchos. Igual que en aquella habitación en la que él y yo, nos encontramos por primera vez siendo Jack sparrow y, la Reina de Corazones. Y si, siento la misma emoción que por aquel entonces, cuando solo deseaba acostarme con mi “pirata del caribe”. Pero con una gran diferencia. Más allá del deseo sexual, más allá de la pasión, e incluso de la lujuria, hay un sentimiento mucho más profundo que se ha apoderado de los dos. Un sentimiento que siempre me negué a tener y, del que ahora no quiero, ni pienso desprenderme, porque estar enamorada y ser correspondida, es el mejor sentimiento del mundo.
Daniel, cierra la puerta y se pega a mi espalda. Sus cálidos labios, van dejando un reguero de besos por mi cuello, a la vez que acaricia mi espalda desnuda con sus manos. Un latigazo de deseo, golpea directamente en mi entrepierna, obligándome a apretar los muslos. Esto no ha hecho más que empezar ya siento la sangre burbujeándome en las venas. Es que es tocarme y empezar a arder. Lentamente, baja la cremallera de mi vestido, deslizándolo por mi cuerpo hasta los pies. Se pone frente a mi, se deshace de su chaqueta y se desabrocha la camisa. Con calma, sin apartar su mirada de la mía. Sabe que me gusta cuando hace ésto. Cuando me mantiene expectante, y anhelante. Lo ayudo a quitarse la camisa, y mientras lo hago, beso su torso. Su calor me cosquillea en los labios y, paso la lengua por su piel para saborearla mejor. Llego hasta el ombligo, para luego volver a subir hasta su cuello y, depositar en el hueco de su clavícula un beso tierno, delicado. Él jadea . Yo gimo.
De la mano, caminamos hasta el centro de la habitación, donde el resto de nuestra ropa, vuela por los aires. Se sienta en el borde de la cama y, se abraza a mi cintura. Y a partir de ese mismo instante, la pasión nos ciega, siendo incapaces de contenerla pos más tiempo. Nuestras bocas se funden en un beso húmedo, caliente, abrasador. Un beso de esos que te queman las entrañas y que te deja sin aliento. A horcajadas encima suyo, me muevo arriba y abajo. Sintiendo como lentamente se va introduciendo en mi y, me hace suya por completo. Acoplados, nos movemos con un ritmo cadencioso que nos lleva hasta las mismas estrellas cuando llega el orgasmo, dejándonos exhaustos, agotados y con las respiraciones agitadas a más no poder. Ha sido increíble. Como volver a casa. Mi casa. Pasamos un rato largo en un cómodo silencio, solo mirándonos. Como si no acabáramos de creernos que por fin estemos juntos. Que por fin, ya no existen barreras entre nosotros que nos impidan disfrutar de nuestro amor. Que ya está todo dicho. Y bien dicho, porque yo ya no tengo ninguna duda de lo que él siente por mi, y mucho menos de lo que yo siento por él.
Nena...—susurra—, no acabo de creerme la suerte que tengo de tenerte a mi lado. Si es un sueño, por favor, no me despiertes.
No tengas miedo a despertar porque no es un sueño mi amor. Estoy aquí contigo, y no pienso alejarme de ti nunca más ¿me oyes? Nunca jamás volveré a separarme de ti…
¿Estás segura?
Si. ¿Y sabes por qué? Porque te quiero más que a mi vida.
¿Y si tuviera secretos inconfesables?
No me importa. No habrá ningún secreto inconfesable que pueda alejarme de ti...—Se queda callado, como dudando—. Daniel—digo para cambiar el tema de conversación que está consiguiendo ponerme nerviosa—, creo que hoy será nuestra última noche en el club.
¿Por qué crees eso?
Porque después de la que hemos liado esta noche, supongo que no querrán volver a vernos por aquí ¿no te parece?
No, no lo creo.
Daniel, hemos infringido todas las normas. En cuanto se entere el dueño, nos largará.
No, no lo hará.
¿Por qué estás tan seguro?
Porque el dueño es mi mejor amigo…—¿Qué el dueño es su mejor amigo? ¡Joder, joder, joder, esto no me lo esperaba!
¿Quieres decir qué Oliver…?
