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martes, 19 de enero de 2016

R.D.C ¿ALGUNA VEZ VOLVERÉ A SER YO?




Apenas quedan unas horas para que salga mi vuelo rumbo a una nueva ciudad, a un nuevo empleo y quizá a una... ¿nueva vida? Ojalá lo supiera, pero como siempre, va a ser que no. Aun no tengo la capacidad de predecir el futuro, si no, no me encontraría en la situación en la que ahora mismo me encuentro. Ni siquiera mi oráculo personal, ése que está sobre mi cabeza en mi habitación y al que me quedo mirando infinidad de noches buscando una respuesta ha sido capaz de echarme una mano.
Mi vida ha dado un giro de trescientos sesenta grados. Me miro en el espejo y no me reconozco. Ya no soy yo. Ya no soy la Olivia sosa y aburrida, que se vestía con trajes gris, que se ponía zapatos planos y, que no sabía distinguir un lápiz labial de uno delineador de ojos. Ya no soy la chica que vivía tranquila, sin emociones de ningún tipo. Aquella que en cuanto salía de su trabajo, llegaba a casa y la única diversión y vida social que tenía, era entrar en facebook y cotillear a todo bicho viviente. La que pensaba que el amor, era una de las peores enfermedades que existía y que trataba de evitarlo como si de la misma peste se tratara. La que se atrevió a escupir hacia arriba jurando y perjurando que jamás de los jamases se enamoraría, para más tarde ver como todo le daba de lleno en la cara al enamorarse completamente del que por aquel entonces, ella consideraba su archienemigo número uno. Su jefe Daniel Dempsey. ¿Cuándo empezaron a cambiar tanto las cosas?
Pues sencilla y llanamente desde que su solicitud fue aceptada en el “Lust”, a raíz de ahí, todo su mundo se trastocó. ¿Quién le iba a decir a ella que en su primera reunión del club se acostaría con el mejor amigo de su chico? ¿Quién le iba a decir a ella que probablemente el hombre que la había hecho enloquecer de pasión y de lujuria en dicho club, y su chico eran la misma persona? Nadie. ¿Si ella hubiera sabido todo eso, hubiera dado marcha atrás y se hubiera rajado? Puede ser, ahora ya no lo sabría, ahora ya era demasiado tarde como pararse siquiera a pensar en esa posibilidad. Ahora ya no había vuelta atrás. Lo hecho, hecho estaba.
¿Alguna vez volveré a ser yo? No lo creo. Demasiadas cosas, demasiados cambios y, demasiados sentimientos encontrados. Solo de pensar en tener que enfrentarme a Daniel si de verdad se diera el caso de que él fuera Jack Sparrow, me parte en dos. No creo que exista justificación posible para un acto como ése. A pesar que le quiero con toda mi alma y con todo mi ser, me da miedo darme cuenta de que no creo que sea capaz de perdonar algo así, y tenga que decirle adiós para siempre.
El fin de semana ha pasado volando. Como acordamos, Rebeca vino a verme ayer a última hora de la tarde, digo ayer porque ahora mismo son las seis y media de la mañana del lunes y queda nada para que me vaya al aeropuerto. Estuvo un buen rato conmigo, hablando como no, de mi monotema, Daniel y su posible otra identidad. Ella sigue empeñada en que tengo que hacer algo en la próxima reunión del club, pero no lo tengo claro. A veces pienso, que lo mejor que puedo hacer, ya que voy a cambiar de ciudad y demás, es dejar de indagar, olvidarme de todo y comenzar de nuevo. Por supuesto que esto último no se lo he dicho a mi amiga. Ella no piensa igual que yo, ella es más guerrera y desde luego, mucho más atrevida. Total, que cuando llegó el momento de la despedida, no habíamos llegado a ninguna conclusión. Le di una copia de la llaves de mi apartamento y, con lágrimas en los ojos nos dijimos adiós, con la promesa de hablar todos los días para mantenernos informadas de todo.
El taxi que viene a buscarme para ir al aeropuerto, está a punto de llegar. Solo de pensar en estar casi siete horas metida en un avión, me da mal, demasiadas horas sin nada interesante que hacer y que probablemente perderé pensando en lo único que pienso últimamente. Quizá me tome un somnífero y así consiga dormir durante todo el vuelo para recuperar horas de sueño. Si, cuanto más lo pienso, más me agrada la idea de quedarme noqueada y con la mente en blanco, a ver si así el cerebro resetea y para cuando llegue a mi destino, tengo la ideas más claras. Llaman al portero automático, mi taxi ha llegado. Antes de bajar, dedico varios minutos a cerciorarme de que todo queda en orden y, solo cuando tengo la seguridad de que es así, salgo por la puerta.
Una vez en el aeropuerto, facturo mi equipaje y, espero junto a la puerta de embarque los cuarenta minutos que faltan para que salga mi vuelo. Miro mi teléfono, y no sé por qué, me decepciona no tener ningún mensaje de él. No debería de extrañarme, ya que desde el viernes cuando nos despedimos en la puerta de la cervecería, todo fue muy frío y no hemos vuelto a hablar. Además, ¿por qué iba a hacerlo si soy yo la que ha decido romper con todo? Está en todo su derecho de no querer volver a dirigirme la palabra a no ser que sea para hablar de temas de trabajo. ¿Qué esperaba? ¿Qué siguiera rogándome? Ya lo hizo en su momento y me mantuve en mis trece. Ni siquiera sus «te quiero» me han hecho cambiar de opinión. Nadie en su sano juicio, seguiría arrastrándose por una persona que evidentemente quiere que la dejen en paz ¿no?
Sé a ciencia cierta, que estoy cometiendo una de las mayores estupideces de mi vida y, también sé que habrá gente que a pesar de que yo, sea consciente de estar cometiendo un error, no entienda porque lo hago. Es muy sencillo, o no, según se mire. Me siento decepcionada, engañada, e incluso burlada. La primera vez que me sentí así, fue cuando Daniel apareció en mi fiesta de cumpleaños acompañado de aquella pelirroja tetona con la única intención de darme celos y, encima hacerse el chulito dándoselas de gran jefe. Me pareció patético e incluso infantil que un hombre aparentemente hecho y derecho hiciera algo así, y el que no hubiera contestado a ninguna de mis llamadas ni mensajes también. La segunda, fue hace exactamente una semana al oír claramente como Daniel le decía a su hermano que yo, era una más… Eso me mató. Para nada me esperaba algo así por su parte. Puedo entender que lo hiciera por salvarme el culo, pero que coño, él es el jefe y como bien dijo en una ocasión Rebeca, con solo chasquear los dedos, lo hubiera solucionado todo. Aun así, a pesar que su actitud respecto a lo nuestro dejó mucho que desear, puedo perdonarlo. Pero si de verdad se confirma que él y Jack Sparrow son la misma persona y, que durante todo este tiempo estando juntos me lo ha ocultado, eso, jamás podré perdonarlo. Lo siento, pero por muy enamorada que esté de él, en el mismo momento que sepa la verdad, ahí se acaba todo. Si, lo sé, hay una mínima posibilidad de que no tengan nada que ver el uno con el otro. Por eso necesito saber la verdad. Si hubiera dado marcha atrás a mi traslado quedándome en Manhattan cerca de Daniel y viéndole a diario, me resultaría mucho mas complicado tener que decirle adiós. Por eso lo de poner tierra de por medio. Para alejarme de él y, poner en cuarentena mis sentimientos.

