En
estado de shock, así me encuentro desde el instante en que abrí la
caja y vi lo que había en su interior. A penas soy consciente de que
Rebeca me lleva de la mano al pasillo. Lejos de las miradas
indiscretas y ávidas de saber por qué de repente se me ha quedado
esa cara. La posibilidad de que todo esto fuera una broma de mal
gusto, por parte de mi amiga, queda descartada. La pobre se ha
quedado tan alucinada como yo. Lo que significa, que solo hay una
persona que pueda tener algún interés en que yo reciba este regalo.
¿Llegó la hora de la verdad? Puede ser…
—Olivia,
me estás asustando…
—Tranquila,
estoy bien. Es solo que…
—¿No
vas a abrir el sobre y ver lo que hay dentro?—Cojo el sobre del
interior de la caja. Sinceramente, no me atrevo a leerlo—. ¿Quieres
qué lo haga yo?
—Gracias
Rebeca, pero esto es algo que solo puedo hacer yo—. Abro el sobre
con el corazón martilleando en mi pecho. Lo leo. Podría distinguir
esa caligrafía entre un millón. Estoy harta de tenerla delante de
mis narices. La certeza de saber a quien pertenece, derrumba mi
existencia como un castillo de naipes arrasado por un simple soplido
«Ponte
el antifaz y sube a la azotea»
—¿Qué dice? ¡Por el amor de Dios Oli, di algo!
—Que
me ponga el antifaz y suba a la azotea.
—¿Vas
a hacerlo?
—Por
mucho que me pese, debo hacerlo. Quiero saber de una vez por todas la
verdad. Aunque esa verdad duela y destroce mi vida, debo hacerlo.
Acabar de una maldita vez con la incertidumbre de saber si será o no
será. Acabar de una maldita vez con esta historia que está
consiguiendo volverme loca.
—¿Estás
segura?
—Completamente—la
miro a los ojos, y en su mirada puedo ver perfectamente la preocupación.
Saco
de la caja el antifaz, pero no me lo pongo. No lo haré. Yo no
necesito esconderme detrás de una máscara para afrontar la
realidad. Le entrego la caja a Rebeca y ésta, me acompaña hasta el
ascensor en silencio. Un silencio incómodo y cargado de tensión por
lo que está a punto de suceder. Mientras esperamos a que el ascensor
baje, ella coge una de mis manos y la aprieta, transmitiéndome con
ese gesto algo de fuerza y valor. Lo necesito.
—Olivia, prométeme que pase lo que pase ahí arriba, no cometerás ninguna locura. Que pensarás antes de actuar.
—No
puedo prometer eso Rebeca. Nunca pienso antes de actuar. A estas
alturas, ya deberías de saberlo.
—Inténtalo
por favor—se abren las puertas del ascensor y, ella me da un
abrazo—. Estaré aquí esperándote, Olivia.
—No
lo hagas. Vuelve a la fiesta y diviértete—entro en el ascensor y
pulso el botón que me llevará directamente a la cruda realidad.
Me
paro frente a la puerta de la azotea. Tengo la palma de mis manos
ligeramente húmedas. Los nervios se han apoderado de todo mi ser.
Los nervios y el miedo. Miedo a lo que pueda oír a partir del
momento en que cruce esa puerta. Miedo a lo que pueda sentir. Respiro
hondo. Debo calmarme y mantener la mente fría. Debo hacerlo por mi
bien, y por qué no decirlo, también por el de él. Roto el cuello a
un lado y a otro. Dios, estoy a punto de saltar al ring y tener el
peor combate de mi vida. Un combate que ya me ha dejado K.O antes de
empezar. Apoyo la mano en la puerta y ésta, cede con facilidad. El
aire frío de la noche, me golpea en la cara. Pero no es ese frío el
que realmente me hace temblar. Que va. Es la imagen del hombre que de
espaldas a mi contempla la ciudad con las manos en los bolsillos. El
hombre que se gira en cuanto nota mi presencia allí arriba. El
hombre al que amo con todas mis fuerzas. El hombre que me ha mentido
durante estos meses ocultándome lo que ahora claramente ven mis
ojos. Lo que mi subconsciente me gritaba desde hacía tiempo y, al
que no presté la atención que se merecía. Tengo frente a mi a Jack
Sparrow. Pero no al Jack Sparrow seguro y decido que estoy
acostumbrada a ver en las reuniones. No. Tengo delante de mi a un
hombre inseguro y nervioso. «Bienvenido a mi mundo»—pienso. Así
es como me he sentido yo infinidad de veces a lo largo de mi vida. Se
acerca lentamente a mi, mientras yo me quedo quieta. Conteniendo la
respiración. Sin pronunciar ni una sola palabra.
