Treinta
y tres primaveras, o como dirían algunas personas mayores, la edad
de Cristo, esos, son los años que cumplo hoy. Se dicen pronto, pero
son un puñao de años, al menos para mi, que me doy cuenta que me
estoy haciendo mayor, habiéndome perdido muchas cosas importantes en
la vida. Como por ejemplo, no haber tenido durante mi adolescencia,
ni ahora, salvo por Rebeca, un grupo de amigas, con las que poder
haber compartido conversaciones, de música, cine, libros y los más
importante, chicos. Esas amigas, con las que te desahogas cuando
sufres mal de amores, o a las que les cuentas tu primera vez, y todas
esas cosas que se sufren de jóvenes, y de no tan jóvenes, por que
en mi caso, el mal de amores lo estoy padeciendo actualmente. Que
triste ¿verdad?
Y
aquí estoy, dándole vueltas al coco, en un restaurante estupendo,
mientras mi amiga, la única que tengo, se acicala en el baño. Lo
cierto es que, durante el transcurso de la cena, ella no ha dejado
que me viniera abajo en ningún momento. Cada vez que veía que me
quedaba callada y pensativa, rápido empezaba a hablar y a contarme
historias para que dejara de pensar y, haciéndome hasta llorar de
risa. Estoy encantada de haberla conocido, es una grandísima persona
y, me alegra que en momentos especiales como el de hoy, esté a mi
lado.
Hemos
cenado muy bien, platos exquisitos que de no haber venido aquí, no
los hubiéramos probado ni de coña. Platos como el “Ratatouille”,
que está compuesto por varias hortalizas y que perfectamente podría
ser un plato vegetariano, o “Confit de pato”, elaborado con pato
asado y que según nos ha comentado el camarero, tarda casi tres días
en estar listo, porque el pato se unta en sal y en ajo y se deja
macerar durante treinta y seis hora más o menos. El postre, estaba
cojonudo. Hemos probado “La Tarte Tatín”, básicamente una tarta
de manzana normal con la diferencia de que los trozos de mazana,
están caramelizados con azúcar y mantequilla. Todo, absolutamente
todo, estaba para chuparse los dedos, hasta el vino, y mira que yo no
soy mucho de vinos, pero tengo que reconocer, que el que nos
recomendó el camarero, estaba delicioso.
Hemos
visto a una actriz super famosa y que ahora está muy de moda. Salió
en la última película de Brad Pitt, me gustaría poder deciros cómo
se llama, pero en realidad no me acuerdo. Supe que era ella, porque
Rebeca se ha puesto a dar palmadas como una loca y me ha contado su
vida casi sin respirar y en susurros, para que los comensales que
estaban a nuestro alrededor, no la oyeran. Ahora, estoy esperando a
que la presumida de mi amiga, salga del baño para poder irnos a la
cervecería a tomarnos una copas con los compis. Lleva una eternidad
metida allí dentro, ¿qué narices estará haciendo? Con lo guapa
que es, no creo que necesite hacerse demasiados retoques para
impresionar a nadie, su belleza salta a la vista por si sola.
Una
vez que la ratita presumida, llega a la mesa, y sin que yo me lo
espere, saca de su bolso un paquete envuelto en papel de regalo y, me
lo tiende. Sorprendida por ese gesto, la miro y los ojos se me llenan
de lágrimas. Ella me anima a abrirlo, también está emocionada,
supongo que por ver mi cara de sorpresa y mi reacción. Son unos
pendientes negros, de azabache, en forma de media luna y preciosos,
una autentica pasada. Le doy las gracias y, me los pongo allí mismo.
Después de este momento super especial para mi, el camarero nos trae
una copa de cava y, brindamos porque ésta, sea la primera de muchas
celebraciones juntas.
Ligeramente
mareadas por el vino y el cava, salios del restaurante. Paramos un
taxi para que nos lleve a la cervecería, ya que ésta nos queda un
poco lejos como para ir andando. Según nos vamos acercando a nuestro
destino, me voy poniendo cada vez más nerviosa. ¿Y si el señor
“soy un ogro” ha decidido venir a pasar el fin de semana en
Manhattan y está con los compañeros en el Indiana? Prometo que en
todo el día ni siquiera me había parado a pensar en ésa
posibilidad, hasta ahora. ¿Cuál sería mi reacción de verlo allí?
¿Tendría las agallas suficientes como para acercarme a él y
arreglar el estropicio que provoqué la semana pasada? Si, claro que
si. Estos días han sido bastante duros para mi sin haber tenido
noticias de él y, si fuera posible, me gustaría enmendar mi error.
