La
noche antes de fin de año.
La
noche de fin de año, siempre me ha parecido una noche bastante
triste. No se por qué, pero en esta fecha en concreto, mi corazón
se angustia y me deprimo. Este año es peor. Mucho peor. Este año si
que tengo un motivo para estar hecha polvo. Ha pasado casi una semana
desde mi ruptura definitiva con Daniel Dempsey. Él sigue con su vida
y yo con la mía, sin habernos puesto en contacto para nada. La
historia definitivamente ha quedado zanjada. Si dijera que estoy
bien, mentiría descaradamente. No duermo, y prácticamente, me
mantengo de líquidos. No soy capaz de meter nada sólido en mi
cuerpo. Rebeca dice, que si sigo así, en un mes solo quedarán de mi
los huesos. Si, es una exagerada. En un mes, pienso estar muy lejos
de aquí comenzando una nueva vida. De hecho, en unos días, tengo
una entrevista de trabajo como directora ejecutiva en Galicia. Es una
empresa con las mismas características de D&D y por lo que me
han dicho, muy importante en España. Uno de los chicos que conocí
en Ibiza, me consiguió la entrevista. Por lo visto, es íntimo amigo
de la hija del dueño de la empresa. Y como no tengo nada que perder,
me he liado la manta a la cabeza y allá que me voy.
Ya
tengo empaquetadas la mayoría de mis cosas, y el apartamento,
definitivamente se lo queda Rebeca. En un principio en alquiler, y
más adelante, seguramente se pueda permitir comprarlo. Sea como sea,
yo estoy encantada de que sea ella y no otra persona la que vaya a
vivir en el que hasta ahora fue mi refugio particular. Y como
probablemente venga de vez en cuando a visitar a mi amiga, me sentiré
bien haciéndolo aquí. Ella y yo, hablamos a diario, y las pocas
veces que nos hemos visto en esta semana, siempre ha intentado
convencerme para que me quedara. Pero por supuesto, no lo ha
conseguido. Una vez que tomo una decisión, suelo mantenerme firme,
pese a quien le pese. Ella no entiende que aunque yo quiera a Daniel,
siga adelante con mis planes. Ojalá pudiera hacerla entenderlo, pero
es complicado. Dice, que es una estupidez que esté sufriendo de esta
manera teniendo la solución en mis manos. Que con una simple
llamada, podría hacer que todo cambiara y empezar de nuevo. Parece
fácil, pero no lo es. Para nada. Yo no me quejo, apechugo con mis
decisiones por muy descabelladas que puedan parecer. Lo que estoy
pasando ahora, es simple y llanamente un proceso de curación por el
que es obligatorio pasar cuando se rompe una relación que te ha
decepcionado y con la que has sufrido. Y esa decisión la he tomado
yo, completamente convencida de que es lo mejor. Así que simplemente
sigo adelante, rumiando mi dolor en silencio.
Otra
cosa de la que trata de convencerme Rebeca, es de que mañana asista
a la inauguración del nuevo “Lust”. Por supuesto no voy a
hacerlo. Sería una locura por mi parte meterme de lleno en la boca
del lobo. Y no estoy dispuesta a pasar por ello. No cuando estoy
totalmente convencida de a quién me encontraría allí. No creo que
pudiera soportar siquiera estar en la misma habitación que él. No,
no puedo. Solo de pensarlo, se me encoge el estómago y me palpita el
corazón. Y no, no son nervios. Es miedo. Si, lo sé. Soy una
cobarde. Ahora estoy mentalizándome y preparándome, porque mi
amiga, está a punto de llegar a cenar y, seguramente empiece a darme
la lata con la misma cantinela. Y como no quiero ser grosera con ella
ni darle una mala contestación, tengo que estar preparada. Quiero
que nuestra cena particular de fin de año, sea tranquila. Una cosa
es lo que yo quiera, y otra muy distinta, lo que resulte al final.
Rebeca
llega puntual, como siempre. En una mano trae una botella de vino, y
en la otra, una de champán, ambas muy caras. Según ella, porque
como últimamente solo ingiero líquidos, pues que sean de marca. La
tía está fatal no, lo siguiente. Para la cena, he preparado consomé
de marisco y un pescado al horno. Nada complicado de hacer. Después
de tomarnos una copa de vino hablando de trivialidades, nos sentamos
a la mesa a degustar la cena.
—¿Al
final has hecho planes para mañana con Paul?—Le pregunto a mi
amiga.
—Tengo
planes para mañana, pero no con él.
—¿En
serio? ¿Y con quién has quedado?—Hasta donde yo sabía, ella iba
a ir a una fiesta privada con su amigo con derecho a roce.
—¿Con
quién va a ser? Contigo…
—¿Conmigo?
Lo siento Rebeca, pero creo que me he perdido algo…
—Tu
y yo iremos a la fiesta de fin de año del “Lust”.
—De
eso nada. Ya te dije que no iba a ir. No sé por qué sigues
insistiendo en el tema Rebeca—. Creo que al final, no vamos a tener
una cena tranquila. No acaba más que empezar y ya estoy cabreada.
—Necesitas
salir, desconectar… ¿Y qué mejor sitio para ello que la fiesta
del club?
—No
voy a ir.
—Si
que irás…
—¿Pero
que coño te pasa eh? ¿No eres capaz de entender que no quiero ir a
esa maldita fiesta?
—Soy
muy capaz de entenderlo, pero lo siento, no me da la gana de hacerlo.
—Pues
me da igual lo que quieras. No pienso ir y punto pelota. Fin de la
discusión.
