Hay
que ver lo rápido que pasa el tiempo cuando se está bien. Hoy ya es
viernes y, llevo en la isla cinco increíbles y maravillosos días.
Después de tomar la decisión de seguir adelante con mi historia con
el señor “soy un ogro”, me he relajado, como si por fin, me
hubiera quitado un gran peso de encima que no me dejaba avanzar y, me
mantenía en una angustia permanente. A pesar de las ganas que tengo
de volver a Manhattan para poder tenerlo frente a mi y, aclarar las
cosas, no quiero que se terminen mis vacaciones, aún me quedan otros
cinco días por estos lares y no pienso desaprovecharlos. Por cierto,
él no ha vuelto a ponerse en contacto conmigo, creo que al fin ha
entendido que necesito mi espacio y mi tiempo para meditar. Si él
supiera que ya lo tengo todo bien pensado…
Esta
noche, el hotel da una cena con baile para inaugurar un nuevo salón
que estaban reformando y, yo como huesped, estoy invitada. Menos mal
que me he traído ropa apropiada para el evento, tengo en mi armario
el vestido de satén negro que puse la primera vez que asistí a una
reunión del club, creo que es perfecto para la ocasión. Ah, y no
estaré sola en la fiesta, he conocido a un grupo de chicas que
también están aquí de vacaciones, son de Asturias y, son muy majas
y muy divertidas, junto a ellas, estoy explorando rincones de la isla
que desconocía, y por supuesto acudiendo a todos los saraos que se
organizan por aquí. Así que si, me estoy divirtiendo de lo lindo.
Ahora mismo, las cuatro chicas, me está esperando en el vestíbulo
del hotel para irnos a la playita a pasar la mañana.
Las
cinco estamos tumbadas al sol, achicharrándonos porque hace un calor
de mil demonios y, las cinco estamos absortas mirando al grupo de
tíos que juegan al voley playa. Decir que están buenos, es quedarse
corta, menudos cuerpazos, una se queda bizca admirando tanto músculo
y, tanta cara bonita. Después de llevar un rato sin perdernos
detalle de la partida de voley, ellos, parecen darse cuenta de
nuestra existencia y se crecen. Ya sabéis como son los machoman
cuando son conscientes de que una mujer no les quita el ojo de
encima. Nos hace gracia verlos lucirse ante nosotras sin cortarse un
pelo.
Más
tarde, uno de ellos se acerca a nosotras, se presenta y, nos pregunta
si nos apetece unirnos a ellos y tomar unas cervezas juntos. Da la
casualidad que se hospedan en el mismo hotel que nosotras, así que
ni cortas ni perezosas quedamos en el bar de la esquina para tomarnos
algo y, conocernos mejor. Si nos vierais, parecemos quinceañeras en
su primera cita. Al final va a resultar que lo que no viví en mi
adolescencia, lo voy a vivir en unos pocos días, ¡qué fuerteeee!
Llegamos
al bar donde hemos quedado. Recién duchaditas y, monísimas de la
muerte, y eso que solo vamos a tomarnos unos algo antes de comer, nos
acercamos a la barra donde el grupo nos espera. En cuestión de
minutos, aquello es un jaleo de presentaciones y besos, menudo cacao
mental tengo ahora mismo con tanto nombre, seguro que acabaré
dirigiéndome a alguno con un ¡eh tú! Por no acordarme de como se
llama.
Pasamos
un rato muy divertido con estos guaperas y, cuando llega la hora de
comer, en lugar de irnos cada uno por su lado, decidimos comer todos
juntos en la terraza del hotel y así, pasar la tarde en la piscina.
Resulta que son gallegos, y entre las chicas y ellos, no paran
decirse un dicho que por lo visto en muy común entre las dos
provincias… «gallegos
y asturianos, primos hermanos»,
o algo así… Uno de ellos, me llama muchísimo la atención, es
moreno, de ojos negros y, se llama Adán. El tío está requetebueno,
y parece el más tímido del grupo porque se mantiene bastante al
margen.
