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lunes, 4 de enero de 2016

R.D.C. Y AHORA ¿QUÉ?

 
 
 
 
 
 
Salgo disparada del edificio y enfilo la avenida que tengo ante mi sin rumbo fijo. Lo único que tengo en la mente es alejarme de allí lo máximo posible. Necesito poner distancia entre lo que sea que haya pasado allí arriba en el despacho de Daniel y, mis sentimientos. Sinceramente, no acabo de asimilar las palabras oídas hace unos momentos, ¿en serio qué para él soy solamente una más? Pues va a ser que si. Si alguien me hubiera dicho que él pensaba o, sentía así, probablemente no lo hubiera creído y me hubiera reído, pero fui yo quien lo escuchó claramente con mis propios oídos y, por ese mismo motivo me encuentro ahora así, caminando a sabe Dios donde y, sin saber que hacer.
 
El autobús me deja en un lateral de “Central Park”, me adentro en el parque y sigo caminando, caminando y caminando hasta que mis pies resentidos y doloridos por culpa de los zapatos de tacón y de tanta caminata, me dicen basta. Me siento en el primer banco que encuentro y libero a mis pies de su tortura. Miro a mi alrededor mientras estiro y encojo los dedos y, solo entonces me doy cuenta que estoy bastante lejos del edificio D&D, exactamente en el centro de Nueva York y, en su inmenso parque. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Hasta qué punto llega mi estupidez que no soy capaz de recordar en que momento exacto decidí subirme a un autobús y plantarme en el centro? Las primeras lágrimas resbalan por mis mejillas, soy incapaz de contenerlas por más tiempo, no puedo más. Estoy harta y muy cansada de mi historia con Daniel. Prácticamente mi mente no ha tenido un minuto de descanso desde que que cada uno puso los ojos en el otro. Y desde que decidimos descubrir a donde nos llevaba esta historia incluso ha sido peor. Si, nuestros encuentros íntimos son espectaculares, buenos, muy buenos. Incluso nuestra convivencia de las últimas semanas era perfecta, o eso creía yo, que por lo visto era la única que se entregaba en cuerpo y alma creyendo que esto iba en serio. Pero una vez más, nada es lo que parece…
 
Después de haber escuchado la conversación entre Daniel y su hermano, me hago una pregunta. ¿Merece la pena pasar por todo esto por estar al lado de una persona que simplemente cree que soy una más en su larga lista de conquistas? No me hace falta pensar demasiado para saber la respuesta, evidentemente, va a ser que no, que nada merece la pena.
 
¿Qué es lo que me ha pasado? Yo vivía feliz y tranquila en mi mundo. Sola, eso si, pero tranquila, muy tranquila. Sin nada ni nadie que perturbara mis pensamientos constantemente. Durmiendo a pierna suelta, porque tampoco había sueños que me despertaran en plena noche jadeando. Aunque para ser sincera, lo de los sueños tiene más que ver con Jack que con Daniel, así que seguramente los sueños si que estarían ahí. Y sin Daniel por medio mi conciencia estaría tranquila porque no me sentiría desleal con él. Y ¿por qué narices estoy pensando esto último? ¿Acaso él tiene conciencia? ¿Acaso piensa en mi cuando abre esa bocaza para soltar mierda por ella? No, no tiene ni conciencia y por lo que veo tampoco tiene escrúpulos. Y ahora ¿qué?…
 
Ahora, a pesar de mis sentimientos por él, no puedo seguir adelante. No después de saber que no significo nada en su vida. Que todo era una ilusión que crecía en mi mente día si y, día también. Y tampoco quiero seguir adelante sabiendo que su hermano estará constantemente en nuestras vidas. No, no quiero vivir con el miedo, o la duda pensando que será lo próximo que haga ese mal nacido para hacerme daño. Esto se acabó, necesito poner en orden mi cabeza y, la única manera de conseguirlo en alejándome de todo durante un tiempo, poner tierra de por medio y solo cuando esté lo suficientemente lejos, quizá sea capaz de analizarlo todo fríamente, sin un puto sentimiento de por medio. Creo tener la solución al alcance de mis manos, lo que no sé, es si seré capaz de llevarla a cabo hasta el final.
 