—¿Y
si te dijera que Jack sparrow no va a ir? ¿Cambiarías de opinión?
—¿Cómo
sabes que él no va a estar allí?
—Ayyy
Olivia, yo me entero de todo. ¿Olvidas que soy radio patio? Él y mi
hermano se han ido a una chocita que Daniel tiene en Aspen. Muy
lejos. Ahora dime, ¿irás a la fiesta?
—No.
—Está
bien, entonces no me dejas más remedio que hacerte chantaje
emocional. No quería recurrir a ello, pero no me dejas otra
opción...—. ¡Ay Dios mío, esta mujer ha perdido el único
tornillo que tenía sano!
—¿Chantaje
emocional?—La fulmino con la mirada, intentado intimidarla. Pero va
a ser que no.
—Si.
Verás, prometiste que si te ayudaba a averiguar quién era Jack
Sparrow, me llevarías a una fiesta del club…
—Tú
lo has dicho, si me ayudabas a averiguarlo. Pero no ha sido así. Él
lo confesó. Así que déjate de gilipolleces.
—Pero
yo puse todo de mi parte para ayudarte. Intente hablar con mi
hermano, pero, ¿qué culpa tengo yo de que él y su esposa
decidieran separarse precisamente en ese momento? Además, te ayudé
en el Indina. Fue gracias a mi que supiste cuál era su película
favorita y demás… Así que creo que creo que merezco que lleves a
esa fiesta.
—Tienes
una cara que te la pisas Rebeca…
—Lo
se… Entonces qué, ¿vamos a ir al club mañana?
—No—.
Si ella cree que va a salirse con la suya, va lista.
—¿Voy
a tener que suplicarte?—Me mira con chulería y yo, me cruzo de
brazos enarcando una de mis cejas. ¿Esto es un duelo de miradas?
Pues va a ser que si, tiene toda la pinta.—. Eres imposible ¿lo
sabías?
—Si—contesto—.
Ya me lo han dicho más veces.
—Si
tengo que ponerme de rodillas...lo haré—. Y lo hace. La muy arpía
se pone de rodillas y empieza a suplicarme—. ¡Oli, llévame a la
fiesta, por favor, por favor, por favor!—Me río por lo cómico de
la escena.
—Si
te digo que me lo pensaré, ¿dejarás de hacer el idiota y
terminaremos la cena en paz?
—Si.
—Pues
entonces, me lo pensaré. ¿Satisfecha?
—No—dice
poniéndose en pie—. Pero algo es algo…
Durante
el resto de la cena, la loca de mi amiga, me da un respiro y no
vuelve a sacar el temita de la maldita fiesta. ¡Gracias a Dios! Lo
malo es que estoy completamente segura de que claudicaré y
acabaremos yendo al club, aunque solo sea para despedirme de lo que
alguna vez, me dio tanta felicidad. Después de cenar, entre risas y
una charla amena, nos tomamos la botella de champán, brindando
varias veces porque el año nuevo, empiece mejor de lo que éste
termina. Que me saliera bien la entrevista de trabajo en España,
para mi, ya sería un buen comienzo. Pasadas las dos de la madrugada,
Rebeca se va y yo, me acuesto con la mente puesta en la noche de
mañana. A ella no le he dicho nada aún, pero ya he decidido que
iremos…
A
la mañana siguiente, lo primero que hago al levantarme, es buscar en
mi armario el vestido que me pondré para la fiesta. Por suerte, mi
ropa es de las pocas cosas que me quedan por recoger y, enseguida doy
con el que tengo en mente. Es un vestido de color azul marino que me
compre en las rebajas antes de marcharme a San Francisco. Con escote
en forma de corazón, largo hasta los pies y muy sencillo. El único
adorno que lleva es un cinturón fino y plateado. Lo compré
precisamente pensado en esta noche. La noche que iba a desenmascarar
a Daniel Dempesy, e iba a dejarlo en evidencia delante de todo el
mundo. Pero éso, ya no será necesario. Saco el vestido de la bolsa
de plástico que lo cubre y lo dejo bien estirado sobre la cama. Es
un vestido precioso, lástima que no pueda lucirlo delante de él…
A media mañana, me llama Rebeca y, cuando le digo que acepto ir a la
fiesta del club con ella, se pone a gritar como un histérica y me da
las gracias un millón de veces. Solo con una palabra, he conseguido
hacerla feliz. Espero que merezca la pena.
Por
norma general, las reuniones del club, siempre son a partir de la
media noche. Pero en esta ocasión, es diferente. Con el cuento de
recibir el año nuevo y tal, han decidido dar una cena en uno de los
salones del nuevo local y, por eso tenemos que estar allí a las
nueve de la noche.
Rebeca
y una menda, como ruega en la invitación, llegamos puntuales. Mi
amiga está preciosa. No tengo ninguna duda de que esta noche,
llamará la atención. Su nick es “Pocahontas”, y el antifaz que
cubre su rostro es de color dorado con plumas azul eléctrico. Está
realmente espectacular. Ambas estamos nerviosas. Yo quizá porque
esta sea mi última reunión, y ella, porque a partir de hoy, no dudo
de que será un miembro más. Pasamos al salón donde se servirá la
cena y, nos sientan en una mesa redonda con gente que no conozco de
nada. Ella tampoco claro. O eso creemos, porque visto lo visto,
cualquiera se atreve a asegurarlo. Lo que si tengo claro, es que
ninguno de los comensales, es Hércules o, Jack Sparrow, así que mi
última noche en el “Lust”, será tranquila y sin contratiempos.
Y no, no voy a jugar. O eso creo...