Entradas populares

martes, 15 de septiembre de 2015

R.D.C. INDIANA PARTE II

 
 
 
 
 
 

¡No me lo puedo creer! No me imaginaba para nada que él pudiera estar aquí. Si llego a saber esto, Rebeca no hubiera conseguido sacarme de casa ni de coña vamos. Busco a mi compañera con la mirada entre la gente, hace rato que la perdí de vista y no sé donde está metida. ¿Dónde demonios estará? Veo por el rabillo de ojo, que él viene hacia mi y me santiguo mentalmente. Tener a este hombre cerca, me da escalofríos, pero escalofríos de horror. Si el bar no estuviera tan atestado de gente, me largaría de aquí cangando leches. ¡Joder, no sé donde meterme! En estos momentos, me gustaría ser un camaleón para poder mimetizarme con la decoración del local y simular ser un barril de cerveza, pero va a ser que no.
 
Su sonrisa cínica, y esos ojos azules que me miran con tanto interés, me hacen querer hacer un cuerpo a tierra y reptar como una serpiente huidiza, pero sería un poco ridículo ¿no? En fin, como no puedo escapar de ninguna manera, intentaré llevar su presencia lo mejor que pueda, aunque no creo que lo consiga. Pues ya está, ya lo tengo justo en frente de mi. Con su mirada arrogante repasa mi cuerpo y por último mi cara. Sé de una que cuando la pille, se va a enterar de lo que vale un peine
 
Vaya Olivia, no esperaba encontrarte aquí. Me alegra ver que has decido hacer un poco de vida social con tus compañeros. ¿Dónde has dejado el uniforme de Rotenmeller?
En el mismo sitio donde usted ha dejado el de gilipollas, señor Dempsey —digo con toda la tranquilidad del mundo—. Ah no, discúlpeme, creo que me he equivocado porque usted aún lo lleva puesto —¡ahí te queda eso, mamonazo!
Que poco sentido del humor tienes Olivia…
¿Por qué no se va a dar una vuelta por ahí y me deja en paz?
Porque no quiero.
Pues entonces, si me disculpa… —digo cogiendo mi chaqueta y mi bolso para alejarme de él— Que se divierta señor Dempsey, pero no será a mi costa.
 
 
Con paso decido me alejo de él. Noto su mirada taladrándome la espalda y se me pone la piel de gallina. Me apetece girarme y hacerle un corte de manga, pero eso también sería ridículo. Los comentarios de mi jefe consiguen cabrearme de tal manera, que no puedo evitar ponerme a su altura. Y eso no debería de ser así, porque al comportarme igual que él, lo único que consigo es que quiera seguir molestándome. Debo cambiar mi actitud y mostrarme indiferente, que vea que cuando abre la boca con la intención de ridiculizarme, sus palabras me entran por una oreja y me salen por la otra. Si, esa es la actitud y eso es lo que voy a hacer. ¿Cuánto tiempo creéis que será capaz de mantenerme indiferente? Ya veremos…
 
La única zona segura que encuentro en estos momentos para escapar de su mirada, es el baño. Abro la puerta, y lo primero que veo es a Rebeca mirándose al espejo con los ojos achinados. Me planto detrás de ella que, en cuanto ve mi reflejo en el espejo sonríe como una lela. Por el aspecto que tiene, le queda medio camino para pillarse un pedo descomunal. Me dan ganas de reírme, pero me contengo.
 
¿Sabías qué él iba a venir? —Suelto.
¿A quién te refieres? —Se cruza de brazos y se gira para mirarme.
Ya sabes a quien me refiero, no te hagas la tonta.
Mírame —me dice señalando su cara—, ¿tengo pinta de ser adivina? ¿No verdad? Pues explícate, porque no sé de que me estás hablando.
¿Me estás diciendo qué no tenías ni idea de que el señor Dempsey iba a venir?
¿Daniel está aquí? —Pregunta sorprendida—. ¿Cuándo ha llegado?
No has contestado a mi pregunta Rebeca.
Que pesada eres jopetas. No, no sabía que él fuera a venir hoy, ¿contenta?
¿Estás segura?
Completamente. Mira, él viene casi todos los viernes, pero pensé que como llevaba toda la semana de viaje no vendría, por eso no te dije nada.
¿Me estás diciendo que el señor Dempsey hace vida social con sus empleados? —Pregunto incrédula.
Eso es exactamente lo que te estoy diciendo. De hecho, creo que fue idea suya la quedada de los viernes. No sé porque te cae tan mal, es encantador y se lleva genial con todo el mundo —«menos conmigo —pienso».
Creo que me voy a ir a casa. Estoy cansada y…
Mientes de pena ¿sabes? Te vas porque Daniel está aquí.
Si tu lo dices…
Sabes de sobra que tengo razón, y no, no me pongas esa cara. ¿Puedo saber porque os lleváis tan mal?
Sinceramente, no tengo ni idea. Pero está claro que no nos podemos ver. Así que para ahorrarnos momentos tensos, prefiero irme.
¡De eso nada monada! Tú vas a quedarte, y vas a demostrarle que su presencia ni te molesta ni te incomoda. Si te vas, estarás dándole más munición para seguir fastidiándote. Piénsalo — Y lo hago.
 