Si. Pero no se lo cuentes a Rebeca, ella aún no lo sabe—. Pues menos mal que soy buena manteniendo el pico cerrado porque si no…
Vaya… la verdad es que me has dejado alucinada. Nunca imaginé que Oliver…
Algún día, te contaré su historia—dice dándome un beso en los labios.
Entonces, si vamos a seguir siendo miembros del club, ¿quiere eso decir qué volveré a ver a Jack Sparrow?
¿Te apetece verlo ahora?—Dice mostrándome esa sonrisa suya que tanto me gusta.
Me encantaría.
Con una condición.
¿Cuál?
Que la Reina de Corazones, se una a la fiesta…
Hecho—. Y lo hacemos. Nos metemos en la piel de los personajes que una vez, hace unos meses, nos llevaron a compartir mucho más que una habitación y, de los que nos podremos olvidarnos porque formarán parte de nosotros el resto de nuestras vidas.

Más tarde, ya en casa, en mi cama y, acurrucada en los brazos de Daniel, me siento la mujer más feliz del mundo por tenerle a mi lado. Por primera vez en mi vida, soy realmente feliz. Y se lo debo a él. A mi gran amor.
Te quiero Daniel Dempsey—susurro para no despertarlo—. Prometo quererte el resto de mi vida.



martes, 2 de febrero de 2016

R.D.C. ¿FELIZ AÑO NUEVO? PARTE I




La cena, transcurre tranquila, amena y relajada. Aunque en un principio, tengo que reconocer que estaba muerta de los nervios y, por que no decirlo, también de miedo, consigo relajarme y disfrutar. El miedo a que aún aparezca esa persona que ni tengo ganas, ni deseo ver, todavía esta ahí, en algún rincón dentro de mi, pero con cada hora que pasa, se va haciendo más pequeño, hasta tal punto de que casi he conseguido olvidarlo. Rebeca, a mi lado, no deja de hacerme preguntas, y lo mira todo con mucha atención. Parece una niña pequeña a la que han llevado a su parque de atracciones favorito. Si albergaba alguna duda, de que venir esta noche iba a merecer la pena, solo con ver su cara de entusiasmo y felicidad, queda disipada. Por supuesto que ha merecido la pena.
Después de la cena, pasamos a un salón, donde alguien, por supuesto enmascarado, da un pequeño discurso sobre el club. Sus comienzos, el éxito conseguido en poco más de un año y, la necesidad de poner su ubicación en un lugar permanente, para que los miembros, no tuvieran ninguna dificultad a la hora de asistir a las reuniones, ya que para muchos de ellos, era un impedimento el tener que viajar. Ahora, con una localización permanente, todo resultará mucho más fácil. A continuación, la música invade todo el salón, y con un brindis general, queda inaugurado el nuevo “Lust”.
Como Rebeca se ha ido a bailar con un chico que se ha presentado como Mustafá, aprovecho para ir al baño a retocarme un poco y refrescarme. Apenas queda media hora para recibir el año nuevo, y que leches, quiero hacerlo radiante. Sola, pero radiante. Cuando regreso, mi amiga me está esperando junto a la barra acompañada de su nuevo amigo. O mucho me equivoco, o estos dos, empezarán el año nuevo jugando en alguna habitación de este increíble club. La verdad, que si ambos lo desean, serían tontos si no lo hicieran. Y de paso, yo aprovecharía para irme a mi casa sin tener que buscar ninguna excusa. Me acerco a ellos y, pido una copa. Si, por supuesto, bombay sapphire con naranja, ¿qué otra cosa si no? Pasamos unos minutos charlando los tres, riéndonos. Porque resulta que Mustafá, es la mar de divertido, simpático y, encantador. Creo que Rebeca, ha hecho una buena elección para su estreno en el club. De repente, una voz que conozco perfectamente y, que supuestamente estaba en Aspen, dice a nuestras espaldas:

Buenas noches, ¿os estáis divirtiendo chicas?—Miro a mi amiga, que justamente está frente a mi y la fulmino con esa mirada.
¿Tu no estabas en Aspen?—Contesto sin mirarle. Él sonríe y se acerca a Rebeca.
