Rebeca
sigue mirándome, ya ha conseguido cerrar la boca como señal de
asombro y en su lugar, mantiene una de sus cejas arqueada. Un gesto,
que quien la conoce, sabe de sobra que es muy habitual en ella cuando
está haciéndose una pregunta o, cuando sabe que ha dado en el
blanco en algo. Daniel también me mira, y no me extraña, porque
acabo de quedar como una idiota con mi atragantón. Rehuyo su mirada,
no quiero que se de cuenta del bochorno que siento por no saber
disimular nada bien que su contestación, me ha causado asombro y
nerviosismo.
— ¿Estás bien?—Pregunta acariciándome la espalda.
— Si,
solo me he empapizado, no ha sido nada. Gracias—lo miro y me
ruborizo más si cabe al ver esa sonrisa tan típica suya que nunca
sé si es de burla o de perdona vidas.
Su
mirada es extraña, cómo si supiera exactamente lo que ha pasado.
Incluso me parece advertir un gesto de asentimiento y un ligero guiño
en su ojo derecho. ¿Imaginará cuales son mis sospechas? ¿Acaso él
está facilitando mi investigación? ¿O por el contrario, son solo
imaginaciones mías? Rebeca decide abrir la boca en ese preciso
momento y, en cuanto escucho lo que sale de ella, me apetece hacerla
tragar de nuevo todas sus palabras.
— Si
amiga, si, blanco y en botella… leche. Parece ser que todas tus
suposiciones son ciertas—¡La madre que la parió! ¿Es qué el
cerebro ha decidido dejar de funcionarle del todo? La fulmino con la
mirada y ella se da cuenta de que ha metido la pata hasta el fondo
con sus inoportunas palabras.
— ¿A
qué viene eso?—¡Genial, a ver cómo sale de ésto ella sola,
porque lo que es yo, no pienso volver a abrir la puta boca!
— ¿A
qué viene que?—Pregunta haciéndose la loca.
— Pues
lo que acabas de decir, no lo he pillado...—vuelve su rostro hacia
mi y, ahí está otra vez esa sensación de que saber perfectamente
de que va la cosa.
— Ah
bueno, sólo estaba dándole la razón a Olivia en algo que me ha
comentado antes...—¡Me cago en la puta! ¡Ésta está buscando que
le de un trompazo en toda la boca! ¡Joder, cada vez que la abre sube
el pan! ¿No se morderá la lengua?
— ¿Puedo
saber de qué se trataba?—Pregunta mirándome directamente a mi. Yo
me cruzo de brazos y miro a mi amiga.
— Claro,
tampoco es ningún secreto ¿verdad Olivia?—¡Ay Dios, que alguien
me sujete porque le arranco la lengua!— Verás, hace un rato, ella
me comentaba que como va a estar en San Francisco una temporada,
suponía que no podría asistir a la fiesta que todos los años das
en navidad aquí, y que era una pena perderse lo del amigo
invisible...—¡Ufff, suspiro aliviada y mi corazón vuelve a latir!
Tengo que reconocer que la cabrona es buena...—Por eso antes he
dicho eso, solo trataba de confirmar sus suposiciones.
— ¿En
serio?—Las dos asentimos—No tenía ni idea de que te gustase
tanto la fiesta de navidad—me mira burlón.
— Pues
si, ¡me encanta!—Por favor, que mala soy fingiendo.
— Bueno,
aunque estés en San Francisco, puedes venir a nuestra fiesta. No me
perdonaría jamás que te perdieras el amigo invisible. Además, yo
quiero que estés aquí…
— ¡Oh
Olivia, es estupendo, nuestra primera navidad juntas!—¿Realmente
está tan emocionada como parece, o es otra de sus representaciones?
Como me toque ella en el amigo invisible, sin ninguna duda le
compraré un Oscar y encima se lo grabaré.
Paul
se acerca a la mesa y, anima a Daniel a que se una a ellos en una
partida de billar, el acepta y por fin volvemos a quedarnos solas las
dos. Nos miramos, ella divertida y yo a punto de saltar sobre ella y
hacerle un nudo con la lengua para que no pueda volver a pronunciar
palabra jamás. ¡Joder, casi consigue me de un infarto y la tía
está tan pancha!