El
taxi nos deja frente a la puerta de la cervecería. Como cada
viernes, ésta, está a tope de gente, y mi amiga y yo, tenemos que
hacer malabarismos para llegar al fondo del bar, que es donde
habitualmente nos ponemos. Pero allí, no hay nadie, ¿habrán
cambiado de planes nuestros compañeros en el último momento sin
comentárnoslo? Nos miramos y, extrañadas, nos acercamos a la barra
para preguntarle a Charly ( el dueño del bar ), si no han estado por
allí o, si sabe algo. Él nos dice que no, que no tiene ni idea.
Pedimos unas cervezas y, esperamos durante un rato a ver si aparecen.
Poco
tiempo después, Charly se acerca a nosotras y dándonos la llave del
almacén, nos pide que si por favor, podemos traerle unas cajas de
cartón que tiene sobre unas baldas de madera, éstas tienen vasos y
los necesita urgentemente. Le decimos que por supuesto, y vamos al
almacén. Una vez que Rebeca abre la puerta y, enciende la luz oigo:
¡¡SORPRESA!! ¡Ostras, me han organizado una fiesta sorpresa! ¡Esto
si que no me lo esperaba!
Miro
a Rebeca, no me cabe ninguna duda de que ella es la artífice de esta
fiesta sorpresa y, la abrazo emocionada dándole las gracias. Nunca
me había emocionado tanto el día de mi cumpleaños, recordaré éste
el resto de mis días. Paseo la mirada por el almacén, hay globos de
colores, serpentinas y, hasta confeti, y como no, una maravillosa
tarta en tonos rosas muy cuqui, colocada encima de una improvisada
mesa, no se les ha olvidado ningún detalle. Miro a mis compañeros
agradecida, uno a uno, se acercan a mi para felicitarme y darme
besos, ¡son la caña!
Estoy
encantada, o mejor dicho, lo estaba antes de posar mis ojos en el
hombre que está apoyado en unas cajas con una pelirroja
despampanante. Si, él también está allí y, por lo visto con muy
buena compañía. Su mirada fría y distante, hace que se me caiga el
alma a los pies. ¿Qué coño hace aquí con ésa? ¿Tenía que
presentarse con ella precisamente hoy? La imagen de ellos dos
coqueteando, me enfurece y, me entran unas ganas locas de empezar a
partir piernas, pero sólo las de ellos dos. ¡Pero que cabrón es
este tío joder! Acaba de fastidiarme la sorpresa que mis compañeros
se molestaron en organizar! ¿Qué mierda pintan ellos aquí? De
verdad que no lo entiendo.
Rebeca,
que se da cuenta de lo que sucede, se pone a mi lado y, cogiéndome
la mano, la aprieta para infundirme ánimos y, con su mirada, me
advierte que no la lie. Asiento, para que esté tranquila, por muchas
ganas que tenga de cargármelos, no lo haré. Primero, porque no soy
esa clase de persona, y segundo, porque ninguno de mis compañeros se
lo merece. Lo único que quiero, es que el tiempo pase rápido para
poder largarme de allí y, poder ir a mi casa a rumiar el dolor que
me causa ver a Daniel con otra, en plan, ¡estamos más salidos que
el pico de una mesa!
No
sé de donde, pero consigo sacar las fuerzas suficientes para seguir
con la celebración como si nada pasara. Hablo, río, bailo y, hasta
canto una canción a grito pelao que me ayuda a deshacerme de parte
de la rabia que llevo dentro. Si, también puedo ser buenísima
fingiendo y, aparentando indiferencia, aunque la procesión vaya por
dentro.
— ¿Cómo
lo llevas? —Me susurra Rebeca.
— ¿Tu
qué crees? ¿A ti te parece normal lo de esta tío? ¿Sabías qué
él iba a estar aquí?
— No,
no me parece normal, y no, no sabía que vendría. Eres mi amiga
Olivia, ¿no te parece que de haberlo sabido, te lo hubiera dicho?
— Ya,
lo siento. ¡Joder, es que tengo una mala hostia encima que flipas!
No sé que pretende, pero me está haciendo mucho daño, demasiado.
— Lo
siento cielo, menuda sorpresa ¿eh? El muy idiota se ha cargado tu
fiesta, ¡menudo capullo! ¿Por qué narices no van a restregarse a
otra parte? Al menos así dejarían de dar el espectáculo joder. Lo
siento amiga, pero yo también estoy cabreada.