 
Rebeca sale del baño y yo me quedo dentro peleándome con mis dudas. Sé que ella tiene razón. Si me voy el señor Dempsey sabrá que es por él y posiblemente se sentirá vencedor. Y yo me pregunto, ¿desde cuándo ésto es una guerra? «Pues desde que has empezado a montarte batallitas en la cabeza so mema —me digo a mi misma». Soy una persona adulta, y soy completamente capaz de estar en el mismo espacio que él y, comportarme como si no existiera. Así que, voy a salir ahí fuera y voy a seguir divirtiéndome con mis compañeros. Puede que hasta me suelte la melena. Decidida, salgo de mi escondite y vuelvo con todos ellos, y cuando digo todos, son todos, porque el señor “soy un ogro”, también va incluido en el paquete.
 
El grupo está reunido al rededor de la mesa de billar. Paul, el señor Dempsey, Katy y Rebeca, están jugando, y el resto apostando. Me acerco y dejo mis cosas encima de una silla. Saco del bolso un billete de veinte dólares y me voy a la barra a por una cerveza. ¿Pensabais que iba a apostar? Pues va a ser que no.
Disimuladamente, miro a mi jefe. Es la primera vez que lo veo vestido de sport. Y si vestido con traje, camisa y corbata está bueno, con vaqueros y camiseta está para comérselo. Que pena que se tan imbécil, eso le resta atractivo. Al menos para mi. Aunque procuro mantenerme fuera de su campo de visión, él sabe en todo momento donde me encuentro, ya que su mirada se encuentra con la mía en más de una ocasión, provocándome desasosiego y, cierto nerviosismo en las paredes de mi estómago.
 
Termina la partida y él y Katy chocan los cinco en señal de victoria, mientras Rebeca y Paul protestan porque dicen que la otra pareja ha hecho trampa. La verdad es que forman un buen grupo, y para mi sorpresa, me está gustando formar parte de él. Rebeca propone pedir una chupitada para celebrar su derrota. «¿Y qué coño es una chupitada? —Me pregunto yo». Pues por lo visto, una chupitada es acercarse a la barra y pedir una tabla de chupitos de bebidas varias y tomárselos de golpe sin respirar. En mi vida había visto hacer tal cosa, pero como estoy aquí para divertirme, acepto la propuesta de mi amiga.
 
El camarero sonríe cuando Rebeca le dice que nos prepare una tabla de esas y que lo haga a su gusto. Cada uno cogemos un minúsculo vasito lleno de licor hasta los topes, alzamos las manos, brindamos y de un golpe, nos lo tomamos. ¡Dios, que asco! El mío debía de llevar lejía, porque sabe a rayos. Espero que esto no se repita muchas veces a lo largo de la noche porque sino, no sé que será de mi. Pero si que se repite, por lo menos cuatro veces más. Después del cuarto chupito, he dejado de contar. Creo que he perdido mi capacidad para hacerlo.
 
Bailo y canto con el grupo totalmente desinhibida, sin importarme que probablemente estemos haciendo un ridículo espantoso. Me lo estoy pasando tan bien, que a estas alturas de la noche y después de haber ingerido esas bombas a las que llaman chupitos, todo me da igual. Bueno, todo no. Las miradas de mi jefe, están consiguiendo hacerme sentir diferente, ¿o será el alcohol? Es igual, lo cierto es que, si soy honesta conmigo misma, me gusta como me mira, ( si alguien me pregunta, negaré que esas palabras han salido de mi boca ). Si nuestras circunstancias fueran distintas, viendo el estado en que me encuentro, hasta sería capaz de coquetear con él, pero nuevamente, va a ser que no.
 