— ¿Es
qué te has vuelto loca o que te pasa?—Espeto.
— ¡Cállate!
— ¿Qué
me calle? Me apetece retorcerte el pescuezo hasta que esa lengua tuya
te llegue al suelo. Eres una boca chancla.
— Deja
de mover tanto las manos y cierra el pico Olivia. Daniel está
controlándonos…
— ¡Genial!
Seguro que éste sospecha algo.
— ¿Por
qué lo dices?
— Por
su forma de mirarme… Tengo la sensación de que sabe de sobra que
estoy tras sus pasos…
— Puede
ser…
— ¡Joder,
esto es una locura! Como Daniel Dempsey sea Jack Sparrow, voy a
cagarme en todo lo cagable.
— Y
yo que creo que en el fondo te encantaría que fuesen la misma
persona…
— No
tienes ni idea. ¿Sabes cómo me sentiría al saber que todo este
tiempo he sido engañada deliberadamente? ¿Qué todo este tiempo él
sabía perfectamente quién era yo? ¿Qué he estado devanándome los
sesos buscando la manera de contarle lo del “Lust” para nada? Me
sentiría como una auténtica mierda Rebeca.
— Olivia
por Dios tranquilízate ¿quieres? No sirve de nada que te pongas así
si todavía no tienes nada seguro. Tienes que intentar relajarte y
olvidarte del asunto hasta la próxima fiesta del club.
— ¿Y
qué se supone que voy a hacer cuando llegue el momento?
— Pues
no tengo ni idea, pero algo se nos ocurrirá. De lo que tienes que
mentalizarte, es de que ese día, si quieres desenmascararle, tendrás
que ir con él a una habitación.
— Ni
de coña voy a meterme con él en una habitación…
— Pues
es eso, o que le arranques el antifaz delante de todo el mundo y que
los dos quedéis en evidencia. ¿No crees que sería mejor hacerlo en
privado?
— No
lo se… me da miedo estar a solas con él.
— ¿Tienes
miedo de no poder controlar la tentación de follártelo, es eso?—Me
quedo como un pasmarote mirándola. ¡Joder, es una bruja deslenguada
y loca que me conoce mejor que yo misma! ¿Cómo lo hace?— Olivia,
hazme caso y olvídate de todo hasta que llegue el momento. Y cuando
éste llegue, simplemente déjate llevar y actúa.
— Está
bien, lo intentaré. Que lo consiga ya es otro cantar.
— Así
me gusta, ¿otra cerveza?—miro el reloj y asiento.
Rebeca
se acerca a la barra a por un par de cervezas y, al segundo Paul esta
a su lado. No son pareja, por lo menos eso ha sido lo que mi amiga me
ha contado. Son amigos con algún derecho, menuda gilipollez. Lo
único que están haciendo es marear la perdiz y perder el tiempo, se
nota a la legua que están pilladísimos el uno por la otra. «Mira
quién va a hablar—dice mi conciencia—. La que ha removido cielo
y tierra para poner muchos kilómetros de distancia entre ella y el
chico del que está perdidamente enamorada». Pues también es
verdad, pero en mi caso es necesario, y más ahora, que todo parece
complicarse por minutos. ¡Madre mía, estoy fatal! Ahora hasta
discuto con mi conciencia, estoy para que me pongan una camisa de
esas que se ata a la espalda y me encierren en el loquero.
— ¿Va
todo bien?
— ¡Perfectamente!
— Pues
no lo parece…
— Daniel,
estoy perfectamente, lo que pasa es que tengo demasiadas cosas en la
cabeza.
— ¿Quiere
contarme qué es eso que te preocupa?—«¿Quiero? Porque este sería
un buen momento para preguntarle a la cara: ¿eres Jack Sparrow?».
Pero va a ser que no. Principalmente porque no tengo los ovarios
necesarios para hacerlo. «Soy una cobarde».
— Ya
te dije que estaba bien.
— Si
tu lo dices...—Dios, estoy empezando a perder la paciencia—.
Olivia, ¿sabes que si cambias de opinión respecto a lo de
marcharte, estaré encantado de romper ese contrato verdad?