¿Y qué iba a hacer yo en Aspen si puede saberse? ¿Has estado contando mentiras Rebeca?
Es evidente que si tu estás aquí, mi amiga, no ha sido sincera conmigo, ¿verdad?
Yo no he…
Oh, claro que si. ¿Acaso no me dijiste que Oliver estaba en Aspen con Daniel? ¿Tu también has sido capaz de mentirme con tal de salirte con la tuya Rebeca? Sinceramente, no esperaba algo así por tu parte. Creí que eras mi amiga—digo cabreada—. Dime, ¿también me has mentido sobre Jack Sparrow? ¿Cuándo va a hacer él su aparición estelar eh?
Lo siento Oli… No quería que la última noche del año estuvieras sola. Te mentí sobre Hércules, pero no mentí sobre Jack. Él no va a venir…
Si claro. ¿Y se supone que ahora tengo que creerte? ¡Joder Rebeca!
Venga chicas por favor, tengamos la fiesta en paz y divirtámonos. Para eso estamos aquí, ¿no?—Dice el hermano de mi amiga metido en el papel de Hércules—. Estamos a punto de estrenar un año, ¿no querréis hacerlo enfadadas verdad? Además chicas, la gente está empezando a sentir curiosidad por lo que está pasando. Y por favor, no sigáis utilizando vuestros verdaderos nombres, sabéis que está totalmente prohibido hacerlo. Estáis infringiendo las normas—dice en un susurro. Tiene razón, estoy tan cabreada que ni me he dado cuenta de que lo hacíamos.
Lo siento—digo—, pero que creo que lo mejor es que me vaya a casa. En estos momentos estoy tan cabreada que sería capaz de hacer cualquier cosa. Y no quiero dejaros en evidencia.
Tengo una idea—dice Hércules tranquilo—. Mi hermana se queda aquí con su amigo disfrutando de su copa y, tu y yo, iremos a bailar para que te relajes ¿vale?
No creo que sea buena idea…
Venga Reina, hazlo por mi. Por los viejos tiempos ¿si?—Miro a mi amiga, y aunque veo una súplica en su mirada para que me quede, no consigo ver ni una pizca de arrepentimiento por su mentira. Y eso me duele. Mucho.
Está bien—le digo a Hércules—. Pero que conste que lo hago por ti, y en cuanto terminemos el baile, me largo.
Ya veremos… Venga, baila conmigo “Reina de Corazones”—. Extiende su mano y yo a regañadientes la acepto.
Caminamos hacia la pista, y una vez allí, Hércules me hace girar al ritmo de la música con muchísima facilidad. Estoy tan enfadada… Para nada esperaba que Rebeca me mintiera tan descaradamente y, encima que no se arrepintiera de ello. ¿Por qué narices tuvo que hacer algo así?Otra decepción que me llevo minutos antes de finalizar el año. Joder, pensé que realmente era mi amiga, pero las amigas no se mienten de esta manera ¿no? Después de ésto, no sé si seré capaz de perdonarla, en el supuesto caso de que ella pida perdón, que por lo que veo, va a ser que no.
Deja de darle vueltas Reina…
Lo siento Hércules, pero por más que lo intento no puedo. Consideraba a tu hermana mi mejor amiga, y lo que ha hecho, me ha decepcionado muchísimo. ¿Qué necesidad tenía de mentirme?
Créeme, sé como te sientes. No tengo ni idea de por qué Rebeca ha hecho algo así, pero seguro que tiene un buen motivo.
¿Y qué motivo iba a tener a parte de poder estar ella aquí?
¿Crees que ella te engaño para poder asistir a la fiesta de hoy?—Asiento—. Pues siento decirte que estás equivocada. Mi hermana tenía una invitación personalizada desde hace más de una semana para la fiesta. Yo se la di.
¿En serio?—Pregunto extrañada.
Si.
—Entonces si que ahora no entiendo nada de nada…
Mira Reina, mi hermana te quiere un montón. Se pasa el día hablando de ti, alabando tu trabajo, tu personalidad… No creo que su intención haya sido hacerte daño, más bien todo lo contrario.
Pues le ha salido el tiro por la culata. La ha cagado pero bien.