Decidida miro el reloj, queda menos de media hora para que todo el mundo se reúna en la sala de juntas del edificio D&D y, por primera vez en mi vida llegaré tarde, pero llegaré. Seguramente Rebeca esté tirándose del pelo preguntándose dónde cojones estaré metida y, algunas cosas más. Cuando salí de la oficina, no lo hice de buenas maneras y estará preocupada por mi. Pondrá el grito en el cielo cuando sepa lo que voy a hacer. Solo espero que lo entienda y que no trate de convencerme de hacer lo contrario, porque esta vez estoy dispuesta a llevar mis planes hasta el final. No habrá nada ni nadie que consiga hacerme cambiar de opinión. En cuanto salgo del parque cojo un taxi en me pongo en camino…
 
Voy en el taxi retorciéndome los dedos de las manos, estoy nerviosa, demasiado nerviosa. Lo que tengo en mente, sé que no va a gustarle a Daniel. Trato de convencerme de lo que él piense o deje de pensar me importa una mierda, pero no es así. El teléfono suena dándome un susto de muerte por ir demasiado concentrada pensando en él… Es Rebeca.
 
¡Olivia Murray! ¿Puede saberse dónde coño te has metido? Van a empezar con la reunión y Daniel esté que lo llevan los demonios porque no apareces—me suelta mi amiga cabreada.
 
Voy de camino Rebeca.
 
¿De camino? ¿Pero dónde estás?
 
Luego te cuento, estoy a punto de llegar…
 
Está bien, pero tendrás que hablar conmigo largo y tendido señorita. Intentaré retrasar un poco la reunión para que te de tiempo a llegar, aunque no puedo prometerte nada.
 
No te preocupes Rebeca, no es necesario que lo hagas, de hecho quiero ser la última en entrar en la sala de juntas.
 
¿Qué estás tramando?
 
Lo sabrás a su debido tiempo...—Y sin más cuelgo el teléfono.
 
Quince minutos después el taxi me deja en la puerta de D&D. Como un pasmarote me quedo mirando la puerta sin decidirme a cruzarla. Lleno los pulmones de aire varias veces para aligerar la presión de mi pecho y, con decisión, doy el primer paso. Al pasar por la sala de juntas, me fijo en que la puerta de ésta está cerrada. La paso de largo y, voy hasta mi despacho para coger de encima de la mesa la carpeta con toda la documentación necesaria para la reunión y, vuelvo atrás. Estoy frente a la puerta, animándome muy mucho para entrar. Lo hago y, todas las cabezas se voltean a la vez. «Genial, ahora tengo todas las miradas puestas en mi—pienso».
 
Paseo la mirada por cada una de las personas que están sentadas al rededor de la mesa ovalada, diez en total. Hay dos sillas vacías, una al lado de “el señor soy un ogro”, y otra en el lado opuesto. Sonrío y con toda la tranquilidad del mundo me siento en el lado opuesto. Cuanto más lejos mejor, por si las moscas. Coloco la carpeta encima de la mesa y saco un bolígrafo, yo a lo mío, como si no llegara tarde y acabara de interrumpir una reunión importante. Una vez todo listo, levanto la mirada y, me encuentro con tres pares de ojos puestos en mi persona. Los de Bruce, fríos y calculadores, incluso me atrevería a decir que expectantes. Los de Rebeca, interrogantes y suplicantes. Y los de Daniel… Bueno, podría decir que su cara es el vivo retrato de un buldog a punto de saltarme a la yugular. No hubiera estado de más haberle traído un bozal. Los demás compañeros, creo que si pudieran, saldrían por patas…
 
Bueno, ¿qué me he perdido?—Digo más chula que un ocho.
 
¡Nada!—Ladra el buldog—. Estábamos haciendo tiempo mientras te dignabas a aparecer.
 
Pues ya he aparecido. No perdamos más tiempo…
 
Si hemos perdido el tiempo ha sido gracias a ti...—fulmino a Bruce con la mirada por su comentario—. Lo mínimo que podías hacer es disculparte, tenemos cosas más importantes que hacer que esperarte a ti…
 
Pues entonces déjate de darle a la húmeda y pongámonos manos a la obra. El tiempo apremia ¿no?
 
¿No vas a decir nada Daniel?—Bruce mira a su hermano instándolo a que hable, pero éste se queda callado. Está muy cabreado, la vena que palpita en su cuello le delata.
 
Una hora más tarde, seguimos encerrados en aquella sala tratando largo y tendido los puntos importantes de la empresa. A cada minuto que pasa, mi nerviosismo aumenta. No porque me esté entrando el caguele, sino porque se acerca el momento de hablar del punto que a mi me interesa y con el que daré mi golpe de gracia. Ése con el que conseguiré que el buldog se convierta en un fiero león.