Un
par de horas más tarde, estamos todos en la piscina montando un
jaleo de la leche jugando en el agua. Si es que somos como niños,
hundiéndonos unos a otros, y cronometrando a ver quien aguanta más
la respiración dentro del agua. Yo, que soy como un pato mareao,
pues podéis imaginaros la estampa, si trago más agua, dejo la
piscina vacía. Cansados de jugar, toca relajarse un poco en las
hamacas para reponer fuerzas, me siento agotada, estos tíos son
incansables, no tengo experiencia con los niños, pero seguramente
éstos, sean peores que ellos. Me pongo las gafas de sol, y me dedico
a contemplar la hermosas facciones del tímido Adán, que en lugar de
jugar con nosotros, se ha dedicado a leer todo el rato. Tengo la
sensación de que a ese chico le pasa algo, la tristeza en su
semblante es más que evidente y por un momento, me gustaría saber
de que se trata para poder ayudarlo, me inspira mucha ternura.
La
tarde va pasando, y antes de subir cada uno a su habitación a
prepararse para la cena de esta noche, decidimos tomarnos unas
cervezas allí mismo, tumbados en las hamacas. He conseguido saber lo
que le pasa a Adán, su amigo Diego me ha lo ha contado por alto. Por
lo visto, este viaje tenía que ser su luna de miel, pero su
prometida, bueno mejor dicho, su exprometida le dejó plantado quince
días antes de la boda porque no tenía muy claros sus sentimiento
hacia él. ¡Pobrecito no? En un principio, él quiso anular el
viaje, pero sus amigos le convencieron para que desistiera y, le
propusieron acompañarle y así, hacer un viaje de colegas por los
viejo tiempos y, no dejarle solo en estos momentos tan duros para él.
¿No os parece un detalle muy bonito? A mi si.
Al
ver a una camarera venir hacia nosotros con una bandeja en la mano y
una botella de champán, nos miramos extrañados. ¿Quién ha pedido
éso? ¿Acaso estamos celebrando algo y no me he enterado? Ella viene
hasta donde yo estoy y, dejando la bandeja sobre la mesa que tengo al
lado, me dice…
— Señorita,
un caballero me ha pedido que le trajera esta botella de champán…
— ¿A
mi? —Pregunto alucinada y sin dejarla terminar de hablar.
— Si
señorita, a usted —¿en serio? ¡No me lo puedo creer! Pensé que
esto sólo pasaba en las películas…
— ¿Quién
dice que lo ha enviado?
— Oh,
un caballero que estaba en la barra señorita, pero ya se ha ido —me
dice al verme girar mi cabeza hacia el bar.
— ¿Y
era guapo? —Pregunta una de las chicas.
— Si,
era muy atractivo —contesta ella poniendo los ojos en blanco y
ruborizándose. Se despide de nosotros y se va.
Todos
posan sus miradas interrogantes sobre mi. Qué quieren que les diga,
no tengo ni la más remota idea de quién es ese hombre misterioso
que ha decidido tener ese gesto conmigo. ¡Ojalá lo supiera, porque
ha conseguido dejarme muy intrigada! Abrimos la botella y, después
de beber unos sorbos de el delicioso champán, empiezan a burlarse de
mi. Les río las bromas, pero este detalle de un desconocido, ha
hecho saltar todas mis alarmas. ¿Quién será?
Ya
en mi habitación, tras darme una ducha y ponerme elegante para el
evento, no puedo dejar de pensar en lo que esta tarde a ocurrido en
la piscina, ¿conoceré al hombre misterioso esta noche durante la
cena? ¿En el baile quizás? La camarera dijo que era muy atractivo
y, confieso que me pica muchísimo la curiosidad por saber quien es
él. Algo nerviosa por todo este tema, salgo de mi cuarto y bajo en
el ascensor hasta el vestíbulo. Enseguida veo al grupo reunido en
unos sofás, como para no verlos, menudo equipo hemos conseguido
formar, si no no echan del hotel, será por un milagro de Dios, de la
virgen María y del Espíritu Santo. Voy a su encuentro y, en cuanto
estoy junto a ellos, todos nos dirijimos al salón.