Rebeca me pide que la acompañe al baño, y una vez allí, me suelta la chorrada más grande que había oído hasta hoy. ( Por cierto, parece ser que hoy también me estoy desvirgando en muchos aspectos. Mi primera salida con los compañeros de trabajo, mi primera chupitada y, la primera vez que me apetece ponerle un esparadrapo en la boca a mi amiga por decir chorradas. ¿Tan virgen era? ). Pues va a ser que si.
 
Al jefe le gustas… —esas palabras soltadas a modo de confidencia, llegan a mi oídos y, cuando mi cerebro capta su significado, me descojono de la risa—. No te rías Olivia, te lo estoy diciendo en serio. Me he fijado en las miradas que te echa y créeme, le gustas.
¡Joder Rebeca, estás como un cencerro! —Le digo sin poder parar de reír.
Si, estoy como un cencerro y un poco bebida, lo que tu quieras. Pero sé perfectamente lo que veo y lo que digo.
Si, si, el jefe está loquito por mi, creo que hasta va a pedirme matrimonio en cuanto salgamos de aquí, pero no se lo digas a nadie eh? Es un secretooooo.
¡La madre que te parió Olivia, menudo pedal llevas!
Chist no se lo digas a nadieeee…
Algún día me darás la razón, y ese día, seré yo la que me ría en tu cara.
Claro, claro —le digo mientras cierro la puerta del baño tras de mi.
 
 
Un poco perjudicada por el alcohol que campa a sus anchas por mis venas, decido salir fuera para tomar un poco el aire, a ver si de ese modo consigo que el suelo deje de moverse bajo mis pies. Una vez fuera, miro hacia un lado y hacia a otro, veo a unos metros de mi un banco de madera. Voy hacia él. Con estos taconazos tengo los pies tan torturados, que necesito darles un poco de descanso, de lo contrario, podrían denunciarme por maltrato.
 
El aire fresco de esas horas, me despeja un poco la mente y, es en ese momento, cuando realmente pienso en las absurdas palabras que Rebeca me dijo en el baño. ¿Cómo se le habrá metido en la cabeza eso de que le gusto al jefe? ¿Será verdad que me mira de forma diferente? ¡Imposible! Probablemente, ella haya malinterpretado mal esas miradas. Vale que no me ha quitado ojo en todo la noche, pero yo también le he mirado a él y eso no significa que me guste. ¿O si? ¡Nooo que va, ni de coña!
Centro la mirada en el suelo y en mis pies ahora descalzos, «¡Dios menuda cogorza llevo! —pienso al ver que mis zapatos parecen caminar solos...». De pronto, alguien se para frente a mi. Y sin necesidad de levantar la vista, sé de quien se trata.
 
 
¿Estás bien? —Para mi desgracia, cuando él me hace esa pregunta, y sin darme tiempo a contestar, empiezo a vomitar igual que si fuera la niña del exorcista. ¡Joder, joder, joder, acabo de ponerle las bambas de última moda perdidas de vómito a mi jefe! ¡Tierra trágame!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 



 
 


10 comentarios:

  1. Ay Virginia qué ganas de leer más, :)
    Besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra mucho que te guste esta nueva historia Irene, gracias por leerla y comentarla!!
      Besines!! :)

      Eliminar
  2. Me encanta. Lo leo como una niña pequeña enamorada. Necesita más. Un chute de romanticismo en mis venas. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ajajjaja Gracias Maria si es que somos unas romanticonas!! jiij
      Abrazo :)

      Eliminar
  3. Hoy ya llevo dos dosis de tu novela y ahora tengo mono, espero no tener que esperar mucho para la tarcera jajajaja.
    Me encanta el romance que creo que se avecina. Amores reñidos son los más queridos!!
    Genial como siempre, Virginia.
    Un beso de tarde!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Julia, bienvenida a esta nueva historia, espero que la disfrutes!!
      Besin mañanero!! :)

      Eliminar
  4. Ains, ains... ¡si es que lo sabía! Sabía que el jefe haría acto de presencia en Indiana jejeje. Eso sí, no esperaba que fuera a preguntarle si estaba bien, eso me ha pillado por sorpresa. En fin, no puedo dejar de reírme con el final de este capítulo jajaja.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Normal que te rias, es que sólo imaginarse a ,Olivia vomitando,es para partirse!! Jajajaja
      Gracias :))

      Eliminar
  5. Jajajaja, el jefe era ese , pero esto va viento en popa, sigo leyendo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Viento en popa y a toda vela María del Carmen, me encanta que te lo estés pasando bien con la historia de Olivia!!
      Gracias Besin:))

      Eliminar