jueves, 20 de agosto de 2015

R.D.C. LA BECARIA

 
 
 
 
 
 
 
 
Al día siguiente cuando me despierto, sigo estando cabreada por lo sucedido la noche anterior en la oficina con el capullo de mi jefe, y encima saber que tengo que pasar prácticamente todo el día detrás de la becaria con todo el trabajo que tengo acumulado, me cabrea mucho más.
Paro en el starbucks que hay cerca del trabajo y espero la larga cola para coger un capuccino con canela y un donut relleno de crema para llevar. Con un poco de suerte, me dará tiempo a comerlo antes de que lleguen el resto de mis compañeros y el señor “soy un ogro”. Apenas le he dado un par de bocados al donut y unos sorbos a mi delicioso capuccino, cuando me llaman de recursos humanos para indicarme que la becaria está esperándome en recepción. De mala gana, aparto el resto de mi desayuno y me encamino al ascensor para bajar a buscarla.
Cuando llego a la planta baja y veo a la chica que está apoyada en el mostrador, casi se me salen los ojos de las órbitas. Tengo delante de mi, a una rubia despampanante, vestida con un mini traje de ejecutiva que parece que le va a estallar de un momento a otro. ¿Acaso cree que viene a un casting de stripers o que? Espero que por lo menos tenga más de una neurona por que si no…
Antes de acercarme a ella, no puedo evitar echar un vistazo a mi atuendo reflejado en el cristal de la ventana. ¡Joder, a su lado parezco Betty la fea!
Me aproximo a ella con una falsa sonrisa dibujada en mi rostro y me presento:
Buenos días, soy Olivia Murray, directora ejecutiva de “D&D”, tu debes de ser Rebeca Hamilton ¿verdad? —Asiente con una sonrisa radiante—. Bienvenida.
Gracias. Estoy un poco nerviosa. —Me confiesa mientras subimos en el ascensor.
Es normal que estés nerviosa, es tu primer día, pero no te preocupes, seguro que lo harás fenomenal. —¡Pero que falsa soy por Dios! ¿Se me habrá notado mucho? No lo parece, porque ella sigue sonriéndome como si nada así que… debo de ser buenísima mintiendo.
En cuanto salimos del ascensor y caminamos por el pasillo, varias cabezas se giran a nuestro paso. Todos siente curiosidad por saber quien es esa superwoman que me acompaña.
Cuando llegamos a la altura del despacho del señor Dempsey y del mío propio, me paro para presentarla oficialmente y así matar la curiosidad de estos cotillas.
Una vez hechas las presentaciones, entro en el despacho del señor Dempsey para que conozca a su nueva empleada y, a ésta casi se le caen las bragas al ver a nuestro apuesto jefe. «Cuando sepas lo cabrón que es —pienso—, no lo mirarás con esa cara de mema».
Jefe y empleada hablan durante unos minutos y para mi sorpresa, descubro que ya se conocían. Por lo visto, el padre de ésta es íntimo amigo del hermano mayor del jefe. ¡Menudo trifásico tiene la tía! Pasará a la lista negra en cuanto descubran que es una enchufadilla. ¡Pobrecilla, no me gustaría estar en su pellejo!
Durante el corto espacio de tiempo que pasamos en el despacho del jefe, él y yo apenas cruzamos unas miradas. Cada vez que lo miro, recuerdo lo que pasó anoche y me entran ganas de estrangularlo. Él en cambio, parece divertido, incluso más prepotente de lo habitual. Por mi bien, decido ignorarlo y prestar atención a lo que le está diciendo a Rebeca, que no es otra cosa que el típico discurso de un jefe a una empleada y que estoy más que harta de escuchar. Cuando por fin termina la diarrea verbal del señor Dempsey, me llevo a la nueva a mi despacho y nos ponemos manos a la obra. Para mi sorpresa, la tía pilla todo lo que le digo a la primera. Me fastidia reconocerlo, pero al final, va a resultar que es algo más que un cuerpo y una cara bonita.
A la hora de la comida, juntas vamos a la cocina de la oficina y ella, rápido entabla conversación con nuestros compañeros. Los observo anonadada hablar como si se conocieran de toda la vida cuando en realidad hace apenas unas horas que se conocen. Llevo cinco años en la empresa y creo recordar que nunca he mantenido una conversación más larga de diez minutos con alguno de ellos. ¡Al final van a tener razón al pensar que soy un bicho raro! ¿Por qué será que no me gusta relacionarme con la gente que trabaja conmigo? Desde luego, cada vez estoy más convencida de que soy rara de cojones.
Pasamos el resto de la tarde funcionando sin parar, y a la hora de irnos a casa, no tengo más remedio que felicitar a Rebeca por el gran trabajo realizado en su primer día, y cuando más tarde estoy tumbada en el sofá de mi casa, me siento fatal por haber pensado de ella lo peor. En realidad es una tía muy maja y muy trabajadora. ¡Qué mal está esto de juzgar a la gente sin conocerla! ¡Soy lo peor de lo peor! Solo el sonido del teléfono, consigue que deje de pensar que soy una auténtica bruja. Al mirar la pantalla del móvil, descubro con horror que es mi jefe el que llama. ¿Qué querrá éste a estas horas?