¡Joder
que mierda! Nos ha tocado sentarnos en mesas distintas, menudo
fastidio. Bueno, al menos tengo a Sheila sentada a mi lado, ella es
una de las chicas y precisamente con la que más feeling tengo, así
que de lo malo, tendré con quien echarme unas risas. La cena es
exquisita, y al final, las personas con las que estamos sentadas a la
mesa, resultan ser encantadoras. Mientras tomamos el postre, Sheila
me comenta que Diego, le ha tirado los trastos, y entre risas me
advierte que como ha venido a Ibiza a pasarlo bien, esta noche harán
saltar las alarmas de incendio del hote, y la creo a pies juntillas.
Por lo poco que la conozco sé que cumplirá su promesa, ¡menuda es
ella!
Una
vez terminada la cena, pasamos a la discoteca del hotel, donde todo
está listo para que comience la verdadera fiesta. Cogemos un buen
sitio cerca de la pista, porque con tanta gente, así lo tendremos
más fácil cada vez que queramos salir a bailar, cosa que hacemos en
cuanto oímos la canción “Dangerous” de David Guetta. Pasamos un
buen rato en la pista, bailando, cantando, riendo vamos, lo que se
dice haciendo bastante el tonto, porque sinceramente, es lo único
que se nos da realmente bien. Cuando volvemos a nuestro sitio, veo
por el rabillo del ojo que Diego tiene a Sheila empotrada contra una
pared y, está comiéndole la boca. La hostia que rapidez, pero si
prácticamente acabamos de llegar… Bueno, que leches, hacen bien,
si los dos tienen claro lo que quieren, ¿para qué perder el tiempo?
El
ambiente está animado, muy animado. Me cuesta un triunfo acercarme
hasta la barra a pedir una copa, y cuando por fin lo consigo, tardan
unos veinte minutos en servírmela, ¡joder, casi se me han quitado
las ganas de tomarla! Copa en mano, regreso con el grupo y me siento
en uno de los cómodos sofás de color negro, junto a Adán, que por
primera vez desde que le conozco, parece estar disfrutando de la
fiesta. Mantener una conversación en un lugar como este, resulta
casi imposible, la música está demasiado y alta y, no me mola nada
tener que hablar a gritos, así que simplemente me quedo callada
saboreando mi bombay shappire con naranja. Si, hoy estoy rompiendo
una de mis reglas al tomarme la copa que sólo suelo beber en “Lust”.
El
estilo de la música cambia de repente, la que está sonando ahora es
más relajada, más de bailar en pareja, no las típicas lentas de
los enamorados ¡noooo por dios! Más bien tipo salsa, bachata… no
el chumba chumba que estaba sonando antes. Carlos, uno de los chicos,
se acerca y me invita a bailar, cogiendo su mano, me pongo en pie y
me lleva al centro de la pista. El tío se mueve bien, se nota que le
gusta esta clase de música, pero la verdad que a mi, como que no me
da más porque ya sabéis que bailar no es lo mío. Por fin la
canción termina y, cuando creo que soy libre para volver con los
demás, alguien coloca una mano en el hombro de Carlos y dice…
— ¿Te
importa que baile con ella colega?…
Virginia que nos va a dar un ataqueeeeee jajajajaja. Quién quiere bailar con ella, el mismo que la invitó a champán?? Seguro que sí, me muero por saber más!! :D
ResponderEliminarUn besito de una fan totalmente enganchada jajajaja.
Julia, en el próximo capítulo ya sales de dudas!!! jijiij
EliminarGracias Besin :)
Ayyyyyy que me veo al señor Dempsey con la mano en el hombro de Carlos... Jajajaja. Qué emocionante. Deseando leer la siguiente parte.
ResponderEliminarUn besillo.
jajajjaja Que buena vista tienes María, ver veremos...
EliminarGracias Besin :)
Pues quien va a ser el amigo Daniel casi seguro. Un saludo
ResponderEliminarJajajaja está vez creo que vas por buen camino María del Carmen!!
EliminarGracias Besin :)