Bueno, llegamos al punto que más me interesa y que me trae de cabeza—dice el perro ladrador—. Como todos saben llevamos poco más de un par de meses sin director ejecutivo en San Francisco. Encontrar alguien que se ocupe de la delegación se ha convertido en una odisea para la empresa. En este tiempo hemos tenido a prueba a tres personas que, aunque en un principio daban la talla para el puesto, una vez metidos en tarea, han resultado ser del todo ineptos. Puede ser que que debido a que soy una persona muy exigente, yo, tenga parte de culpa en no dar con la persona adecuada, y es por eso que ustedes me dieran su opinión al respecto y pudieran echarme una mano para tratar de solucionar esto sin dilación. Quizá conozcan a alguien que puedan recomendarme…
 
Escucho atentamente todas y cada una de las opiniones de mis compañeros. La verdad que hay de todo. Creo que hablan por hablar porque en realidad no se atreven a dar el nombre de nadie. Es lógico, si ese alguien resultara no ser eficiente, habrán quedado con el culo al aire ante el jefe y eso no conviene. Bruce, abre la bocaza y propone hacer una selección de todo el personal de la empresa, por lo que veo un tipo de casting o algo así. Hacerles pasar por varias pruebas e ir descartando. ¡Menuda chorrada! Pero claro, debo de ser la única que piensa eso, porque los demás asienten y le dan el para bien a la idea de ese energúmeno degenerado al que me gustaría patearla la cabeza como si fuera un balón de rugby. Cansada de oír tanta parrafada, carraspeo para llamar la atención de todos. Y solo, cuando todos los ojos vuelven a estar puestos en mi, solo entonces, abro la boca…
 
Señor Dempsey, yo tengo la solución para ese punto en concreto—digo mirándole a los ojos.
 
¿Lo tienes?—Pregunta extrañado. Asiento.—Habla…
 
Vera, conozco a la persona adecuada para el puesto de trabajo.
 
¿A si? ¿Y quién es si puede saberse?
 
Yo misma señor Dempsey. Solicito oficialmente el puesto de director ejecutivo en la delegación de San Francisco—Ya está, ya lo he dicho y, he conseguido dejar al “señor soy un ogro” con la boca abierta…
 

 
 
 



 
 

 


10 comentarios:

  1. Ay señor, esta tia está loca de atar. Jajajaja
    Esos arrebatos no le va a traer nada bueno.
    Esperando con ansias el próximo capítulo.
    Un besillo.

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    1. jajajaj bueno, hay que ponerse en la piel de Olivia, ella cree que Daniel pasa de ella y por eso actúa de esa manera. Claro que esa decisión no traerá nada nuevo María!!
      Gracias Besín :)

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  2. Pues no tardes en sacarnos de la duda Virginia. un abrazo

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    1. No tardaré María del Carmen, prometido!! Jajajaja
      Gracias Besin :)

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  3. ¡Qué emocionante, Virginia! Esta chica no aprende que las cosas hay que hablarlas antes de sacar conclusiones (yo creo que Daniel ha dicho esas cosas horribles solo para quitarse a su hermano de encima).

    No sé en qué acabará su aventura de irse lejos, pero ya me estoy mordiendo las uñitas, je, je.

    Un beso!!

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    1. Yo creo que la pobre tiene la cabeza hecha un lío y por eso no presta atención a las palabras de Daniel. Lo de irse no traerá nada bueno!! Jeje
      Gracias Besin :)

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  4. Pues después de oír la conversación ella va aponer tierra de por medio, para bien o para mal, pero así se aleja del acoso de Bruce. Veremos lo que pasa mas adelante , ya os he pillado en este novelón, jajjajaja

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    1. Jajajaja si, ya se verá que pasa. Normal que las hayas alcanzado, menudo tute te has pegado!! Jajajaja
      Gracias Besin :)

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  5. Qué poca espera que tiene Olivia, ainsss si es que alguien debe enseñarle a respirar, pensar y hablar... pero no ella siempre reacciona rápido y claro luego sufre.

    Muy bueno Virginia, pero nos tienes siempre con un come, come, jaja
    Besos!!!

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    1. Si Irene, la pobre actúa sin pensar y claro, luego vienen las consecuencias!!
      Gracias Besin :))

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