—Hola—dice
en un susurro apenas audible—. No te has puesto el antifaz…
—No.
—¿Por
qué?
—Porque
quiero que veas bien mi cara cuando me digas por qué me has mentido
todo este tiempo—contesto con frialdad.
—Entonces
no tiene sentido que yo lleve puesta mi máscara.
—Estoy
aquí para eso ¿no? Para que de una vez por todas, te quites la
máscara y me digas la verdad. Así que adelante. Soy toda oídos.
—No
vas a ponérmelo fácil ¿eh?
—¿Debería?
—No
se por donde empezar…
—¿Qué
tal si empiezas por el principio?—Suspira resignado. Si. Llego la
hora de la verdad.
—Sinceramente,
no puedo darte una explicación clara de por qué hice lo que hice.
Ni siquiera yo mismo lo sé. Lo único de lo que estoy totalmente
seguro es de que te quiero y, no quiero perderte.
—He
dicho por el principio Daniel, ¿O debería llamarte Jack Sparrow?
—Está
bien...Sabes que desde hace tiempo me gustabas, te lo dije en una
ocasión, ¿lo recuerdas?—Asiento—. Aquella vez que te llamé
pidiéndote perdón por mi comportamiento y asegurándote que no se
volvería a repetir, iba en serio. Quería olvidarme de los
sentimientos que empezabas a despertar en mi y, me prometí a mi
mismo dejarte en paz. Anteriormente, había estado en Búffalo en
una reunión del “Lust” porque Oliver había insistido en que
fuera. Aquel día, vi por primera vez a la “Reina de Corazones”.
Me sentí atraído por ella, pero no eras tú. Eso fue lo que pensé
y, me largue de allí. Después pasaron cosas entre nosotros. Besos,
miradas, mensajes…
Por primera vez creí que me darías una oportunidad. Pero luego
vinieron tus palabras. Duras, cargadas de odio y de rencor y me dije
que tenía que acabar con aquello. No quería seguir haciéndote
daño. Por eso te llamé, y después de esa llamada, me convencí de
que la única manera de olvidarme de ti, era yendo al club y conocer
a la chica que estaba causando sensación en las reuniones y tenía a
mi amigo cautivado.
—¿Cuándo
supiste que era yo?—Pregunto.
—Lo
supe en Filadelfia.
—Esa
fue la primera vez que tu y yo…
—Si.
—¿Cuándo
me invitaste a jugar, ya sabías quién era?—«Por favor, dime que
no» Ruego.
—Si.
Cuando llegué a la fiesta, Os vi junto a la barra. Me acerqué. Tú
estabas de espaldas y entonces vi el tatuaje. El mismo tatuaje que vi
aquella noche en tu casa. En el mismo lugar y los mismos colores.
Negro y rojo. Entonces lo supe. Supe que “La Reina de Corazones”,
era Olivia Murray, la mujer de la que estaba enamorado. Sentí que
por primera vez en mi vida, la suerte me había sonreído y, que los
astros, se habían puesto de mi lado. Estaba tan eufórico por lo que
acababa de descubrir, que lo único que atine a hacer, fue
acariciarte la espalda para salir pitando segundos después. Mi
conciencia, no dejaba de hablarme y decirme que lo que estaba
pensando hacer, no estaba bien. Pero no pude resistirme. El deseo de
tenerte era tan fuerte que te invite a jugar. Me dije que solo sería
una vez, pero me mentí…
—¿Por
qué no me lo dijiste Daniel?
—No
lo se. Quería decírtelo, pero para ser sincero temía tu reacción
y, pensé que más adelante te lo contaría todo. Quería que cuando
lo supieras, estuvieras tan enamorada de mi, que todo ésto, quedara
en una anecdota más que contar a nuestros nietos.
—¿Y
por qué ahora? Ya no estamos juntos…
—Porque
cada vez que entre tu y yo, surgen problemas, corres al club a buscar
los brazos de Jack Sparrow para desquitarte…
—Yo
no hago eso Daniel.
—Si
que lo haces Olivia. Recuerda qué fue lo que hiciste el día después
de tu cumpleaños. Recuerda con quién pasaste la noche en el
aniversario del club y por qué. Exacto, sabes de sobra a lo que me
refiero—nos quedamos en silencio unos segundos—. Pude callarme y,
seguir ocultándome tras una máscara, pero estando tan cerca la
fiesta de fin de año y, sabiendo con total seguridad que buscarías
a Jack, preferí decirte la verdad arriesgándome a perderte para
siempre, en lugar de seguir acostándome contigo en cada reunión.