— Ya
lo veo ya…
Durante
unos minutos que me parecen eternos, me quedo aislada del resto del
grupo por culpa de mis pensamientos. Entonces, lo veo acercarse a mi,
con paso tranquilo, las manos en los bolsillos y con esa sonrisa de
perdona vidas dibujada en su cara que me dan ganas de arrancarle
hasta los dientes.
— Feliz
cumpleaños señorita Murray... —me dice poniéndose frente a mi.
— No
me puedo creer, que tengas los santos cojones de acercarte a mi para
felicitarme…
— ¿Y
por qué no iba a hacerlo? Tengo por norma felicitar el día de su
cumpleaños a las personas que trabajan para mi.
— Ya
veo… Pues me doy por felicitada, ¡así que aire!
— ¿Aire?
— Si
señor Dempsey, aire, ¡esfúmese y déjeme en paz!
— ¿Estás
molesta por algo Olivia? —Me pregunta con retintín…
— Pues
ahora que lo pregunta, si, su sola presencia me molesta —contesto
apoyando las manos en la cadera—. ¿Algo qué objetar?
— En
absoluto. Estás preciosa Olivia… —dice mirándome de pies a
cabeza. Sonrío, este tío no tiene remedio. Me giro para alejarme de
él pero antes…
— Por
cierto, señor Dempsey, para usted soy la señorita Murray, recuerde
que soy una más de sus empleadas. No vuelva a tutearme —Y
entonces, si, me alejo de él temblando de ira.
Salgo
del almacén y entro en el baño. Necesito calmarme o acabaré
liándola muy, muy gorda. ¡Manda narices la jeta que le echa este
hombre a la vida! ¿Qué si estoy molesta por algo? ¿En serio? Y
pensar que estaba dispuesta a perderme la fiesta de aniversario del
“Lust” por no estar con otro tío que no fuer él… Y el muy
cabrón va y se presenta aquí con la pelirroja esa para
restregármela en las narices… sería una idiota si mañana me
quedara en casa. ¡Por supuesto que iré a la fiesta, y por supuesto
que haré lo que sea necesario para volver a follarme a Jack Sparrow!
Se acabó el estar triste y deprimida. A partir de ahora, pensaré en
mi y, solo en mi, y al que no le guste, ¡qué se joda!
Decidida
a no dejar que éste siga aguándome la fiesta, vuelvo al almacén,
pero ni él ni su muñequita están por allí. Por fin se han ido.
Ahora, sin su presencia, si que podré disfrutar de mi fiesta…
Agggg lo mato, lo mato. Qué ganas de leer la fiesta en el lust. Me tienes super intrigada.
ResponderEliminarUn besillo.
No me extraña María, es que se ha lucido esta vez eh? jajajaj
EliminarGracias Besín :)
Bien Oliviaaaa! Vete a ese aniversario y engánchate a ese Jack! Que le den a ese Daniel...qué cruel....pero creo q ha sido sólo para darle celillos...beso Virginia!
ResponderEliminarMuy cruel Hada Rac, como dice Olivia, es un capullo en toda regla!!
EliminarGracias Besin :)
Pero que... mmmm.... arrggg... me estoy reteniendo para no decir ninguna barbaridad. ¿Pero de qué va?
ResponderEliminar¡Eso ella fuerte! Con ganas de saber más ;)
Besos!!!
jajajjajaja Te entiendo Irene, yo también me cabreo mientras lo escribo!! jajajaja
EliminarGracias Besi :)
Ainssss espero que Daniel solo pretenda darle celos con la pelirroja y que no esté saliendo con ella. Yo creo que solo pretendía desquitarse, pero ya nos contarás... :)
ResponderEliminarAhora a la fiesta a divertirse y a tener experiencias que la hagan olvidar todo (si puede).
Buenísimo el capítulo, como siempre.
Besitos, Virginia!!
Ya veremos Julia, a ver que se me ocurre ajajajja De momento nos vamos de fiesta!! jajaja
EliminarGracias Besin :)
Virginia es una escena de celos. nada más. ¿Pregunto vas escribiendo sobre la marcha o la tienes ya escrita esta historia? voy a comer seguiré mas tarde
ResponderEliminarHola María del Carmen, no tengo escrita la historia, lo voy haciendo sobre la marcha. En mi cabeza, tengo una idea clara de lo que quiero contar, lo difícil es plasmarlo con letras jajajaja
EliminarGracias Besin:)