Señor Dempsey… —Contesto de mala gana.
Buenas noches Olivia, Se te ha olvidado firmar el informe de la becaria…
¡Mierda, he estado tan ocupada con Rebeca y con las entrevistas de los candidatos para la sección de ventas que olvidé por completo firmar el puto informe!
¿Sigues ahí Olivia?
Si señor… Lo siento pero es que…
No quiero oír tus disculpas, estoy en el portal. Abre la puerta —¿Qué? ¿Está aquí abajo? ¿En mi casa? ¡Ésto ya es el colmo! ¿Acaso es tan importante ese informe como para venir a mi casa a estas horas de la noche para que lo firme?— Abre la puerta Olivia.
Cuelgo el teléfono y me dirijo al portero automático para abrir. Mientras espero a que suba el ascensor, me acuerdo de toda su familia, incluidos todos sus antepasados. En cuanto oigo sus pasos acercándose a la puerta abro y antes de que él diga nada, soy yo la que habla.
¿Le parece normal presentarse en mi casa para que firme un informe? —¡Oh Dios, estoy tan cabreada que no sé si podré contenerme!
¿Por casualidad has olvidado con quién estás hablando? —¡Lo que me faltaba por oír!
¿Por casualidad se ha olvidado usted de que mi horario laboral ha terminado a las cinco? ¡Puesto que estoy en mi casa y no en la oficina y que he terminado mi turno hace algunas horas, puedo hablarle como me de la real gana!
Olivia, Olivia, Olivia… Ese carácter tuyo te va a traer problemas, yo que tú seguiría manteniéndolo oculto como has hecho hasta ahora…
¿Es una amenaza?
Digamos que más bien es una advertencia —achica los ojos y me mira de pies a cabeza.
¡Deme el puto informe para que lo firme y se largue de una vez! —¡O se larga o esto acaba tragicamente porque me lo cargo! ¡Cada día lo soporto menos!
Ay Olivia, al final acabaré despidiéndote por descarada y mal hablada, siempre creí que lo haría por tu ineptitud, pero este comportamiento tuyo, deja mucho que desear.
¿Sabe? ¡Me importa una mierda si me despide o no! —Le arranco el informe de las manos y se lo firmo mientras el me mira desde la puerta. Me pone los pelos de punta ver esa sonrisa tan arrogante pegada a su boca. ¿Qué estará pensando? ¿Qué cojones quiere de mi este pedante?
Le devuelvo el maldito informe y me dispongo a cerrale la puerta en las narices, pero él no me lo permite.
¿Te gustaría cenar conmigo una noche de estas? —¿Qué? ¿Se ha vuelto loco?— Contéstame.
Pues sinceramente, no. Usted sería la última persona del mundo con la que yo me iría a cenar.
Algún día, haré que te tragues esas palabras Olivia…
No lo creo. Buenas noches señor Dempsey —y sin más, cierro la puerta.
Paso la noche en vela preguntándome por qué ha cambiado tanto la actitud de mi jefe conmigo. Nunca en los cinco años que llevo trabajando para él ha hecho tal cosa. ¿Por qué ahora? ¿Realmente creé que soy una inepta y está buscando la manera de despedirme? Si ése fuera el caso, ¿por qué mantenerme en la empresa durante tanto tiempo?
Cansada de darle vueltas al coco y, en vista de que no puedo dormir, decido ponerme al día con papeleo atrasado.
Cuando llego a la oficina, Rebeca ya está allí tomándose un café y para mi asombro, encima de mi mesa, hay un capuccino con canela esperándome.
Buenos días —saluda sonriente—. Te he traído un café y estoy revisando los informes que me dijiste ayer.
Buenos días Rebeca, gracias por el café. Hoy lo necesito más que nunca.
Tienes mala cara, ¿no has dormido bien?
No he pegado ojo en toda la noche —digo reprimiendo un bostezo.
Lo siento…
¿Te puedes creer que el señor Dempsey se presento anoche en mi casa porque había olvidado firmar el informe de tu evaluación? —No sé porque se lo cuento, pero una vez que abro la boca no puedo parar de hablar—. Me llamó inepta y amenazó con despedirme porque fui borde con él —apoyo las manos en la cabeza y suspiro—. Va a conseguir volverme loca…
Yo no creo que seas inepta. Seguramente tuvo un mal día y lo pago contigo, no le des mas vueltas, no merece la pena.
Ojalá fuera tan fácil…
Nos tomamos los cafés mientras seguimos charlando. Nunca antes había tenido la necesidad de desahogarme con alguien, hasta ahora.
A la hora de la comida, pasamos de ir a la cocina, decidimos quedarnos las dos en el despacho para seguir hablando y conocernos mejor. Cuanto más se de ella, más me gusta, y estoy totalmente convencida de que llegaremos a ser grandes amigas. Por primera vez en cinco años, me siento cómoda hablando con una compañera de trabajo, y eso hace que me sienta bien.
Al finalizar la jornada, estoy agotada y con muchísimas ganas de llegar a casa, darme una ducha y dormir. Me despido de Rebeca en la calle y me voy.
Lo primero que hago al entrar, es mirar el buzón de correos. Sonrío de felicidad cuando dentro de éste veo el sobre dorado, lo que significa que este fin de semana, podré olvidarme durante unas horas del caos que reina en mi cabeza. Subo a casa y excitada abro el sobre. Próximo destino… “Búfalo”.