Quiero que la próxima vez que estemos juntos, lo hagas sabiendo la
verdad.
—No
vamos a volver a estar juntos Daniel—digo con total seguridad—.
Hace tiempo que tenía mis sospechas sobre ti. Estaba esperando tener
mi oportunidad para desenmascararte. Esa oportunidad iba a ser en la
fiesta de fin de año. Quería dejarte en evidencia delante de todo
el mundo. Quería que todos supieran quién eras en realidad.
—No
te creo…
—Pues
es cierto, puedes preguntarle a Rebeca si quieres. Ella lo sabe.
—¿Hubieras
sido capaz de hacer algo así?
—¡Oh
si, claro que hubiera sido capaz! ¿Y por qué no? Tú me engañaste
todo este tiempo sin tener en cuenta mis sentimientos. Una mujer
engañada, decepcionada, y herida, es capaz de hacer cualquier cosa.
Y yo, lo hubiera hecho sin dudarlo—me mira incrédulo—. ¿Sabes
cómo me sentí cuándo las piezas empezaron a encajar en mi cabeza?
¡claro que no lo sabes! ¡Estos último meses han sido un infierno
para mi Daniel! ¿Cómo decirle a la persona que amas, que te has
acostado con su mejor amigo y con la mujer de éste? ¿Qué eres
miembro de un club sexual? ¡Me devané los sesos buscando la manera
de decírtelo! ¡Aún sabiendo que no tenías ningún derecho a
reclamarme nada porque por aquel entonces tu y yo no estábamos
juntos, aún así no quería hacerte daño!
—Tú
no eres mejor que yo Olivia. Tampoco fuiste sincera conmigo…
¡Oh
no, no, no y no, por ahí si que no paso! ¿Cree el ladrón que todos
son de su condición? ¡Y una mierda! No sé cómo se atreve siquiera
a insinuarlo. Estoy empezando a perder los papeles y necesito
calmarme. Pero va a resultar imposible si sigue por ese camino. No se
lo voy a permitir. ¡No señor! Él observa mi ir y venir sin
inmutarse. ¿Cómo puede estar tan tranquilo? ¿Es qué no tiene
sangre en las venas? Joder, he mantenido el tipo todo este rato, pero
no puedo más. Necesito gritarle. Sacar fuera esta rabia que me
corroe por dentro. Necesito que sienta en su interior todo el daño
que él me está haciendo sentir y, solo hay una manera de hacerlo…
Ayyyy espero que no sea tan orgullosa y se centre un poco. No es para tanto, teniendo en cuenta sus reacciones yo tampoco se lo habría dicho.
ResponderEliminarPobre Daniel, lo mal que lo está pasando.
Esperando impaciente la próxima entrega.
Un Besillo.
Pues conociendo a Olivia, creo que su reacción ala confesión de Daniel no será nada buena María!!
EliminarGracias besin :))
Virginia , me doblego a ti por que mis sospechas iban en otro camino pero ya has demostrado que Jack Sparrow es Daniel. Ahora a ver como reacciona Olivia veremos que se centre y sea mejor que otras veces. Un abrazo
ResponderEliminarNo se yo que te diga María del Carme. Seguro que la reacción de Olivia no es la que deseamos, ya sabes que ella actua sin pensar... jajajja
EliminarGracias besin:)
Nooooooo, no nos dejes así!! Bueno, aunque quizás sea mejor, a ver si entre tanto Olivia se calma y no hace una de las suyas. Por favor, por favor, que no explote y lo mande todo a paseo.
ResponderEliminarQué malos ratos nos das, Virginia, no te damos pena?? jajajaja.
Muy bueno, como siempre!!
Besos de miércoles.
Jajajaja Lo siento Julia, soy un poquito mala, lo sé!! Ya conocéis a Olivia, hace las cosas sin pensar en las consecuencias así que...
EliminarJajajaja
Gracias besin de casi Jueves. :))
Ufff!!! .....leído todo, hasta el momento...sacabar con esta historia esa noche :( ¡¡¡... qué noche llevo, señó, señó...!!!. Q venga ya el final, por favor.
ResponderEliminarMe ha encantado desde la primera letra. Gracias.
Te sonrío con el Alma.
Muchas gracias DesdeMiVentana, menudo tute te has pegado!! Jajajaja me alegra que te esté gustando la historia, el final llegará prontito. Bienvenida!!
EliminarGracias besin :))
Y se desveló la verdad, tantararantantararara... :) No termino de comprender a Olivia y la necesidad de apartar a Daniel, el orgullo la priva de ser feliz buscando una perfección sin taras que es totalmente imposible de encontrar.
ResponderEliminarBesitos!!!