La voz impersonal de una mujer, anunciando que el vuelo de San Francisco saldrá en veinte minutos, rompe mi momento reflexión. Me pongo en pie y me sumo a la gente que espera frete a la puerta de embarque. Una vez en el avión y ya situada, me pongo cómoda. Saco el ipood de mi bolso, un botellín de agua y, una pastilla que espero que me deje noqueada la mayor parte del vuelo. Me la tomo. Pongo la música en mis oídos y dejo que el somnífero haga el efecto deseado.
Cuando llego a San Francisco, salgo del aeropuerto con el tiempo justo para acudir a la cita que Daniel programó con el agente inmobiliario para que me enseñe el apartamento que ocuparé los próximos tres meses. Me subo a un taxi y, con la voz un poco pastosa por el efecto de la pastilla de marras, le doy la dirección al conductor. En cuestión de media hora, estoy en una calle muy céntrica de la ciudad estrechando la mano de un señor muy agradable que se llama Tim. Entramos en un lujoso edificio, subimos al ascensor y vamos a la planta dieciocho. Cuando el hombre abre la puerta del apartamento en cuestión, me quedo alucinada. Me parece precioso, y eso que solamente he visto el espacio abierto que forman la cocina y el salón comedor. Seguimos por un pasillo amplio donde hay dos puertas. Una es la habitación, con su propio baño. Grande espaciosa y con mucha luz. ¡Me encanta! La otra puerta, es un despacho muy bien equipado, lo cierto es que no le falta ningún detalle. Pero lo que más me gusta de esta última habitación, es una terraza con una zona de descanso que es una pasada. Hay un sofá esquinero plagado de cojines, una mesita pequeña haciendo juego con el sofá y, flores. Macetas con flores de muchos colores que con solo mirarlas, te llenan de energía positiva. Es perfecto. Volvemos a la cocina y allí, firmo los papeles que Tim me entrega para legalizar el contrato de alquiler. Hablamos durante un rato más y, cuando por fin me quedo sola, vuelvo a mirar todo de nuevo y más detenidamente. Sin ninguna duda, este apartamento debe costarle a la empresa un ojo de la cara. Tranquilamente deshago el equipaje y, voy colocando mis cosas en los armarios. Cuando mi estómago ruge como un fiero león, me doy cuenta que hace horas que no pruebo bocado. Estoy muerta de hambre y necesito llenar el buche antes de seguir organizando mis cosas.
Un par de hora después, y con el estómago lleno, vuelvo a mi nueva casa. He estado en las oficinas de D&D que están muy cerca de donde vivo, tan cerca que puedo hacer el recorrido hasta allí perfectamente andando. He visto mi despacho y he hablado con algunos empleados rezagados que no parecía que tuvieran mucha prisa por irse a sus casas. Hasta el momento, todo muy normal. Me doy una ducha rápida, me pongo el pijama y a pesar de que todavía no es de noche, me acuesto. Estoy agotada. Antes de cerrar los ojos y dejar que el sueño me venza, le envío un mensaje a Rebeca para decirle que he llegado bien.
«Hola rubia. Estoy bien, instalada y a puntito de dormir. Mañana te cuento como me ha ido mi primer día. Cruza los dedos por mi. Kises»