Tengo que admitir, que cuando el baile termina, estoy bastante más calmada. Ahora lo que estoy es intrigada. Intrigada por no tener ni idea de por qué Rebeca, si ya tenía una invitación para venir hoy al “Lust”, ha tenido que traerme con engaños. En fin… Volvemos junto a ellos, que siguen en la barra. Poco tiempo después, en la pared del fondo, se enciendo un gran plasma que ocupa prácticamente todo el ancho de ésta. En directo, Times Square, a puntito de empezar con las doce campanadas. De pronto, un murmullo generalizado y, que no tiene nada que ver con el directo de Time Square, llama mi atención. Me giro, al igual que el resto de los allí presentes, buscando el foco de ese murmullo y, me quedo paralizada, con la mirada clavada en la puerta. Donde está él.
El hombre más increíblemente guapo y sexy que he conocido en mi vida. El hombre que ha vuelto mi mundo del revés. El hombre que ha conseguido resquebrajar la capa de hielo que cubría mi corazón para adueñarse de él. El hombre al que amo… Vestido con un esmoquin negro, camisa blanca y pajarita. Con su típica postura. Las manos en los bolsillos, tranquilo, relajado… y sin máscara. Su preciosa y perfecta cara, totalmente descubierta. ¡Oh Dios! El motivo del engaño de mi amiga, lo tengo justo frente a mi. Ahora lo veo tan claro… Hay que ver lo que le gusta a esta chica jugar a ser cupido. Nunca aprende. La intensa mirada de Daniel sobre mi, hace que todas mis terminaciones nerviosas revoloteen a la vez. A duras penas consigo apartar la mirada y, buscar a mi amiga.
Dijiste que no vendría—apenas me sale la voz—. Si que mentiste Rebeca.
No lo hice Olivia—contesta convencida—. En ningún momento dije que Daniel no fuera a venir…
Pero dijiste que Jack…
Si, se perfectamente lo que dije y, como puedes comprobar, él no es Jack Sparrow. Es Daniel Dempsey. Por favor Olivia, no me lo tengas en cuenta. Está enamorado de ti. Te quiere. Y me consta que tu le quieres a él. Olvídate de todo y dale una oportunidad. Date la oportunidad de ser feliz con la persona que amas Oli—. No puedo hacerlo. Las lágrimas amenazan con salir y trago para contenerlas.
Lo veo caminar hacia mi. No podría moverme aunque quisiera, que para ser sincera, no quiero. Mi cerebro dice una cosa y, mi corazón otra muy distinta…¿A cuál debo escuchar? A mi alrededor, el tiempo se detiene, como esperando a ver cual será nuestro próximo movimiento. Y el murmullo, hace rato que he dejado de escucharlo. Los latidos de mi corazón, ha conseguido silenciarlo. En ese momento, solo estamos él y yo. Nadie más. Nada importa. Excepto nosotros. Está tan cerca que casi puedo tocarlo. Solo tendría que estirar un poco la mano para rozar su cuerpo. Para sentir su calor. Pero no lo hago. Espero quieta e inerte a que sea él quien haga el próximo movimiento, pero parece que le cuesta. Por fin, se decide y da un paso más, acortando nuestra distancia.
Olivia...—dice con la voz ronca, cargada de emoción—. Querías que todo el mundo supiera quién se escondía debajo de la máscara de Jack Sparrow, y aquí estoy. No tengo miedo a quedar en evidencia delante de toda esta gente. No tengo miedo a las murmuraciones que sé que ésto ocasionará. De lo único que realmente tengo miedo es de perderte nena. Nada me importa excepto tu. Estos últimos días, han sido los peores de mi vida. Te quiero con toda mi alma Olivia. Y no te atrevas a decirme que tu no sientes lo mismo porque no te creeré. Por favor, dame la oportunidad de demostrarte lo que siento por ti. Dame la oportunidad de hacerte la mujer más feliz del planeta. Prometo que no te defraudaré. Sé que prometí no buscarte. No rogarte. Siento no haber cumplido mi promesa, pero no podía dejar que desaparecieras de mi vida sin haberlo intentado una vez más. Te quiero demasiado como para dejar ir. No me apartes de tu lado por favor…—Oh señor… quiero hacerlo pero no puedo… Ya no…