8 comentarios:

  1. Ayyyy has conseguido engancharme. Tengo mis sospechas del jefe, pero prefiero no decir nada por si lo estropeo. Jajaja. Me encanta. Espero más con ansia. Un besillo.

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    1. jajaajja No sabes cuanto me gusta que os enganchéis!! jijii Las apariencias engañan María, pero piensa mal y acertarás!!
      Besote!! :))

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  2. La historia sigue súper interesante. Voy a por la siguiente entrega, es la ventaja de ir retrasada, que hay más esperándome!! jajajaja.
    Un beso.

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  3. ¡Me cae genial Rebeca! Al menos, de momento jeje. Mis sospechas con el jefe siguen estando ahí, cada vez más nítidas jeje. Ese encuentro en la casa de ella me ha hecho reír porque me he imaginado la escena y ha sido demasiado desternillante. Eso sí, si mi jefe-ogro apareciera en mi casa para que firme un informe, la verdad es que me cabrearía tanto o más que ella jaja.

    Debo reconocer que ya estoy enganchada. Me alegro de haber llegado "tarde" a tu blog, quizá me daría "algo" si tuviera que esperar para saber más jaja.

    Saludos.

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    1. Estoy de acuerdo contigo en que el encuentro de ellos en casa de Olivia es muy cómica, la verdad que ella no es lo que parece, ya la irás descubriendo!! Ahh y Rebeca es buena tía ;)
      Gracias R. Crespo Besin!!

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  4. Bueno Virginia vamos de intriga en intriga, no se si le lo voy a leer de un tirón , peor claro tengo un tiempo y otras actividades. Un abrazo

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    2. Espero que lo disfrutes María del Carmen!!
      Gracias Besin :)

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