9 comentarios:

  1. Un parón en el camino para la reflexión. Me has dejado relajada, eso sí, esperando como una loca a la próxima reunión del Lust.
    Un besillo.

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    1. Un poco de relax no viene mal ¿verdad María? Demasiados malos rollos entre estos dos, hay que dejarles su espacio!! jajajja
      Gracias besín :)

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  2. Un capítulo para centrarnos, tomar aire y seguir adelante con el trepidante argumento. Yo también estoy deseando ver qué tal el primer día de trabajo de Olivia :D

    Un beso, Virginia!!

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    1. Su Julia, un capítulo de reflexión que nos lleva a San Francisco!! A ver que cosas le pasan ahora a Olivia...
      Gracias besin :)

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  3. Si un capitulo muy reflexivo por parte de ella y un descanso a nuestras dudas de que pasará en el próximo. ¡No tardes mucho! jajjaja. Ella en tus trece que Jack es Daniel. ¿Y en su intimidad no lo notó? Un abrazo Virginia

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    1. Pues Si Maria del Carme un poco de descanso emocional no viene mal. jajjaa Pues no lo notó porque el era muy misterioso, aún asi a ella le gustaba!!
      Gracias besin :)

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  4. Muy bueno Virginia,preciosos argumento y esperando el desenlace entre los dos, un saludo

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    1. Muchas gracias Pedro, el desenlace ya está a la vuelta de la esquina!!
      Saludos :))

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  5. Una cuarentena muy necesaria para Olivia, quizás así logre comprender el camino que quiere y necesita seguir.
    Muy reflexivo, :)

    Besos.

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