— No
voy a cambiar de opinión Daniel…
— Nena...—dice
poniéndose en cuclillas y cogiendo mi cara con ambas manos— No te
vayas por favor, sea lo que sea, podemos solucionarlo juntos...—Me
quedo embobada mirando su cara. Sus ojos, de ese azul tan intenso, su
nariz perfecta, su boca carnosa y apetecible, es tan hermoso, y le
quiero tanto que por un momento dudo. Pero es solo eso, un instante
de debilidad que deshecho con un aleteo de pestañas.
— Daniel,
necesito tiempo…
— Está
bien, no insistiré más. Pero quiero que sepas, que pase lo que
pase, te quiero, y cuando decidas volver, estaré aquí esperándote.
No lo olvides...—Asiento y él, roza sus labios con los míos y me
regala un beso tierno y delicado. Después simplemente se pone en pie
y se va con el resto de compañeros.
Después
de ésto, decido que no puedo quedarme aquí ni un minuto más
rodeada de toda esta gente con la que he trabajado codo con codo
durante cinco años. Pensé que tendría el valor de despedirme de
ellos, pero una vez más, mi valor brilla por su ausencia. Voy a
echarles de menos, a unos más que a otros, al fin y al cabo, he
pasado con ellos más tiempo en la oficina que en mi casa. Podría
decirse que son un poco como esa familia que nunca tuve y, a la que
ahora voy a dejar atrás por voluntad propia. Me doy cuenta de lo
sola que voy a estar en San Francisco, y soy consciente de lo duros
que serán estos tres meses para mi. Solo espero que merezca la pena
lo que estoy haciendo y que con ello consiga lo que realmente quiero.
Ser feliz de una maldita vez. Cojo mis cosas y me acerco a mi amiga
sigue en la barra muy pegadita a su amigo con derecho a roce. En
cuanto me ve acercarme y, antes de que yo diga nada, me dice que no
con la cabeza mientras Paul nos mira a una y a otra extrañado.
— Todavía
no puedes irte Olivia, es muy temprano—me dice mirando su reloj.
— Lo
siento Rebeca, tengo muchas cosas que preparar y muy poco tiempo…
¿Por qué no te pasas el domingo por casa y nos tomamos un café?
Así podré darte una copia de las llaves para que me riegues las
plantas, ya sabes…
— Vale,
si. Me parece perfecto. Entonces nos vemos el domingo para
despedirnos y eso…—Asiento y le doy un beso. Aprovecho que Paul
está allí para despedirme de él. Le doy un abrazo y le pido como
favor, que cuide mucho a mi amiga o, tendrá que vérselas conmigo.
Después
me acerco al grupo que está jugando al billar para despedirme de
ellos también y, me sorprende no ver a Daniel por ningún lado.
Bueno, tendré que irme sin decirle adiós, aunque pensándolo bien,
así es mejor. Por lo menos para mi. Salgo a la calle y me paro para
ponerme la chaqueta, solo estamos en octubre y ya hace un frío que
pela. Se abre la puerta y me hago a un lado, pero quién quiera que
sea, en lugar de salir, se pega a mi espalda.
— ¿Te
ibas sin despedirte?—Inspiro, su olor y su cercanía, hacen
palpitar mi corazón. Me giro para quedar cara a cara.
— Me
acerqué al grupo y no estabas…
— ¿Puedo
acompañarte a casa?
— Te
lo agradezco, pero prefiero irme sola.
— Está
bien, como quieras—contesta frío—. Estaremos en
contacto—asiento—. Cuidate mucho ¿vale?
— Tu
también...—Me separo de él y me alejo. Solo cuando estoy lo
suficientemente lejos, me atrevo a volver la vista atrás, y ahí
sigue, en la puerta, con las manos en los bolsillos viendo como
desaparezco de su vida. De momento…
Ay por favor que tensión. Tienes que escribir más rápido, jajaja. Me estás volviendo loca.
ResponderEliminarUn besillo.
jajajjaja María, créeme que lo intento, y parece que nunca lo consigo!! Ya queda poco, paciencia!!
EliminarGracias besin :))
Jajaja Virginia nos tienes impacientes a todas. Es un sin vivir. Gracias por estos ratos.Un abrazo
ResponderEliminarjjajaja Gracias a vosotras por pasaron en cada capítulo y por vuestras ganas de querer saber siempre más!!
EliminarBesin :)